La promesa de Lena era simple pero enorme: Caminar. Nació con luxación de cadera y fue sometida a cirugía a los cuatro meses. Sin embargo, no movía las piernas como un bebé normal. Tras varios estudios, los médicos detectaron una lesión medular y le diagnosticaron paraplejía.
“El neurocirujano me dijo que la que iba a necesitar psicólogo era yo, no ella”, cuenta Laura, recordando la dureza de ese momento. Pero Lena empezó a arrodillarse, luego dio sus primeros pasos con fisioterapia, demostrando que la fuerza de voluntad puede superar cualquier pronóstico.
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La rutina de rehabilitación fue diaria y agotadora: de Santaní a Oviedo, Laura la llevaba todos los días, adaptando su trabajo y vida para acompañarla. “Salía del trabajo y directo a fisioterapia. Todos los días. Así conseguimos su movilidad”, explica. Con el tiempo y esfuerzo, Lena comenzó a dar pasos más largos, hasta llegar a 10 por sí sola.
El camino no fue solo físico. Laura vivió momentos de depresión profunda y presión laboral, incluso pensó en rendirse. “Pensé: ‘¿Qué va a pasar de ella si yo no estoy?’ Y ahí reaccioné. Si era la voluntad de Dios que ella estuviera así, debía acompañarla”, relata.
En la escuela, Lena también enfrentó discriminación. Una compañerita le dijo: “Nunca vas a caminar”, a lo que ella respondió con determinación: “Vas a venir arrastrada a pedirme disculpas”. Su fuerza mental y apoyo familiar fueron claves para avanzar.
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Hoy, Lena camina, agradece a la Virgen y demuestra que los límites solo existen si se aceptan. Su mamá y su abuela, con remedios caseros y fe, acompañan cada paso. La historia de Lena no solo inspira a quienes enfrentan desafíos físicos, sino también emocionales y sociales.
Entre promeseros y fieles en Caacupé, su historia se alza como un ejemplo de perseverancia, amor y fe. Donde los diagnósticos médicos pusieron un punto final, la fuerza, la fe y la dedicación escribieron un nuevo capítulo.
Lena camina. Lena inspira. Lena demuestra que los milagros ocurren cuando se lucha sin rendirse.