La pobreza y la delincuencia tienen rostro de familia monoparental (solo madres en muchos casos), se suicidan cada día 3 paraguayos, la mayoría jóvenes menores de 30 años y el escándalo rodea un presidente que en un encuentro de ultraderechistas repite que la familia es la base angular de la sociedad. ¿Cuál de ellas? ¿La propia o la ajena?
A juzgar por estos números, ella luce por lo menos destrozada y no hay una sola política pública que busque atenuar su terrible impacto.
Pero el Gobierno nos habla de Dios, patria y familia invitando justamente a Abascal, el líder español de Vox cuyo activismo contra el papa Francisco se concluye como una de las causas por las que el prelado recientemente fallecido nunca visitó España.
Afirman incluso que oraban para que el amigo del significativamente corrupto se muriera.
No digamos nada de patria a la que se la tiene como trapo de fregar. Solo miremos los números. ¡2 mil millones de dólares que se roban en licitaciones de bienes y servicios por año! Esos son más de 10.000 millones en un periodo de gobierno.
Nadie está preso por estas cosas y ninguno ha hecho la reforma del Estado que permita controlar el gasto público que no acabe en los bolsillos de los administradores de ocasión. Es la misma patria de la que se llenan la boca en los feriados que se desplazan a días diferentes para expresar la irrelevancia de las fechas. A la que no se honra con un accionar honesto, diligente ni digno.
Al contrario, es la misma patria que llora y muere en los hospitales o se mantiene ignorante de manera que nunca tenga conciencia del sometimiento y marginación que padece. Con esos dos mil millones bien administrados haríamos el salto de calidad que requerimos en esas dos áreas tan fundamentales de una nación.
Pero, la patria está en el mismo nivel de la familia y de Dios, en ese grito destemplado de claras reminiscencias fascistas.
Por vergüenza muchos no se animarían nunca a pronunciarlas, pero aquí a pesar de las incoherencias lo hacen a voz de cuello en un foro de claras reminiscencias del la liga anticomunista de la era del tirano Stroessner.
Vienen repitiendo lo mismo desde los tiempos de campaña y rechazando toda presencia internacional que cuestione el poder reinante, pero nada en torno a las recomendaciones y financiación que se hace desde afuera con incluso dinero desde adentro a las organizaciones de derecha que se reunieron en Asunción.
Otra incoherencia más. No les importa porque el objetivo es justamente eso, que proyecten la idea que esas contradicciones no tienen costo y que incluso con algunos votos de ingenuos les pueden hacer ganar elecciones al que se les ponga enfrente.
La llamada batalla cultural choca con las incoherencias internas y aunque ellas se conviertan en escándalo para Dios, patria y su familia no parece inmutarles para nada.
Se regodean en las tonterías que hacen porque distraen las cuestiones centrales de la gestión de Gobierno que siguen haciendo agua por efecto de la ineficiencia, incapacidad y corrupción.
Hay que librar la gran guerra contra la ignorancia que es el caldo de cultivo de estas tonterías convertidas en anatemas de un gobierno que disfruta de las distracciones que generan estos hechos.
Son capaces todavía de ir más lejos mientras la oposición desarticulada no le haga frente. Solo unos tímidos colorados le han recordado al liberal Santiago Peña que la ANR es doctrinariamente de tendencia opuesta a la ultraderecha a la que hizo de gozoso anfitrión. No le importa si perpetró cosas peores y vive en un escándalo familiar que le resbala.
Las tonterías se han convertido en la hoja de ruta de este gobierno. Si por lo menos distrajera o generara carcajadas pasaría, pero cuando el resultado es pobreza, inseguridad, ignorancia y muerte; el cuadro es deprimente, zafio y repugnante.