Desde hace un mes, la ciudad de Hernandarias se encuentra atrapada en una especie de limbo sobre ruedas. El transporte público, ese servicio esencial que conecta a los barrios, dejó de ser una certeza para convertirse en una lotería diaria. A las cuatro de la mañana, las calles del barrio San Antonio ya tienen movimiento.
La historia de esta crisis comenzó en julio cuando la Municipalidad de Hernandarias habilitó, en carácter experimental, tres buses eléctricos donados por Corea del Sur. Estos buses comenzaron a operar sin costo para los usuarios, en una apuesta por mejorar el servicio, reducir la contaminación y, sobre todo, llegar a los barrios donde las empresas tradicionales no entraban.
Pero lo que parecía una buena noticia para los pobladores fue recibida como una amenaza por las empresas de transporte convencional conformadas por las empresas Chaco Boreal SRL, Ciudad de Hernandarias SRL y Hernandarias Transporte y Turismo SA. Estas decidieron retirar sus unidades de los barrios, como medida de protesta, por lo que consideran competencia desleal, no por el costo cero, sino por la falta de una habilitación.
Los empresarios sostienen que el permiso provisorio otorgado por la Dirección Nacional de Transporte (Dinatran) no les habilita para cubrir itinerarios que son otorgados vía licitación y no por una simple resolución provisoria.
Ante el abandono parcial del servicio por parte de las empresas convencionales, la Municipalidad intentó reaccionar rápido. Autorizó que furgonetas privadas puedan operar para conectar los barrios con puntos neurálgicos como el Paraná Country Club o la terminal de Hernandarias, donde aún operan los buses tradicionales.
“Esto es una solución transitoria, no estructural. Las furgonetas solo cubren una parte del problema y no tenemos suficientes unidades para atender toda la demanda. Pero no podemos dejar a la gente a pie”, admite Ángel Cañiza, director de Tránsito de la Municipalidad.
Por otro lado, desde la Comuna no descartan un llamado a licitación pública para adjudicar formalmente los itinerarios urbanos. La propuesta fue impulsada por el concejal Celestino González, quien insiste en que la medida es legal y urgente. “Llevamos años intentando que las empresas cumplan. No lo hicieron. Ahora es momento de abrir el juego a nuevos actores que realmente estén comprometidos con el servicio público”, sentenció.
Los tres buses eléctricos en circulación tienen como punto de partida el Hospital Distrital de Hernandarias y llegan hasta la rotonda Oasis de Ciudad del Este, cumpliendo el mismo trayecto que los convencionales, pero sin recorrer los barrios.
Con costo
Hasta el pasado lunes, el servicio era gratuito, pero desde ahora se cobra el mismo pasaje que los colectivos tradicionales: G. 5.000. A pesar de esto, las empresas convencionales mantienen su medida de fuerza.
Según datos oficiales, más de 50.000 personas dependen diariamente del transporte público en Hernandarias, y las tres unidades eléctricas no alcanzan ni para cubrir el 10% de la demanda. “Necesitamos al menos 12 buses eléctricos más para equilibrar el sistema”, reconoció Cañiza.
La habilitación experimental otorgada por la Dinatran tiene vigencia hasta el 30 de diciembre. El futuro de los buses eléctricos dependerá de lo que ocurra en estos próximos meses, tanto con la licitación como con el conflicto con las empresas convencionales.
Mientras los actores políticos y empresariales negocian y discuten sobre normas, licitaciones y “competencias” el ciudadano común sigue siendo el gran perdedor.
Ana Morán, vendedora ambulante del Mercado de Abasto, vive en el barrio San Roque. Hasta hace un mes, tomaba un bus a media cuadra de su casa. Hoy, sale a las 03:30 para caminar hasta la avenida principal. “Ya no puedo llevar mi mercadería como antes. A veces, tengo que dejar cosas. El otro día, por poco me desmayo del cansancio”, relata con resignación.
Hernandarias es una ciudad en crecimiento. Con más de 100.000 habitantes y una ubicación estratégica en el Alto Paraná, ha visto desarrollarse nuevos barrios, centros comerciales y comunidades cerradas. Sin embargo, su infraestructura de transporte no ha evolucionado al mismo ritmo.
La ausencia de una política de movilidad urbana sostenible, la falta de inversión en infraestructura y la dependencia de intereses privados en un servicio público esencial han llevado al colapso del sistema.
La decisión de implementar buses eléctricos podría haber sido el inicio de una transformación, pero sin planificación ni diálogo con todos los actores, terminó desencadenando una crisis aún mayor.