–¿Cómo está la situación del Covid-19 en las Américas?
–La situación en las Américas está compleja. El tema de Estados Unidos es muy fuerte. Ese país en estos momentos representa más del 80% de los casos y más del 80% de las muertes. Estamos teniendo un crecimiento del 3% de los casos diarios y mismo porcentaje de decesos por día.
–¿Qué otro país preocupa en el continente, además de EEUU?
–Otro país que está teniendo un crecimiento acelerado es Brasil, con 7%. Luego están Perú, Ecuador, Canadá y México. Son los cinco países que en la región de las Américas están teniendo un crecimiento más acelerado de casos. Incluyendo Estados Unidos, también la mayoría de las muertes se dan en estos países. La estimación de casos confirmados y números de muertos están por alrededor del 5%. Los países que superan esta tasa son EEUU, Brasil, Canadá, Ecuador, México y Puerto Rico. En América del Sur, Paraguay es el que tiene el menor número de casos, también el menor número de muertos y una cantidad relativamente importante de recuperados, comparativamente con el número de casos.
–¿Preocupa la situación de Brasil, considerando sus fronteras con varios países?
–Realmente es una preocupación porque esto se va duplicando muy rápidamente. Si hacemos números nos damos cuenta que para alcanzar el primer millón de casos en el mundo nos tardamos tres meses. El segundo millón se alcanzó en 15 días. Y el tercer millón se alcanzó en menos de 12 días. Así que si seguimos a esa velocidad, la posibilidad de llegar a cuatro o cinco millones son cosas de días. Y lógicamente, al no haber una igualdad en las medidas, en las disposiciones, en las políticas, las estrategias en diferentes países, lógicamente eso preocupa. Porque lo que pasa en un país repercute en otros países. Por eso es que se ha insistido y se mantiene la política de mantener cerradas las fronteras. Y eso porque no se puede exponer a los paraguayos donde hay altas posibilidades de infectarse. Y que vengan de allá. Sé que eso tiene implicaciones económicas, sociales, diplomáticas y que no es fácil. Pero la política en Paraguay de preservar la vida antes que cualquier otro campo, ha sido muy clara, muy transparente y muy firme.
–¿Se puede calcular cuánto tiempo más se expande la epidemia cuando un país no toma las medidas adecuadas?
–Hay varios modelos matemáticos que están relacionados con el número de contagios por cada uno, en esa medida se puede dimensionar. Al principio se hablaba en China y Corea, que fueron los primeros países, una persona podía contagiar hasta a tres. Pero en Italia y España que no tomaron esas medidas y el mundo seguía haciendo su vida como que no pasara mayor cosa, los niveles de contagio fueron mucho más altos. Y eso puede pasar en algunos países de la región, los cuales al no tomar estas medidas, la replicación y el crecimiento exponencial se pueden dar en mucho menos tiempo de lo que debería replicarse.
–¿Volverá a parar el mundo dentro de un año?
–Nosotros esperamos que dentro de un año tengamos la vacuna. Mientras eso no ocurra, las probabilidades de una segunda ola son altas. Porque hay muy poca población que ha sido infectada, en el caso de que los anticuerpos prevengan de la infección, entonces todavía no podríamos anticiparnos a una conclusión en ese sentido, pero es posible. En este momento cualquier hipótesis planteada es posible. Podríamos llegar a tener un tratamiento que sea eficaz, pero eso va a significar personas que se enfermen, que requieran servicios de salud e incluso casos graves. Como cualquier tratamiento, muchos podrían responder bien, pero otros que sabemos como cualquier tratamiento podrían llegar a morir.
–¿Cómo ven el comportamiento de la sociedad paraguaya para acatar las medidas?
–Espectacular. Sí vimos momentos en que nos ha preocupado un poco, hubo momentos en que la gente se relajó un poco. Las autoridades y desde la OPS hicimos un llamado a la población de que no podíamos relajarnos. Pero en general el comportamiento ha sido ejemplar. Realmente han demostrado un compromiso, hubo un sacrificio muy grande y cumplimiento bastante decidido. Si bajamos la guardia, las posibilidades de que se dispare son muy altas.
–¿Está preparada la gente para perpetuar esas medidas?
