Los desechos y los cascotes que quedaron de la destrozada y destruida dictadura stronista tienen siempre una dudosa utilidad. Se usa para contrapiso de forma que apisonado esconda su fealdad sobre unas baldosas que se monten sobre ello.
Estuvo muy bien Bachi Núñez cuando trató a su compañero de tropelías Dionisio Amarilla de desecho y que con algo de picardía malsana terminó diciendo que los escombros también siempre sirven para algo. El cascote ex liberal devenido en cartista se tuvo que tragar el insulto en forma de falso elogio.
Los escombros de la dictadura nos gobiernan desde hace un buen tiempo y varios creen que solo eso se merece este país.
Peña acaba de concluir el tiempo en que se pueden hacer las cosas en un gobierno de cinco años y prácticamente no hay nada que no sea escombros. Los hechos de corrupción son tan burdos y elocuentes que ni los EEUU de Trump se apiada de ellos. Frente al rostro del nuevo embajador Leite le dicen que la comisión garrote de la que él formó parte solo se creó para perseguir las libertades civiles, a la prensa, a los periodistas y a descabezar a la sociedad civil. El tongo fue tan duro que el escombro Amarilla dijo que el reporte es del gobierno anterior cuando horas antes la misma vocera del Departamento de Estado había dicho que tuvieron que esperar unas semanas para darlo a conocer porque no querían que se confundiera a algún reporte del Gobierno de Biden. Un puñetazo enorme al rostro de los desechos de otros partidos como Jatar Fernández, Herleminda Ortega y otros tránsfugas que hicieron parte de una comisión de investigación burda y torpe que ya hace parte de los dos años de fracaso y legado de este gobierno.
El presidente Peña mandó cerrar unos minimercados que supuestamente vendían productos vencidos. Eran menos de 10 los visitados por Dinavisa y Sedeco, pero cerraron 263. La desproporcionalidad, ilegalidad e injusticia fue tan enorme que mandaron al frente a la Secretaría de la Defensa de los Consumidores que reconoció su error porque no entendió bien lo que Dinavisa le habían informado. Lectura compresiva en una falta que ha costado sus buenos millones en pérdidas a la empresa que ahora Irún tendrá que enfrentar sus consecuencias como lo manda el articulo 106 de la Constitución, el mismo que afirma que los empleados públicos son responsables de sus faltas y subsidiariamente el Estado al que sirven. Bien merecido la tendrá aunque la hayan usado de ida y de vuelta.
Los escombros de la administración pública cuestan un dineral tanto por su incompetencia como por el impacto de sus malas acciones. O sino que lo digan Nenecho Rodríguez en la Municipalidad asuncena o el administrador de Capasa que al grito de “dios, patria y familia” protagonizó un descalabro financiero en la empresa estatal de cañas.
Unos pobres cascotes que quisieron ser muros.
Para completar la semana y luego de la bofetada del Departamento de Estado, el canciller visitó Foggy Bottom y firmó un acuerdo que establece que el Paraguay debe recibir los buscadores de asilo que los EEUU rechaza. A los afganos, haitianos, cubanos y de otros países incluido el nuestro, este gobierno se compromete a darles casa, comida y trabajo. Lo mismo que piden diariamente en forma de oportunidades los miles de compatriotas que deben huir en su búsqueda a otros países. Hace poco un buscador de asilo paraguayo fue detenido por la fuerzas migratorias americanas en Nueva York y recluido en prisión.
Hay que evitar que los nuestros tengan que salir, hacerlos retornar a los que fueron y después asumir la responsabilidad de un país rico y próspero que se construyó con inmigrantes y asilados.
No es posible construir un país fuerte con cascotes y escombros. Hay demasiado entre nosotros y cada vez que lo colocan en un cargo público se llevan parte de los 2 mil millones de dólares que se roban anualmente, según el Banco Mundial y el BID. Es hora de construir la patria con materiales sólidos de honestidad, capacidad, dignidad y vergüenza.