21 ago. 2025

El crecimiento potencial

Los viajes son muy útiles porque ayudan a tener el tiempo y la disposición mental para una desintoxicación, con relación al contaminado ecosistema cultural y al mediocre nivel del pensamiento crítico, con los que uno convive en el Paraguay. Siempre hay descubrimientos.

Salir de lo cíclico

Siendo así, en materia económica, me llamó la atención un informe del 2024 del FMI del Departamento del Hemisferio Occidental. Su director Rodrigo Valdés nos advierte sobre la necesidad de salir gradualmente de la gestión de lo cíclico y repetitivo –típico del Paraguay, donde vivimos pendientes de los bucles entre sequías y lluvias, de los vaivenes y del contrabando con Argentina y Brasil, y de la simulación de alternancia en modo ANR, de final macabro, tipo abrazo republicano, que engaña a la gente a cada cinco años– con el deber de ir hacia el estímulo del crecimiento potencial.

Yo diría, urge superar el primitivismo productivo, destruir el capitalismo de secuaces, sin capitalistas, y combatir al Estado sin políticos, solo gente haciendo negocios. Lo del FMI es muy apropiado para nuestro país, que no utiliza ni el 50 por ciento que le corresponde de su hidroenergía binacional y que está desaprovechando su acervo demográfico que no lo convierte en bono, por la gran informalidad laboral existente, lo que impedirá una vejez digna a la gran mayoría de los paraguayos, además, sin un sistema previsional eficiente. Por otro lado, la educación y el sistema de salud son de pésima calidad, con un quinto de los jóvenes entre 17 y 25 años que no estudian ni trabajan.

La propuesta del FMI apunta a recetas de reformas estructurales para estimular, repito, el crecimiento potencial. En el caso del Paraguay, el gran propósito debe ser superar el subempleo de sus recursos productivos más importantes, incrementar el consumo de las familias, de la inversión pública y privada y, como dije en la semana pasada, rediseñar políticas públicas industriales y de comercio exterior que beneficien al empresario nacional, como prioridad.

Nuestro país debe entender que en la geopolítica planetaria, debido a las enormes asimetrías en las que está inmerso el Paraguay, entre ellas, logísticas y de mediterraneidad, de desarrollo humano, calidad y capilaridad de la infraestructura física en servicios básicos, capacidad de negociación bilateral con los países vecinos… la dialéctica de intereses en conflicto nos debe enseñar a diseñar una lógica argumentativa de nuestros intereses internacionales, basada más en las asimetrías, estructurales y de políticas, en los procesos de integración y de negociación de nuevos mercados, antes que en modelos comparativos de niveles de desarrollo relativo.

Luego, debemos tener una diplomacia muy sofisticada y capacitada para presentar esta lógica en aquellas instancias de poder planetario, que hoy eligen primero a la Argentina y Brasil –por ejemplo, los G7– antes que, al Paraguay; para tener una voz más presente en los escenarios internacionales en función a los intereses nacionales. Así lo hizo CA López, quien no negoció con Brasil o Argentina buscando el permiso regional para traer al país el estado del arte en transporte ferroviario y marítimo. No se lo iban a permitir. Trajo la tecnología negociando directamente con los centros dinámicos más importantes del mundo, Inglaterra entre otros, tanto en know how como en hegemonía geopolítica global, de aquellos tiempos. Y sin pudor alguno, no buscó a un Ruiz Díaz para que le maneje el transporte público ni llamó a una Barán, como ministra de Salud, totalmente inútil según Silvio Ovelar. Trajo directamente a un Taylor para construir el sistema de transporte ferroviario y a varios médicos europeos al Paraguay para iniciar algo en lo sanitario. En 1894, el presidente Juan Gualberto González no le dejó a un incompetente, como el actual ministro de Agricultura, para darle de comer a su pueblo, no, le trajo directamente al que estaba en la vanguardia tecnológica, el suizo Moisés Bertoni, a la zona de Trinidad, para enseñar a cultivar y cosechar alimentos que debían nutrir a la gente. Mi propuesta es atraer talentos y tecnología high-end de afuera que aceleren los procesos. Quien tiene hambre, tiene prisa.