–Hay que seguir insistiendo con la población, porque este es un proceso muy dinámico. Creo que la gente ha tenido suficiente tiempo como para ir adoptando estas nuevas maneras de vivir y que sepa que esta situación va para largo tiempo.
–¿La toma de conciencia debe ser acompañada por los empresarios?
–Totalmente. La población sola hace su parte, pero el sector empresarial debe hacer las inversiones y las adecuaciones necesarias en todo sentido para que las medidas de prevención puedan cumplirse, como los lugares para el lavado de manos, etc. También con sus empleados. Tiene que tomarse todo esto, no puede ser solo el ciudadano, sino es un trabajo de todos.
“Lógicamente al no haber una igualdad en las medidas, en las disposiciones, en las políticas, las estrategias en diferentes países, lógicamente eso preocupa. Porque lo que pasa en un país repercute en otros países.”
“Sistema de salud está mejor preparado que antes de la pandemia”
–¿Considera que el sistema de salud está preparado?
–No tengo ninguna duda de que el sistema está mejor preparado que antes. Y se sigue trabajando para que esté mejor. Preparado ¿a qué? Ningún país del mundo estaba preparado para tener un golpe tan fuerte como este.
Se está preparando lo mejor que se puede en este contexto complejo que tenemos. Pero una preparación así absoluta, eso no es posible. Y mucho menos un sistema de salud que venía con muchos problemas, muchas limitaciones, muchas fragilidades y que venía de una epidemia también, la del dengue que dejó bastante afectado al personal.
–¿Qué se debe enfatizar a la población?
–Dos cosas. Una, los días en que se tuvieron pocos casos, con más recuperados que confirmados, tiene que ver con el comportamiento. No hubo otra cosa, no hubo medicina, ni vitamina, nada distinto que marque más que el cumplimiento de las medidas de distanciamiento, de quedarse en casa, de ser disciplinados con el lavado de las manos. Nos preocupa un poquito el mal uso que a veces se tiene de las mascarillas y guantes. La población debe mantener esas medidas, preservarlas y ser parte de su vida cotidiana.
Por otro lado, la reincorporación al trabajo. Ahí es donde se tiene que preparar a una nueva manera de trabajar, con las medidas que se toman hoy.
Eso implicará cambios que tienen que llevarse adelante. Tenemos que prepararnos mentalmente porque cuando llegue ese momento tenemos que saber cómo manejarnos ya desde ahí. Esas son nuevas formas de vida que vamos a tener hasta que se tenga una vacuna. Esto va a ser así, la normalidad que vivíamos antes del Covid-19 ya no va a volver.
–¿Qué es lo más nuevo que se sabe del coronavirus?
–Ahora se sabe que son cuatro genomas los que están circulando, el chino, el coreano, el europeo y el de Estados Unidos. Estos son los lugares donde se tuvieron las mayores multiplicaciones de casos. Cuando se hagan acá estudios genómicos, vamos a poder detectar de dónde nos está llegando el virus. Se está trabajando fuerte con el tema de la vacuna, pero los avances son todavía muy limitados en este aspecto. En el fondo la cantidad de gente que se ha infectado en el mundo es muy baja todavía, lo que limita hacer ciertos estudios, por ejemplo, los estudios de los anticuerpos, si la carga de anticuerpos que tiene el infectado evitará una reinfección . Si va a durar tres meses, seis meses o tal vez un año, no lo vamos a saber hasta que tengamos un año de vivir con el Covid-19 entre nosotros, tampoco sabemos si es permanente la inmunidad. Esto es muy dinámico. Pero grandes descubrimientos en los últimos días lamentablemente no los tenemos.
Perfil
Luis Roberto Escoto, de origen hondureño, es representante de la OPS/OMS en el país desde el 2016. Doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, en 1985. Fue jefe de la Unidad de Ciencia y Tecnología del Ministerio de Salud en su país natal, donde también ejerció el cargo de director nacional de Planificación en Salud, entre 1991 y 1993.
Al siguiente año fue consultor de nutrición y salud para la sede de Unicef en Honduras, donde llegó a ser titular de dicho programa. Antes de Paraguay, le tocó ejercer la representación de la OPS/OMS en Belice, Guatemala y Argentina, además de ser parte del plantel en la oficina central de la organización. Entre sus áreas de interés se encuentran la promoción y protección de la salud, entre otros campos de dicho sector.