21 dic. 2025

La desigualdad, esa ecuación olvidada en el debe y el haber de la política

Cuando el calendario marca los últimos días del año y la evaluación se presenta inevitable, se podría señalar que las demarcaciones políticas para acciones futuras están sumamente claras. Desde un escenario falaz se podría hablar de oficialismo y oposición, como dos fuerzas compactas y antagonistas, pero esto es engañoso porque dentro de esos conjuntos hay subgrupos que migran de un lugar a otro según sus intereses particulares sin el mínimo rubor. Tiene su dinámica marcada por la coyuntura porque “la política icambiante”, la política es cambiante, como diría un pragmático seccionalero, esa incombustible especie republicana cuya flexibilidad le permite adaptarse a nuevos amos para sobrevivir en el mundo prebendario.

En términos generales, el oficialismo (cartismo) cierra un año sin grandes aprietos políticos. Por ahora, aunque con algunas grietas, Honor Colorado controla la disciplina, con rumbos electorales demarcados. Horacio Cartes digitó y ratificó al vicepresidente Pedro Alliana para el 2028 y aceptó la propuesta de postular a Camilo Pérez como precandidato para intendente de Asunción para el 2026.

En la disidencia, la pugna es más agitada. Hay tres vertientes: la del ex presidente Mario Abdo Benítez, el ex vicepresidente Hugo Velázquez y de la senadora Lilian Samaniego. Por ahora, no hay consenso para una candidatura única municipal para enfrentar a Pérez en Asunción. Hay desconfianza sobre uno de los grupos al que se acusa de jugar para Cartes dividiendo las fuerzas.

HOUSTON, TENEMOS UN PROBLEMA. Sin embargo, en el Gobierno se empiezan a agitar las cosas. En ese juego de intereses, de tomas y dacas, se abrieron grietas que se expresan públicamente. Desde el ala más política, hay cuestionamientos al Poder Ejecutivo, especialmente a los ministros tecnócratas que no sienten las necesidades más urgentes del pueblo. Nicanor Duarte Frutos, fichado por el propio Cartes, los llama emperadores. Hay también cruces fuertes en el Gabinete. El furioso cuestionamiento del ministro de Economía contra la ministra de Obras no puede pasar de largo. Carlos Fernández dijo que Claudia Centurión tiene una pésima gestión. Ahora está en la mira el titular de Petropar, Eddie Jara. La Contraloría detectó transferencias bancarias desde la petrolera estatal a su cuenta personal y millonarios pagos con su tarjeta de crédito sin documentos que puedan respaldar el origen del dinero. El contralor Camilo Benítez incluso cruzó la línea políticamente correcta, al pedir su renuncia. Jara, quien vive un romance digno de la revista Hola criolla con la diputada Johana Vega, parece caminar en la delgada línea roja. Está por verse si esta es una operación política dentro del propio Gobierno para sacarlo del cargo aprovechando sus lujosos excesos.

En el Senado hay fugas del oficialismo y se consolida un frente anticartista que podría generar problemas al Ejecutivo en el nuevo período parlamentario, luego de dos años de ordenar al Congreso lo que había que aprobar sin chistar.

Si el objetivo del oficialismo era consolidar la hegemonía institucional, cerraron el círculo con la cumbre secreta entre la Corte Suprema y el presidente de la República, además de Cartes, cuya participación se ha convertido en un juego de verdades y mentiras. Con esta reunión que degrada la calidad institucional completaron la grilla al poner bajo la sombra de la duda la independencia de seis ministros, de los cuales, al menos tres gozaban de confianza. El Poder Judicial y esa vocación de sometimiento que no se cura ni con la inamovilidad.

La percepción inicial del gobierno bicéfalo se fue confirmando con el tiempo. Peña consolidó su rol gerencial mientras Cartes, apenas asoma la nariz, demuestra que es el poder real. La plenaria de Honor Colorado fue la puesta en escena que mostró esa dinámica.

Pero esto tampoco es motivo de tensión intragubernamental, porque no hay disputa de poder al no existir fuerzas que compitan entre sí. Peña sabe su lugar, no tiene bases ni votos en el Congreso, y está encantado con la glamorosa tarea de la diplomacia presidencial. Asegura que viaja para atraer inversiones y así va por los más recónditos países del planeta hasta para traer trofeos deportivos.

El año que viene será un año electoral.

Es cuando se vislumbrará mucho mejor cómo se definirá este engranaje político, sus juegos de poder, y quiénes serán elevados, discriminados o incluso exiliados. Lo único claro es que a Peña, su padrino le adelantó la etapa del pato cojo.

OPOSICIÓN. La fragmentada oposición también llega con mejores condiciones este fin de año. Sin dudas, el oxígeno provino desde Ciudad del Este, donde la victoria municipal del movimiento de Miguel Prieto generó un escenario que despierta ilusiones. Por de pronto, hay intentos sólidos de alianzas en varios municipios replicando el modelo de unidad de Asunción para enfrentar a la ANR. Los resultados del 2026 sentarán las bases para el 2028.

Si esta línea de acuerdos se replica en el Congreso, aunque no logren revertir los votos, la actuación en bloque puede contribuir a generar esperanzas.

Si bien hay disputa de liderazgos, aún no hay figuras hegemónicas. Hoy, la figura más fulgurante es Prieto, además de Kattya González, según las últimas encuestas. El PLRA está allí, con su estructura, pero sin líderes ni roles claros y una fragmentación profunda. Aquí la cuestión es mucho más compleja, especialmente por la vergonzosa vertiente cartista que hará todo lo posible por embarrar la cancha y dinamitar proyectos.

El año cierra con el oficialismo con el control absoluto de las instituciones republicanas, un tufo de corrupción en todos los niveles que salpica al propio presidente de la República, displicencia en cuanto a las denuncias y una degradación institucional que favorece la cooptación de mafias diversas. Del otro lado, una oposición en absoluta minoría que apenas da batalla en el Congreso, sin posibilidad de torcer decisiones, pero que levanta cabeza de cara a las municipales.

LOS OTROS. Sin embargo, para ese otro país, que vive lejos de la frontera de los que están mejor, allí donde reina la desigualdad, expresada en la humillación diaria del transporte público, la pésima atención de la salud pública, la paupérrima educación en manos de docentes mediocres, el empleo informal que niega futuro a miles de trabajadores, para esa eterna víctima de las voraces castas políticas y económicas, no hay festejos por el logro del segundo grado de inversión.

Que en el 2026, la mentada distribución de la riqueza se haga carne para que Paraguay sea un territorio donde sus habitantes no tengan que ponerle color escarlata a su alma para gozar de los mínimos servicios públicos.

¡Salud!

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