08 jul. 2025

Reflexiones desde el fondo del barril (y un corito)

La aparición de la serie Chespirito, biopic sobre Roberto Gómez Bolaños, quien creó al Chavo del 8, el Chapulín Colorado y otros, a muchos les ha devuelto a la infancia.

Aquellos días la vida giraba en torno a las obligaciones de la escuela, los juegos con los amigos del barrio y, sobre todo, la tele, siempre la tele.

Ni por si acaso imaginaban, eones después, que el mundo barrial desaparecería con la inocencia y sueños de lo que quisieron ser y lo que al final llegaron a ser

En este tiempo de tecnología avanzada, IA que ya empieza a mentir a la gente y de hijos únicos, los pequeños ya no ven la tele. Sus horas pasan veloces en la pantalla del teléfono viendo YouTube.

Pero en los antediluvianos días la televisión local todavía tenía presente a la franja infantil y había muchos programas para elegir desde el mediodía hasta el anochecer.

Luego empezaron a llenar esos espacios con enlatados y programas conducidos por personajes con la misma capacidad neuronal que una ameba embalsamada.

Pero volviendo a los tiempos en que el mundo era joven, entre los tantos programas el Chavo y el Chapulín estaban entre los preferidos.

Para quienes veíamos esos y otros programas de Chespirito todo era risas. Pero en el caso Chavo, fuera de cámaras no era todo tan gracioso.

Nos enteramos después de que los egos, las rivalidades y el tesapo’e eran cuestiones que estaban muy presentes en el grupo.

Con el paso de los años y el acceso a más información supimos que la bonita vecindad terminó pareciendo más a una convención del Partido Liberal. Claro, sin sillas volando de aquí para allá.

Lo que sospechamos desde un principio y la serie producida por los hijos de Gómez Bolaños confirma es que la recreación de la vida del comediante no iba a dejar libre a Florinda Meza.

Cada vez que se habla del fin de la época dorada del Chavo, doña Florinda es señalada como la culpable de todo, convirtiéndose en una especie de Yoko Ono latinoamericana. Ahora el cadalso se ha ampliado más con las redes sociales y el juicio hacia la actriz y última esposa del comediante lanza su sentencia: La destructora desalmada.

Pero vamos na a ser sinceros. Salvo un impune y criminal misil israelí que cae casi cada día sobre Palestina, nada destruye una familia entera así nomás. Todo se pudre antes.

La misma Meza contó en una entrevista que mucho antes de que ella sea la oficial y estando todavía casado, el supercomediante no perdonaba una.

El Chespiro tenía siempre lista sus antenitas de vinil y cuando aparecía la ocasión no perdía la oportunidad de usar su chipote chillón.

Superen na su infancia y de paso su machismo al echarle toda carga a una persona, ya que también la otra parte puso lo suyo. Además la mitad del elenco ya está muerto.

No sé qué iba a pasar de ustedes si el creador del personaje llegaba a materializar el fin que tenía pensado para el Chavo: Muerto por un coche luego de salir de la vecindad.

No llegó a hacerlo porque una de sus hijas le advirtió sobre el impacto que causaría entre todos los seguidores semejante final.

Más allá de las peleas, el tesapo’e al por mayor, y otros guararases internos que pasaron luego, no podemos negar que risas no faltaron.

Aún generan algunas carcajadas los capítulos vistos 1.000 veces, que sobrevivieron a su época y los conflictos de la vida real, traspasando fronteras e idiomas.

También aprendimos que fuera de esa comedia hecha con la escuela de los gags de Chaplin, Buster Keaton y otros, la violencia hacia los niños no es ningún chiste en ninguna parte.

Despidiéndome de este espacio hasta la próxima vez, a la hora que lea y en la misma página, dejo un aporte adaptado a la realidad nacional.

“Que jodida seccional/Qué jodida seccional/ convirtieron al Estado/ colorados y comprados de otro lado/ El futuro no vale medio centavo/ Qué corrupción nde ava sin parar”.

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