30 nov. 2023
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Luis Bareiro

El merengue ideológico que armaron en los últimos años las campañas electorales genera situaciones que podríamos calificar de cómicas si las acciones de sus principales protagonistas no nos jodieran la vida.
Luis Bareiro – @Luisbareiro
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El presidente Santiago Peña cometió un error imperdonable en su doble condición de mandatario y economista; pretendió justificar un aumento de cinco millones de guaraníes para cada legislador alegando que no han tenido ajustes en su dieta en los últimos diez años y que, por lo tanto, han sufrido una pérdida notable en sus ingresos por efecto de la inflación
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Santiago Peña ni siquiera ha cumplido aún los primeros cien días en el poder y ya se ve sacudido por escándalos generados por sus propios correligionarios, ratificando aquello de que con amigos como los que tiene nadie necesita enemigos.
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Como si Thanos, el inevitable villano de Marvel, hubiera chasqueado los dedos, más del millón de paraguayos que figuraban en las proyecciones de población para el 2023 hoy ya no existen.
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No es poca cosa que un gobierno asuma comprometiéndose a mejorar sustancialmente el gasto público, hacer reformas de fondo y no subir los impuestos.
Mentiras que matan, ese es el título en español de una hilarante comedia filmada unos meses después de que el entonces presidente estadounidense
Horacio Cartes se está convirtiendo en el principal problema de Santiago Peña antes siquiera de que el presidente electo asuma el cargo.
En ese concurso de hipocresías y cinismos en el que se convierte a menudo la política criolla es necesario reiterar ciertas obviedades, porque con tanta desfachatez y fariseísmo se corre el riesgo de que dejen de ser obvias. Por ejemplo, es una perogrullada decir que una persona con un ingreso equivalente a dos salarios mínimos en ningún universo conocido puede comprarse un palacete; que un funcionario que miente en su declaración jurada, que oculta bienes y ni siquiera es capaz de explicar de dónde sacó un título universitario es corrupto. Y que quienes pretenden no darse cuenta de ello simplemente quieren al corrupto donde está porque será funcional a causas igual de torcidas.
A Felipe González lo destituyeron de Salud incluso antes de asumir porque no es político. No es político y, por lo tanto, tenía en contra desde el vamos a la horda de operadores colgados de la cartera y ansiosos por echar manos a sus recursos.
Era una escena cargada de símbolos. En un mismo día asesinaron a las cabezas de las cinco familias. Los Corleone habían saldado esa mañana todas sus deudas de sangre. Michael, el menor de los hijos de Vito, ascendía definitivamente a la cumbre de su organización.
A menudo escucho aquello de que somos un país rico, con gente pobre. Es una media verdad o una mentira a medias. En realidad, en el conjunto total de naciones y en términos de riqueza, somos un país del medio para abajo (bastante bien abajo) y con gente que en su abrumadora mayoría puede ser considerada pobre. Y esto siempre fue así. Paraguay no es un país rico, no lo fue jamás y en el siglo XXI está incluso más lejos que nunca de serlo. Es importante reconocer esta situación y entender sus causas si pretendemos hacer lo necesario para revertirla alguna vez.
Vale la pena repetir que en el juego de la democracia nadie gana ni pierde todo. Su objetivo es que ningún grupo acumule jamás la totalidad del poder. Es un sistema complejo de contrapesos, cuyo fin último es obligar a las partes a negociar y a concertar.
Cuando Pilatos ordenó que le acercarán la vasija con agua y se lavó las manos frente a quienes pedían la cabeza de Jesús, dejando la suerte de aquel advenedizo a merced de sus detractores, inauguró un estilo de gobernar que ha sobrevivido con fuerza a lo largo de los años.
La locuacidad hasta hace unos días desconocida del diputado cartista Erico Galeano (en el lustro que lleva como legislador nunca le habíamos escuchado completar una frase) provocó un verdadero terremoto jurídico con la incorporación al debate mediático de la figura de la doble inmunidad, la inimputabilidad como nuevo superpoder y la reivindicación del negocio del transporte aérea clandestino como inocente costumbre criolla.
Quería que se diera la alternancia política, que el partido que lleva 14 periodos consecutivos de gobierno (salvo por la breve interrupción de Lugo) descendiera saludablemente a la llanura.
Hoy, como lo hago desde que cumplí los 18 años, voy a votar por el candidato que tenga más chances de ganarle al Partido Colorado.
Gane quien gane las elecciones, hay algunas cuestiones básicas que tendremos que encarar como sociedad y empezar a corregir en los próximos años.