25 nov. 2025

Saliendo de lo políticamente correcto

Durante más de una década hemos estado inmersos en una transformación cultural muy sutil, pero bien orquestada por una tradición que dominaba casi todo el continente americano desde EEUU hasta Argentina. Uno de los objetivos era lo que pudiera resumirse en “cumplir lo políticamente correcto”, donde había que expresarse de una forma muy diplomática, muy atenta a no herir susceptibilidades ni sentimientos de los demás, no desafiar creencias. Hasta aceptar preferencias personales en la autopercepción, aunque la biología no lo justifique, dando total libertad a cualquiera. Todos terminábamos con mucho miedo de desafiar cualquier enunciado de género, de clase social, de origen étnico.

El noble disfraz superficial contenía el propósito torcido de imponer los derechos de las minorías. Y generar atajos a la meritocracia ocasionando preferencias artificiales y vías rápidas a personas menos competentes. Quien se sintiese indignado viendo que se violaba la igualdad de oportunidades, era violentamente catalogado como racista, sexista, elitista, etc., por una agresiva minoría y abandonado por el silencio temeroso de la mayoría.

Recientemente, hemos presenciado contundentes resultados de que “la cobardía de lo políticamente correcto” está siendo substituido rápidamente por la “brutal sinceridad de lo directo”. Pues lo crudamente realista deja de lado la diplomacia, la contundencia de lo objetivo desplaza la prioridad de querer agradarles a todos. Que cada uno se haga cargo de su “susceptibilidad”, ya que el lenguaje se usa para describir la realidad, no gestionar las emociones de los demás.

Se restituye la “meritocracia y el desempeño” como la única unidad de medida sin preferencias de género, raza, religión, procedencia. El anterior foco en la “diversidad, equidad e inclusión” se cambia a la “evaluación exclusivamente por competencias”. El nuevo objetivo es promover líderes que primeramente sean buenas personas, y a su vez ágiles, innovadores, fieles a los valores, tomadores de riesgo, competentes y calificados en sus áreas. En la brutal competencia del mercado hay millones de variables, por lo que queda claro que solo podemos controlar (i) los líderes que escogemos; (ii) el nivel de preparación que le damos a nuestros equipos; (iii) la profundidad de trabajo en equipo que fomentamos. Pues “las personas que seleccionamos son las estrategias que ejecutamos”.

La expectativa actual es la honestidad, expresar en palabras lo que vemos delante de nuestros ojos, decir tal cual, sin rodeos, exponer lo obvio que está frente a todos, no endulzar para caer bien. Eliminar las distracciones que surgen en intentar no herir los sentimientos de los demás. El sentido común vuelve a ser la “destreza” más respetada por sobre la “diplomacia”.

Esta nueva tendencia está sostenida por varios aspectos muy simples pero contundentes: (i) Nadie tiene más tiempo que perder porque el tiempo es el recurso más limitado para todos y a nadie le sobra; (ii) la ejecución es tan más compleja en un mercado hipercompetitivo que debe ajustarse constantemente en base a la realidad y no a sentimientos, subjetividades o egos.

Los dos ejemplos más contundentes son las acciones de dos líderes controversiales: Javier Milei y Donald J. Trump. Ambos en muy poco tiempo han dado la vuelta a los países que gobiernan, con la intención de sacarlos de una larga trayectoria de decadencia y fracaso. Sus discursos son realistamente crudos, sus posturas disruptivas, sus acciones decisivas, su resistencia es ilimitada ante el “establishment”. La simplicidad de decir las cosas tal cual –son sin filtros ni elegancia– ha despertado una popularidad sin precedentes, probando que la gente quiere escuchar la verdad sin rodeos. La brusquedad, por más dolorosa que sea, se la acepta porque en el fondo todos queremos vincularnos con alguien que es franco, saber dónde estamos parados, para luego decidir gastar nuestro tiempo soportando adversidades e incertidumbre.

Entender esto es sencillo o proteges tus ideas y espacio, o serás subordinado por algo o alguien (una verdad tan antigua como el tiempo); o eres disciplinado, preparado y actualizado, con sentido común y directo, o estarás fuera del mercado de los líderes que hoy se buscan.

Más contenido de esta sección