Desde que comenzó el operativo A Ultranza PY, la mayor operación contra el crimen organizado y el lavado de dinero en Paraguay, el 22 de febrero, vamos de sorpresa en sorpresa.
El famoso operativo ejecutado por la DEA (Administración de Control de Drogas de EEUU o Drug Enforcement Administration, por sus siglas en inglés); la Europol, con sede en La Haya; la Dirección General de Represión del Tráfico Ilícito de Drogas (Dgrtid) de la Policía de Uruguay en coordinación con el Ministerio Público dio como resultado la incautación de 59 inmuebles, 30 camiones, 16 tractores, 35 vehículos, varios de alta gama, dos motocicletas, seis embarcaciones, nueve máquinas agrícolas, 5.249 cabezas de ganado, cinco armas de fuego y 10 aeronaves. Todos hemos visto cuando la televisión y los diarios mostraban las viviendas fastuosas, los autos de lujo y la vida de impúdica ostentación que llevaba esta gente. Y no es que vivieran en la periferia precisamente, estaban ahí mismo, metidos en condominios exclusivos, en edificios superelegantes y estancias; mezclados con sus autos de marca, sus ropas de marca, su consumo privilegiado; con piscinas, gimnasios, jacuzzis, helicópteros, Ferraris, yates, lanchas y avionetas.
Entre los detenidos e imputados figuran un ahora ex diputado colorado que además era dirigente de una cooperativa, actualmente ya reside en la cárcel de Emboscada; el suegro de un senador, empresarios superexitosos y hasta un pastor que, por lo que se vio, no hizo voto de pobreza.
Con la operación quedó al desnudo que la política paraguaya está contaminada y que el dinero narco ha financiado más de una campaña política.
En el 2012, poco después de la masacre en Marina Cué, Curuguaty, el presidente uruguayo José Pepe Mujica dijo que la masacre donde murieron 6 policías y 11 campesinos, había sido utilizada por la ANR para generar una ruptura del orden político; y señaló además que la ANR está ligada al narcotráfico y que se la conoce como “narcocoloradismo”, que también es responsable de muchos hechos dolorosos de la historia reciente de Paraguay.
Justamente, dato llamativo si los hay, la Asociación Nacional Republicana hasta ahora ha expulsado a muy pocos correligionarios vinculados con el narcotráfico.
Según una publicación de ÚH, apenas cuatro son los expulsados por sus vínculos con el narcotráfico: el ex intendente de Ypejhú Vilmar Neneco Acosta, señalado como el autor moral del asesinato del periodista Pablo Medina; Carlos Chicharõ Sánchez (ya fallecido) era diputado suplente de Amambay y fue detenido luego de ingresar a Mburuvicha Róga. Pretendía ser candidato a la intendencia de Capitán Bado. Terminó siendo baleado en su propia casa por sicarios. Otros dos son: su hermano Ardonio Sánchez, y la ex diputada Cynthia Tarragó, detenida en Estados Unidos en un operativo del FBI.
Si sos de los que se levantan a las cuatro de la mañana para poder subir a un colectivo en el que viajás apretado como una sardina con decenas de otras personas, para llegar a ese trabajo en el que laburás 10 horas al día y te pagan exactamente el salario mínimo, no te preocupes, es muy poco probable que alguna vez te hayas cruzado con alguno de esos criminales. El problema, sin embargo, es que posiblemente alguna vez hayas votado por alguno de ellos. Y ese sí es un gran tema.
Este es el país en el que vivimos. Con políticos traficantes de drogas y lavadores de dinero sucio. No podemos pretender que esto no es lo que somos, esta es nuestra narcorrealidad, así que disfrutemos por el momento de cada allanamiento y celebremos cada pichirulo en prisión, mientras esperamos que caigan peces más gordos; y pensemos mejor a quiénes votamos la próxima vez.
