El chipero recorrió las calles de Caacupé intentando vender sus chipas, pero ante la ausencia de fieles lanzó un grito desesperado: “¿Pemanomba pio?” (¿Están todos muertos?), gritaba y el eco se expandía por las calles desoladas.
Se trata de Cristian Colmán, quien en comunicación con NPY, comentó sobre su impotencia y tristeza ante la situación que le toca vivir. Afirmó que al menos 500 familias hubieran vendido sus chipas durante la festividad de la Virgen de Caacupé.
“No hay peregrinos, feligreses, no hay venta, se cerraron los comercios. Mi grito es para descargarme para no echarme a llorar. En otras circunstancias, fácilmente venderíamos 2.000 chipas. Por lo menos 500 chiperos iban a trabajar. Es triste”, dijo.
La festividad de la Virgen de Caacupé se vive de forma diferente debido a la pandemia del Covid-19. La presencia del coronavirus obligó a que el Gobierno y la Iglesia adopten medidas especiales para desalentar la peregrinación.
Todas las misas del novenario y las actividades se realizaron a puertas cerradas y se decretó una especie de Fase 0 en inmediaciones de la Basílica Santuario.
Centenares de comerciantes se vieron afectados por la ausencia de los peregrinos que tradicionalmente superan al millón de personas durante la solemnidad de Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé.