Miguel Prieto vino a Asunción, dijo algunas cosas de más en las entrevistas, fue criticado, se disculpó, pero, al final del día, logró que la oposición capitalina destrabe una tensa discusión y consensúe la fecha de una encuesta. Tal vorágine política demuestra que entiende que su proyección debe expandirse a nivel nacional sin pérdida de tiempo. Lo que suceda en Asunción en 2026 será clave para el 2028.
Los resultados del Este sacaron a la oposición de la depresión. Tiene algo inexistente hace unos meses: un “caso de éxito” (Ciudad del Este) y un “villano perfecto” (la gestión de Nenecho). Tiene, además, un problema agradable: buenas candidatas, todas mujeres. Kattya González, quien hubiera ganado si la elección en Asunción se adelantaba, se bajó para apoyar este proceso, lo que simplifica las cosas, sin volverlas fáciles.
Una encuesta entre Soledad Núñez y Johanna Ortega es un método civilizado, aunque peligroso. En todo caso, mejor que una imposición, que sería nefasta. Hasta hace pocos días el senador liberal Líder Amarilla sostenía, enfático, que la candidatura de Soledad Núñez era “innegociable”. La encuesta incluye a Arlene Aquino, quien se postuló en Asunción por Cruzada Nacional a la Cámara de Diputados y obtuvo más de 13.000 votos.
Si la oposición asuncena está con la moral alta, del lado republicano ocurre lo contrario. Es que la derrota en el Este no fue sólo numérica, sino cultural. Demostró que la “estructura” tiene un límite cuando la ciudadanía está harta. Con la caída de Nenecho y su reemplazo por Luis Bello, nada cambió. Los “detergentes de oro” y los bonos desaparecidos se llevaron puesta la credibilidad de la marca “ANR” en la capital. Huelen que les sucederá lo mismo que en 2015 con Mario Ferreiro: el voto castigo de la ciudadanía independiente sumado al caudal tradicionalmente opositor.
El menú que ofrecen es recalentado. En la disidencia suenan nombres repetidos, como los de Daniel Centurión, Arnaldo Samaniego, Juan Villalba y Nicolás Zárate. Ninguno despierta entusiasmo. Lo mismo sucede en Honor Colorado luego de que sondearon a Luis Bernal, el propio Bello y Maximiliano Ayala. Por eso, se pusieron a buscar a un outsider con credenciales limpias y le ofrecieron la candidatura a Camilo Pérez, de exitosa gestión al frente del Comité Olímpico Paraguayo.
Como ve, hay nudos que desatar en la oposición y en la ANR. Analicemos algunos de ellos. El duelo de estilos se dará entre Soledad y Johanna. La primera atrae al electorado de clase media que quiere una buena gestión, sin importarle mucho el color del gato, siempre que cace ratones Ya la etiquetaron como “tibia” para manejar la maquinaria municipal con sus múltiples sindicatos. Johanna construyó su prestigio exponiendo la corrupción municipal, por lo cual tiene un desafío inverso al de Soledad: demostrar que no solo sirve para denunciar el incendio, sino para dirigir a los bomberos.
Señal de los tiempos: no hay candidatos liberales. Pero hay concejales de ese partido, satélites cartistas, que lideran un disciplinado ejército de votos. Son los responsables de la hecatombe electoral del PLRA en Asunción, pero podrían ser reelectos. Se llaman Wagner, Ayala y Ortiz. Un trío que ha construido la paradoja más cruel de la política asuncena y la razón por la que muchos proyectos opositores fracasaron. Ambas candidatas tendrán que contarnos qué relación piensan tener con los caudillos territoriales que manejan la estructura del chantaje.
Para los colorados, el camino a la Intendencia asuncena es un campo minado. Si ofrecen un candidato con demasiado olor a “seccional” corren el riesgo de que todo el voto independiente se movilice en contra. Si la cúpula impone un outsider sin experiencia real en las complejidades de la política municipal corren el riesgo de que las bases se queden con los brazos cruzados.
La interna asuncena se puso interesante. Si la oposición emula el pragmatismo de Ciudad del Este, no se autodestruye en el proceso de la encuesta y se presenta unida, tiene las chances más altas de las dos últimas décadas de recuperar Asunción.