La expulsión de la estrafalaria Yamy Nal del Senado, por parte de la propia bancada que la acogió luego de traicionar a sus votantes de Cruzada Nacional, tuvo todos los condimentos de una ópera bufa con capítulos que destacan la decadencia del Congreso y el manejo discrecional del poder.
Los audios que involucran a los dos tránsfugas más grotescos del payismo tuvo consecuencias para los dos, aunque con diferentes niveles de castigo. Norma Aquino, alias Yamy Nal, fue expulsada, pero Javier Vera, alias Chaqueñito, apenas fue sancionado por dos meses sin goce de sueldo. Si es cierto lo que dijo en uno de los audios, que su voto vale 20 mil dólares, tiene saldo para aguantar el castigo, que aceptó gustoso, incluso votando contra sí mismo. El horno no está para bollos. Volver a vender asadito en la calle es una llanura a la que no piensa volver, aunque deba clausurar su lengua por tres años.
Nunca una pérdida de investidura tuvo tanto consenso, dentro como fuera del Senado. Yamy Nal convirtió su defensa en su propio libelo acusatorio. Después de escuchar sus incoherencias no había manera que siguiera como legisladora. Acusaba, pedía disculpas, besaba los pies de sus ex aliados, luego los acusaba nuevamente de conspirar contra Horacio Cartes y Santiago Peña. Dejó el Senado siendo un meme, sello que adquirió desde su candidatura negando su propia identidad.
Sin embargo, este culebrón tiene una trastienda cada vez más inquietante: El manejo autoritario y prepotente de quienes hoy están en el poder. Una tragedia que se consolida cada vez más y que conspira contra los mínimos consensos democráticos.
Los últimos acontecimientos ratifican esta situación.
Apenas el bloque democrático anunció el libelo acusatorio para solicitar la pérdida de investidura de ambos, desde el cartismo se respondió con otra amenaza: Si los opositores no retiraban el planteamiento, iban a plantear también la expulsión de los liberales Celeste Amarilla y Salyn Buzarquis. Esto generó inquietud en la oposición. A partir del lunes y el martes se dieron sendas reuniones entre Bachi Núñez, Natalicio Chase y Silvio Ovelar con Esperanza Martínez, Rafael Filizzola y la propia Celeste Amarilla.
El encontronazo más virulento se dio entre Bachi y Celeste. Cansada de las constantes amenazas, les desafió a que la expulsen sin antes advertirles que movilizaría a las bases liberales, que juntos a miles de indignados por los privilegios políticos, podrían convertirse en el polvorín de una crisis inmanejable. Entonces, ya saltó el escándalo de los sobres en Mburuvicha Róga. Ovelar y Chase pusieron paños fríos. Finalmente, prometieron no tocar a ningún opositor y la ópera bufa llegó a su fin con la caída del telón solamente para Yamy Nal.
La oposición no tuvo otra que aceptar la hoja de ruta del cartismo, que decidió mantener al impresentable Chaqueñito, cuyo pecado es igual o peor.
Por ahora, Cruzada Nacional recupera las dos bancas: Una en forma definitiva, con la incorporación del empresario Walter Janusz Kobilanski, y la otra, en forma temporal, con la arquitecta Gladys Mendoza de Esparza.
LECCIONES. Este episodio, probablemente uno de los más ordinarios e indignos del Senado, deja reflexiones. Una de ellas es la intimidación permanente del cartismo cada vez que se siente amenazado por legisladores críticos de la oposición. De hecho, la cabeza de Amarilla ya estaba en la bandeja de plata cuando expulsaron a Kattya González. No lo ejecutaron porque no es lo mismo descabezar a una legisladora del PLRA, partido con músculo para movilizar bases, y otra a una senadora sin estructura partidaria. No existe convivencia política posible cuando la mayoría se ejerce con el garrote en la mano. El Parlamento está cada vez más autoritario y prepotente. Ya no se debaten los temas y cuando el oficialismo no puede confrontar las ideas, corta el micrófono y advierte con la guillotina.
La otra es más profunda. No se puede hacer política con marginales que no tienen una ínfima práctica de trabajo comunitario, gremial o político, un saber mínimo del mundo que los rodea, con quienes carecen absolutamente de una visión social, de las relaciones, de conocimientos aunque sean instintivos de las consecuencias del manejo del poder. Pero esa marginalidad no se refiere solamente a lo social, al lumpen, al que no tiene conciencia de clase, sino a quienes pertenecen o representan a la marginalidad criminal, como la narcopolítica. Estos asaltantes están destruyendo lo poco que queda de democracia.
Por eso los Yamy Nal pueden generar risas, burlas, rabia porque convierten al Congreso en una ópera bufa, pero no hay que perder de vista que la vieja política corrupta es la verdadera tragedia.
TEXTUAL
“Yo soy militante del partido Cruzada Nacional, soy profesional arquitecta en obras civiles, toda mi vida viví de la función privada, y entré a la política gracias a la doctora Yolanda Paredes en Ciudad del Este, porque me tocó trabajar allá. Nosotros venimos del Partido Cruzada Nacional porque somos antisistema. Estamos en contra de la corrupción y de la impunidad. No vine para vender mi voto. No necesito”. (Lucía Mendoza, senadora suplente)
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LO QUE HAY QUE SABER
SIN PENA NI GLORIA. La visita del libertario Javier Milei fue la repetición de sí mismo. En la cumbre conservadora repitió sus ideas, que están fracasando totalmente en la Argentina.
BAJO FUEGO. Se dieron preocupantes señales de violencia con amenazas y atentados a tres comunicadores: Carlos Benítez, Fabián Costa y Aníbal Gómez. Una ley de protección espera.
TAIWÁN. Los audios de Yamy Nal llegaron a la isla y su Cancillería salió a cruzar señalando que la cooperación con el Congreso se ejecuta bajo la ley, de manera abierta y transparente.
¿Y los 500 MIL MILLONES?. “Las cuentas no esperan, nuevo emprendimiento”, anunció el ex intendente, Nenecho Rodríguez, al mostrar imágenes de un establo con cientos de vacas.