Además, para poder motorizar el crecimiento potencial del Paraguay, me dispuse a enumerar algunas recetas de cambios estructurales que el próximo gobierno debe encarar como una especie de política realista que pisa la tierra, para salirse de las palabras mentirosas de los procesos electorales, ejemplos, las promesas incumplidas de Peña.

Educación

En primer lugar, urge una revolución que transforme a la educación desde una retórica populista para ganar elecciones, en un compromiso de prioridad presupuestaria y de cambio de paradigma. La educación de calidad debe ser un proyecto de disminución de desigualdades –calificando al capital humano para que aumente su productividad, y gane y consuma más y mejor– y de emancipación nacional. El futuro de una mayor y mejor generación de riqueza está en la educación de nuestros hijos y nietos, en cantidad y calidad, siendo satisfechas todas las exigencias desde el sector público. Por tanto, el próximo gobierno debe entender que la prosperidad económica de nuestros descendientes, que constituyen la nación futura, depende de la educación que reciban.

Es urgente cuantificar el subfinanciamiento de la educación. Se estima que es el equivalente al 3 por ciento del PIB, una inversión con altísimo retorno por lo que el presupuesto debe incrementarse de inmediato del 3 al 6 por ciento del PIB, incluso posponiendo otros gastos y ahorrando recursos, cortando en modo rupturista los mal gastos de planilleros y nepos, todo en forma rigurosa. Las maestras y los profesores deben dejar de ser una maquinaria electoral para convertirse en multiplicadores de riqueza y calidad de vida. El MEC actual no tiene ningún plan para ellos.

El Paraguay llegó al extremo de endeudarse emitiendo bonos soberanos, para utilizar parte de estos recursos en juegos internacionales, algo totalmente incoherente. Todo recurso proveniente de deuda pública debe ir a inversiones endógenas que mejoren la productividad del país, ejemplo, la infraestructura escolar. La educación debe salir del modelo enciclopédico y memorista para ir hacia la educación para la economía del conocimiento, siendo capaz de seleccionar la avalancha casi instantánea de informaciones y datos, llevando al estudiante hacia el pensamiento crítico, condición necesaria para el progreso civilizatorio y económico, en la era de la inteligencia artificial. Para eso, se debe entrenar la capacidad imaginativa de análisis y de síntesis, por sobre la información estática y muerta. Es mejor llevar al estudiante paraguayo hacia la profundidad selectiva, sabiendo hacer las preguntas a las centenas de herramientas de la inteligencia artificial, antes que conocer todas las respuestas posibles de memoria, como antaño, es decir, ayer.

Salud

En segundo lugar, la salud es un derecho de todos y un deber del Estado. Hoy, según las confesiones del mismo presidente Peña, en su discurso del 1 de julio, por su culpa la salud está abandonada. Al igual que la educación, se debe llegar a cuantificar el desfinanciamiento público de la salud. El presupuesto sanitario debe converger hacia lo que recomiendan, hace mucho tiempo, los organismos internacionales. Esto quiere decir, debe ir del 3 por ciento hacia el 6 por ciento del PIB. Imaginen, si consideramos 1.300 millones de dólares anuales de presupuesto sobre 6,2 millones de paraguayos, el promedio da apenas 209 dólares per cápita en salud por año. Datos del 2014 del Brasil, muestran que el SUS, sistema único de salud, invierte 604 dólares por cada brasileño. Si consideramos datos del 2009 de Finlandia –adonde Peña viaja, incluyendo en la agenda un rally de autos– la inversión es de 2.410 dólares por año en salud por cada ciudadano. Más de 10 veces la inversión paraguaya, esa es la distancia.

