28 abr. 2024

A la boloñesa

El 15 de setiembre el senador Silvio Ovelar, titular de la Cámara Alta, acompañado de la senadora Kattya González, junto con el argentino Jorge Alejandro Amaya, director de los Programas Jurídicos de la Universidad de Bolonia para Latinoamérica, firmaron un convenio interinstitucional de cooperación.

Según el informativo oficial del Senado, se firmó “en el marco del III Encuentro Internacional de egresados de la Universidad de Bolonia en Latinoamérica, bajo el lema Riesgos y Desafíos de la Democracia Global, el cual se realizó el día previo a la firma en el Salón Auditorio del Poder Judicial, con temas muy interesantes como, por ejemplo, Narcotráfico, corrupción y otros delitos complejos. Hasta allí la especialidad jurídica del Alma Mater de la Universidad de Bolonia quedó reflejada.

Fue en el segundo día del evento cuando la cosa se puso rara. El mismo se realizó en el Salón Bicameral del Congreso y concluyó con la firma del citado y controvertido convenio. En esa ocasión, la senadora Kattya González dio las palabras iniciales y las panelistas invitadas tocaron temas como: Minorías, Género y Diversidad; Identidad de género en niños, ¿hormonizaciones tempranas?; La necesidad de incorporar el término travesticidio al código penal argentino; Minorías, género, diversidades y empresa.

La disertante, abogada tucumana Verónica Lastra, enfocó como un modelo o paradigma digno a imitar por parte del Estado paraguayo, para la afirmación de las diversas “identidades de género”, sobre todo para los denominados por ella “niños trans” la facilitación de tratamientos de hormonización temprana y procedimientos quirúrgicos (como la consabida amputación de órganos sexuales sanos), entre otros. Las otras ponencias tuvieron también el mismo tinte ideológico de género, el cual niega la incidencia de la dimensión genético-biológica en la construcción de la sexualidad y de la identidad. Las intervenciones, la verdad, no aportaron realmente nada académico de relevancia. Al contrario.

Obviamente, los ciudadanos alertados por este enfoque anticientífico, inmoral y radical del tratamiento de niños –varones y mujeres– con disforia de género, cuestionaron duramente a los legisladores que usaron el recinto del Congreso para promover esta visión tan sesgada de la persona y de la sexualidad y, para colmo, firmar un convenio que incluye la formación de funcionarios paraguayos con el evidente enfoque ideologizado que manifestaron las expositoras argentinas. El problema es el paquete ideológico que conlleva.

Teniendo en cuenta todos los problemas del Paraguay, de los cuales no escapan los niños, ¿es legítimo usar el dinero de los contribuyentes paraguayos que sostenemos el Estado para estos menesteres?

Sabemos que la Agenda 2030 es política y no académica, y que sus ODS son promovidos por la actual administración de dicha universidad, pero esta agenda tiene sesgo ideológico en el tema de la sexualidad y no es compartida ni por todas las naciones soberanas del mundo, ni por los intelectuales. Véanse escritos y ponencias de los más valorados docentes universitarios e investigadores de la sicología y de la siquiatría actual como son, por ejemplo, el Dr. Jordan Peterson y el Dr. Enrique Rojas; véanse también la posición crítica hacia la hormonización de niños de más de 50 especialistas franceses y de la sociedad americana de pediatras, entre otros.

Los médicos y congresistas Guillermo Rodríguez, Raúl Latorre y Basilio Bachi Núñez, y otros parlamentarios como Rocío Abed se mostraron en contra de los referidos tratamientos de hormonización y cercenación de miembros sanos a niños. El senador Ovelar se defendió citando incluso a Galileo Galilei, pero también reconoció que firmó desconociendo el contenido de las charlas. Penoso.

Dijo también que el convenio brindaría la posibilidad de que vinieran más invitados a “orientar” a legisladores. Esperemos que no. Esa salsa ideológica no la queremos aquí.

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