25 nov. 2025

Los MCD y MCM en política y el fenómeno CDE

La paliza que se vio en la elección de Dani Mujica como nuevo intendente de Ciudad del Este no es un fenómeno momentáneo ni coyuntural, sino es el fruto de un trabajo de hormiga y la sabiduría de los que construyeron las bases de una Torre de Babel que logró entendimiento entre personas que hablan diferentes idiomas políticos y no imponiendo un solo lenguaje.

En estos últimos años, hemos sido testigos del fenómeno electoral en Ciudad del Este y Alto Paraná, donde se ha consolidado un electorado amplio y participativo que va más allá de las banderas políticas, ya que está conformado por votantes que pertenecen tanto al Partido Colorado, como al Partido Liberal, la izquierda, el centro y la derecha, gente de arriba y gente de abajo.

Y es que el secreto de esta química política y explosiva está justamente en su capacidad de absorber elementos que generen empatía, unidad, coincidencia, respetando a la vez las diferencias que naturalmente existen entre grupos heterogéneos.

Esto es lo que han sabido capitalizar los protagonistas de nuevos grupos como Yo Creo y también Cruzada Nacional, que se van consolidando como tercer espacio, aunque considero que realmente ya se van volviendo el segundo espacio, ante la crisis de un PLRA que no logra superar sus diferencias internas y sigue viviendo del “tradicionalismo”, al igual que la ANR, salvando las diferencias.

Esta construcción de un sentido común mínimo, algo parecido al mínimo común múltiplo (MCM) que estudiábamos en la escuela, fue la semilla para generar unión y criterio político para construir una nueva propuesta por fuera de otros grupos, y a la vez incluirlos, es decir, captar su esencia y su gente, y convencer como propuesta política. Y aquí es clave el lenguaje que se utiliza.

Esto se puede graficar en las simples expresiones que utiliza el principal referente y líder de Yo Creo, Miguel Prieto, actualmente precandidato a presidente de la República con mayor fuerza en la oposición, durante su campaña para ser intendente y en la campaña reciente, y hasta al ganar Mujica los comicios: “Gracias a todos los colorados de bien que nos apoyan... Mi papá colorado hatã pensé que nunca cambiaría su voto, pero con orgullo digo que también eligió el cambio”, son algunas de sus expresiones.

Prieto jamás renegó de sus orígenes colorados, al igual que tampoco lo hizo el ex presidente Fernando Lugo, el único que logró tumbar y llevar a la llanura al gigante hegemónico de este país.

Prieto siempre cuenta que buscó ingresar a la política a través del Partido Colorado, pero que allí no tuvo cabida en las grandes cúpulas, y hoy en día agradece lo ocurrido, porque lo obligó a construir desde abajo porque tampoco recurrió al Partido Liberal, sino que formó su propio movimiento, hoy en día ya partido político reconocido.

Diferentes analistas y hasta el propio ex presidente Nicanor Duarte reconoció la habilidad política de Prieto y su grupo, y cómo han logrado aprovechar el descontento general de la gente con años de militancia o tradición política en otros partidos y movimientos políticos.

Y es que tanto colorados como liberales y la gran mayoría de las agrupaciones locales, como el propio Frente Guasu han caído en el vicio de las rivalidades y revanchismos internos, del personalismo como máximo común divisor (MCM).

Las matemáticas políticas también son exactas y la dirigencia de todos estos grupos, no solamente del Partido Colorado, han pagado caro sus malos cálculos y caprichos pasionales. El cartismo parece no aprender e insiste en bajar candidatos desde arriba y sin oír a las bases.

La ANR ha logrado mantener su hegemonía con el “abrazo republicano” y la oposición no ha logrado volver a articularse de la manera en que lo hizo en el 2008, pero esto podría cambiar, según quién haga mejor “las tareas”.

Más contenido de esta sección