Hubo un tiempo en que en este país se creía con convicción que la buena educación era una garantía de ascenso social y mejoramiento económico. Muchos se encolumnaron detrás de esta idea y los gobiernos en medio, a pesar del holocausto de la guerra grande, creían que era posible reconstruir desde ella un nuevo país. Hace casi 150 años, en 1877, se fundó el Colegio Nacional de la Capital para formar a una nueva generación que surgiera en medio de ese gran osario en que se convirtió la República. Convocaron a los mejores tanto para aprender como para enseñar. El director tenía el segundo mejor salario del país luego del presidente. Tardamos unos años para fundar nuestra primera universidad y la última de América Latina. La UNA se crea recién en 1889 cuando las primeras fundadas por los españoles son de comienzos de 1500 por estos lares. En la repartición de los panes de la educación, siempre llegamos tarde a pesar de que algunos creyeran en su factor social dinamizador.
Ahora nos encontramos penúltimo, según la OCDE, solo por delante de Cambodia que tuvo un genocida dictador que mató a todo aquel que sabia leer y escribir entre 1975 y 1979. 3 millones fueron asesinados por Pol Pot. Tener anteojos era suficiente para ser sospechoso y acabar torturado o fusilado. Nosotros estamos solo delante de ellos y a nadie parece importarle esta situación desgraciada. Solo un 5% de los ingresantes al kinder ingresan a la universidad y de los que lo hacen solo un 10%, egresan. El resto... nada, en el siglo del conocimiento cuando el 66% de la riqueza del mundo se genera en el cerebro. Son tan valiosos que las empresas que quieran contratar a los ingenieros informáticos de la India tendrán que pagar solo por la visa americana: USD100 mil. Gran negocio para los gringos que con su déficit fiscal le sacan dinero a lo que sea. Aquí, tenemos un presidente que dijo que no se hagan de los guapitos con sus títulos porque en Itaipú se encuentran trabajando única y exclusivamente por ser colorados. El potente mensaje desmotivador es suficiente para graficar la intrascendencia que tiene para el poder: La educación.
Hoy tenemos una situación todavía más grave. Las universidades privadas dan clases no presenciales en un 80%. Los profesores ganan 40 mil guaraníes la hora y preparan una clase de 8 minutos que sirve como disparador a otras misceláneas del curso. El profesor rara vez interactúa con los alumnos, los trabajos prácticos son hechos por IA e incluso hay de los que rinden un examen sacan una buena nota y venden las respuestas a sus compañeros para que sean examinados online y pasen de curso. Este es el modelo de varias facultades de Derecho en las universidades privadas. Si ya saben como estamos hasta ahora en términos de profesionales egresados ya pueden imaginar muy bien lo que se viene. Las agencias acreditadoras hacen negocio con el sistema y se presta el MEC para una educación universitaria convertida en un safari de la ignorancia que resulta en una estafa compartida por alumnos, padres y autoridades académicas. Dicen que este modelo viene de la pandemia y que ya se quedó como negocio. La historia de los profesores en aula con clases previamente preparadas y con interacción entre docentes y discentes es casi una pieza de museo. El Cones y la Aneaes se han convertido en centros de recolección de recursos. Hacer aprobar una carrera se cuenta en millones de guaraníes y renovarlas igual. Ni hablemos de habilitar facultades o de investigar irregularidades. Las agencias públicas están montadas para la delincuencia al punto que el titular de la Aneaes, el hijo de Duarte Frutos, visita con frecuencia al presidente del partido colorado para recibir instrucciones.
Si ya estábamos mal lo que se viene como resultado es aún peor “No hay aplazados ni escalafón” del tango “Cambalache” de Discépolo se queda corto. Hay más de 43 mil alumnos de Medicina en las facultades privadas. Un negocio enorme lleno de brasileños con quienes y su país nos estamos tomando la revancha del genocidio de 1870. Entre el cigarrillo de contrabando que mata de cáncer y los médicos formados por nosotros, hay una revancha llena de maldad, mediocridad y muerte.
Mientras, la mediocridad educativa avanza como un cáncer que ha hecho metástasis. La contrarreforma educativa se quedó en “Dios, patria y familia” que ha frenado por completo todo intento. Los maestros serán mejor pagados por turno, según el presupuesto en estudio, los alumnos comerán una vez por 180 días, el resto del año que se vean sus padres, el negocio de adiós a las letrinas generará unos cuantos sobres en la residencia presidencial y la ignorancia se multiplicará. Esto se llama: Genocidio educativo y ocurre lentamente todos los días en el Paraguay sin que nadie se dé cuenta.