La vendetta del presidente de facto era enviar un mensaje de quién tenía el poder real y así bajó las líneas en el gabinete del quincho.
Dicen que algunos quisieron matizar el mandato, pero como no tienen capacidad, intención ni valía intelectual para desobedecer una orden de ese tipo, llevaron adelante el atraco. Si hubiera habido algo de pienso, habrían realizado la operación cuidando las formas, pero la intención era que el sicariato parlamentario realizara su labor a plena luz del día, para que todos vieran hasta dónde son capaces de llegar.
Un acabose. Un desastre, una catástrofe y una ruina. Tan torpe que sus voceros quieren encontrar una relación entre un viaje de Torales, el asistente de Kattya metido en el libelo a Colombia que coincide con la declaración del organizador de asesinato de Pecci y su señalamiento de que fue Cartes quien dio la orden. ¿A cuento de qué todo eso?
En lo formal podrían haber remitido los cargos a la senadora Kattya González y darle los 7 días establecidos para que estudie su defensa, pero no lo hicieron.
Se encontraron con un gran problema que los mismos cartistas habían creado: se requerían 30 votos de los 45 legisladores para forzar la pérdida de investidura. Así lo cambiaron en la última sesión del 20 de diciembre para defender al indiciado de narco Erico Galeano y al ignaro Hernán Rivas. Fueron tan torpes que al inicio de la sesión extraordinaria no se dieron cuenta de que aprobaron el acto de la sesión del 20 de diciembre, con lo cual quedaron atados a conseguir los 30 votos que requerían. No pudieron ni hacer cuórum en la primera convocatoria y en la segunda fueron a por todo. Reconoció el secretario del Ovelar que se requerían 30 votos para sacar a la senadora hasta que el senador Maidana, palabras más palabras menos, dijo que en política (¿paraguaya?) pueden cambiar cuando quieran los procedimientos y las formas.
El fondo de la cuestión es que acabaron con el gobierno de Peña, quien presuroso armó una huida intrascendente a Buenos Aires para que junto con su ministro de Economía y Milei gritaran a coro: “¡Viva la libertad, carajo!”. Una parodia de la desgracia. Cuando regresó, el gerente de la República mostró su verdadero rostro de títere reconociendo su carácter de operador de Cartes. Ha perdido autoridad, no tiene discurso para sostener que somos un país serio, lejos el grado de inversión y ahora a buscar protegerse de las consecuencias que implica fungir de presidente cuando es apenas un gerente.
Se vienen tiempos recios. La ciudadanía le ha perdido la escasa confianza al Gobierno. Cartes seguirá peleando desde adentro su rol de poder fáctico, mientras desde afuera apresurarán los pasos para procesarlo, porque ya saben también los americanos que esperar en demasía podría complicar aún más las cosas. En el medio, el país ya sabe que si no se moviliza y reacciona, acabaremos en una dictadura que opera siempre con prepotencia, alevosía e impudicia.
Kattya González puede desde la llanura unir a los actores de la oposición y liderar un proceso de reconstrucción del Paraguay desde los fundamentos básicos del respeto a la ley. Los 23 de la piara gruñidora y feroz ya conocen su lugar en la historia. Hemos llegado al acabose de todo aquello que podría en algún momento mejorarse y convivir en la disidencia. La litis está trabada y es entre ellos, los autoritarios, o nosotros, en la trinchera de la democracia. 35 años después estamos como al final de la dictadura de Stroessner… otra vez.