En el evento –organizado por la Cámara de Comercio Paraguay-Brasil– se tuvo la presencia de expertos de ambos países y en las presentaciones pudo contrastarse muy bien la enorme diferencia que hoy existe en los sistemas eléctricos de los dos países.
Pero esa diferencia no existía sesenta años atrás cuando ambos sistemas eléctricos eran muy similares. En el año 1962, el Brasil había creado una empresa llamada ELETROBRAS y en el año 1964 el Paraguay había creado la ANDE y ambas empresas estatales tenían el monopolio de la generación, de la transmisión y de la distribución de la energía eléctrica en sus respectivos países.
En el Brasil este monopolio estatal comenzó a hacer crisis en los años 80, cuando la producción eléctrica ya no podía abastecer la demanda existente.
Durante esa década se produjeron numerosos “apagones” a lo largo y ancho de nuestro inmenso vecino, siendo el más importante el del año 1985 cuando cerca de 30 millones de personas se quedaron sin luz.
Esto llevó a que en la década de los 90 se iniciara una profunda reforma del sistema que fue minuciosamente planificada, llevando a la creación de un poderoso e independiente ente regulador como la ANEEL y a la privatización de las diferentes empresas estatales.
Hoy el Brasil produce casi el doble de la energía que consume y su matriz energética está ampliamente diversificada. Cuando el sistema eléctrico era estatal más del 90% de la energía provenía de las hidroeléctricas y hoy es solo el 44%. El 66% restante proviene de diferentes fuentes, como la eólica, la solar, la biomasa, la nuclear, etc.
El Paraguay aún no ha pasado por la crisis que tuvo el Brasil en la década de los 80, pero el fuerte incremento de la demanda eléctrica de las últimas dos décadas debido al crecimiento de nuestra economía que pasó de un PIB de 8.000 a 43.000 millones de dólares, acelerado en los últimos años con la aparición de la criptominería, nos está acercando peligrosamente a ese momento no deseado.
En estos más de 60 años de vida de la ANDE, su única inversión propia en generación de energía fue la construcción de la Hidroeléctrica de Acaray, porque tanto Itaipú como Yacyretá son binacionales.
Para empeorar la situación, desde la llegada de la democracia en 1989 la tarifa de la energía que vende la ANDE a los consumidores siempre fue fijada políticamente, siendo esta absolutamente insuficiente para cubrir sus costos y realizar las inversiones de mantenimiento y crecimiento de la red eléctrica.
La amenaza que se nos viene encima se demuestra muy claramente en diferentes estudios realizados por diversos expertos, entre ellos los del Instituto de Profesionales Paraguayos del Sector Eléctrico, que evidencian que en cinco años más, como máximo, nuestro consumo en horas pico superará nuestra producción actual.
El tema es visto como importante y urgente desde hace varios años, pero no se observó, ni de los gobiernos anteriores ni del actual gobierno, la voluntad para transitar por esta compleja e imprescindible reforma.
Reforma que debe ser cuidadosamente planificada y que debe contar con un poderoso ente regulador –independiente políticamente– antes de abrir la participación al sector privado.
Si un país mucho más complejo como el Brasil pudo hacerlo, por qué no podríamos hacerlo los paraguayos, cuando tenemos gente altamente calificada en el sector.
Si no lo hacemos, nuestro crecimiento económico va a frenarse, las inversiones van a estancarse, el desempleo va a aumentar y la calidad de vida de los habitantes va a empeorar.
Porque sin seguridad energética no es posible el desarrollo.