30 nov. 2023

Alfredo Boccia Paz

Los presidentes suelen aprovechar los primeros meses de su administración para mostrar el estilo con el que gobernarán y el objetivo al que apuntan.
Nadie que conozca el negocio de las facultades de medicina privadas en la frontera con el Brasil pudo haberse sorprendido con lo sucedido en la Cámara de Senadores.
La buena noticia de la semana fue que Paraguay se convirtió en uno de los 18 países del mundo que puede exportar carne vacuna a Estados Unidos.
La viralización de una fotografía en la que se ve a un grupo de presidentes de seccionales coloradas de Ciudad del Este posando sonrientes con el presunto narcotraficante, Cucho Cabaña, en su residencia de Lambaré, donde cumple arresto domiciliario, fue fatal.
El presidente del Congreso, Silvio Ovelar, con casi dos décadas de experiencia parlamentaria, habitualmente se siente a sus anchas frente a los micrófonos de la prensa.
Como sucede con la mayor parte de quienes hemos cursado una carrera universitaria, algunos de mis mejores amigos provienen de aquellos años de facultad.
La información sorprendió como un relámpago en cielo claro y produjo el efecto de un sismo que no dejó a nadie indiferente. No podía ser de otro modo, pues uno de los afectados es el hombre más poderoso del Paraguay.
Con una furia desmedida y una vulgaridad impactante, en el lapso de pocas horas el diputado fue protagonista de tres altercados sucesivos con una parlamentaria y dos periodistas. Yamil Esgaib amenazó a Celeste Amarilla con “meterle una trompada” en una reunión de la que hay un audio poco audible, aunque el matón no negó lo dicho en entrevistas posteriores.
Escucho sus discursos llenos de rabia y frustración y reconozco que me producen un poco de gracia. Están furiosos porque se sienten estafados por los políticos cartistas que les prometieron acompañarlos hasta el final de su cruzada virtuosa en defensa de la educación de los niños.
Zenaida Delgado, flamante cartista, defiende la posición de suprimir la palabra género en una ley que declara emergencia social ante la violencia contra las mujeres.
Ese era el título de un folleto en tres idiomas que mostraba a una mano oscura alzando a un niño y una niña, y que era repartido hace algún tiempo en el Puente de la Amistad por autoridades de los países de la Triple Frontera. Era una campaña de concientización contra la trata y explotación infame de personas en la región.
En dos días más se cumplirán cincuenta años del golpe de Estado que derrocó a Salvador Allende y abrió paso a los 17 años del régimen dictatorial de Augusto Pinochet. Las imágenes de aquel 11 de setiembre son tan fuertes que quedaron grabadas en la mente de toda una generación.
Al día siguiente de asumir, en un evento titulado “El resurgir de un gigante”, el presidente Santiago Peña sostuvo ante invitados extranjeros y empresarios locales que “el Paraguay ya fue un país de grandeza, fue el primer país en erradicar el analfabetismo en Latinoamérica”.
Recular con elegancia es un don que no le está dado a cualquiera. Volverse atrás luego de alguna bravuconada o de una mentira oportunista imposibles de sostener suele ser humillante, sobre todo, en la política. Esta semana fue pródiga en ejemplos de bruscos retrocesos que dejaron en evidencia a varios actores.
Como Trump, como Bolsonaro, Javier Milei tiene muchos simpatizantes en el Paraguay, un país que profesa una extraña fascinación por líderes de ultraderecha. Por eso su victoria fue efusivamente celebrada en las redes sociales, donde no faltaron las comparaciones con la reciente sorpresa electoral de Payo Cubas.
Ruido. Ese es el título del libro lanzado anteanoche por La Precisa, la sección de verificación de hechos (en inglés, fact-checking) de El Surti, dedicado a estudiar las desinformaciones en las elecciones de 2023 en Paraguay. En un texto atrapante que investiga en profundidad cómo la propagación veloz de la desinformación, impulsada por algoritmos y medios con intereses económicos y políticos, influye en los procesos sociales en Paraguay.
El expresivo discurso de la senadora Yolanda Paredes se convirtió en trending topic. “¿Qué vamos a hacer con la corrupción del Poder Judicial, Hernán Rivas? Te recuerdo que el primer acto de corrupción es aceptar un cargo para el cual no estás preparado”.
Hace unos días le comentaba a un amigo que no me acostumbro a la profusión de alias entre los diputados. No me parece serio que se llamen Mbururu, Chaqueñito, Yamy Nal u Oso, por ejemplo.
Antes de la actual Constitución, el Paraguay tenía un curioso sistema electoral llamado de “mayoría con prima”, copiado de la Italia fascista de Mussolini de 1923.
La cifra es difícil de escribir. Intente poner en letras 1.194.134.445.361 guaraníes. Sería algo así –no estoy seguro– como un billón, ciento noventa y cuatro mil ciento treinta y cuatro millones, cuatrocientos cuarenta y cinco mil, trescientos sesenta y un guaraníes.
Mbururu tuvo mala suerte. La ANR no lo necesitó. Con una holgada mayoría para asegurar que Beto Ovelar sea presidente del Congreso, no fue preciso presionar al Poder Judicial para conseguir el juramento del preso. Fue un alivio que las cosas fueran así, pues nos evitó el escarnio de ver a alguien acusado de un presunto abuso sexual infantil en la Cámara Alta.
No lo conozco a Gerardo Soria. He leído que es presidente de la seccional del distrito de Antequera, cargo partidario al que llegó como candidato del cartismo, aunque después pasó a ser parte de Colorado Añetete.
Habitualmente esta columna tiene un enfoque crítico. Acostumbrado a analizar los sucesos de la semana, los temas positivos suelen quedar relegados. Hoy será diferente.
La expresión no es mía. La utilizó recientemente el politólogo Emanuele Ottolenghi en un artículo en que analizaba la relación entre Santiago Peña y Horacio Cartes.
Sebastián Marset era casi un desconocido cuando sus actividades fueron desveladas por la operación A Ultranza Py. Pero eso no era más que una muestra de su sorprendente habilidad.
En la película de acción La Madre, estrenada hace unos días en Netflix, la actriz y cantante Jennifer López interpreta a una ex militar que, en una de las escenas. sostiene ante su hija que “La mitad de Paraguay fue quemada y deforestada para las plantaciones de soja”.