Es por eso por lo que la gente sigue muriendo por falta de remedios, por falta de camas, por falta de unidades de salud familiar que controlen las enfermedades no transmisibles, como las cardiovasculares, que saltaron del 61 por ciento en el 2000 al 75 por ciento en el 2019 del total de muertes en el Paraguay, según documento del Banco Mundial. La medicina familiar preventiva puede salvar vidas en este tipo de patologías, y nadie le presta atención. Estamos en una crisis sanitaria de gran dimensión.

El costo del abrazo republicano

Por otro lado, el régimen del abrazo republicano –para seguir ganando elecciones con planilleros, nepotismo y sobrefacturaciones– nos lleva al extremo de que los gastos de intereses de la deuda pública (19 mil millones de dólares es el total de la deuda pública que ya supera el 41 por ciento del PIB), están por alcanzar al presupuesto de salud, en forma individual, y al de educación, también en forma separada. Cada uno con alrededor del 3 por ciento del PIB, respectivamente. La deuda pública aumenta 10 por ciento por año. Según un análisis de MF Economía sobre datos del MEF, los intereses de la deuda pública saltaron de ser el 3,4 por ciento de los ingresos en el 2015 al 13 por ciento de los ingresos del Estado en el 2024. Qué tal.

La deuda es neutra, ni buena ni mala, depende para qué se use. Si no está mejorando la infraestructura física con inversiones endógenas para incrementar la productividad del país, entonces es mala. Eso ya es inadmisible, el abrazo republicano gana elecciones con deuda pública y clientelismo político. Y, mientras, está matando a los ciudadanos con un sistema deficitario de salud pública que no funciona. Es el abrazo de la muerte, con mea culpa de Peña. Ni más, ni menos. En el Paraguay faltan médicos por cada 1.000 habitantes. Faltan hospitales, faltan UTI, faltan remedios oncológicos, en fin, falta todo. Eso se debe corregir. Luego, los precios de los medicamentos son exagerados. Según estudios brasileños de la Fiocruz, el 80 por ciento de los medicamentos y de los componentes químicos que se usan para fabricar medicamentos en Brasil tienen las patentes vencidas. Pero se pagan como si fuera que las patentes siguen vigentes, encareciendo los remedios. No debería ser diferente en el Paraguay.

Hola. ¿Ven alguna cuestión acá que el próximo Gobierno debe cambiar? Además, la cobertura de la red de salud pública está fragmentada y es insuficiente. Para todo eso, se debe tener un Estado con una burocracia eficiente y minimalista. Eso significa un Gobierno fuerte, imperio de la ley con e-government, con eficacia de gestión –sobre todo con poco personal administrativo que no agregue valor, y que está allí solo como clientela política– y gran capacidad de control y recaudación, combatiendo la evasión y castigando la corrupción sin contemplaciones.

Solo así, sin grandes modificaciones en las tasas impositivas, se podrá subir la presión tributaria y ampliar, al mismo tiempo, el espacio fiscal recortando gastos superfluos, obteniendo con este mix los seis puntos porcentuales del PIB que, como mínimo, tal como vimos más arriba, se necesitan para aumentar en tres puntos porcentuales del producto, respectivamente, los presupuestos en educación y salud. Es decir, para poder duplicar la inversión social prioritaria del Paraguay. Es justo y necesario.

Finalmente, hay que rescatar el sentido de comunidad, honestidad y responsabilidad, en especial en la clase política, que se cree con impunidad para todo. También en las élites empresariales que financian a los incompetentes que hoy nos gobiernan, y que, además, se presentan sin vergüenza alguna, en cada elección para ser votados. Como decía Napoleón, “En política, la estupidez no es un impedimento”. Por último, un mensaje para políticos corruptos y empresarios cómplices: No crean que se van a salvar, ningún camarote está seguro cuando el barco se esté hundiendo. ¡Saludos cordiales!

(La inversión en educación debe) incrementarse de inmediato del 3 al 6 por ciento del PIB.

El promedio (de inversión) da apenas 209 dólares per cápita en salud por año (por paraguayo).

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Adrián Cáceres - adrian-caceres@uhora.com.py