16 dic. 2025

Conceptos universales y falacias macroeconómicas II

Decíamos en nuestra entrega anterior que dar existencia real a las generalizaciones de carácter económico es una de las falacias más comunes en la economía. En ningún aspecto se ve más claramente este hecho que en el intento erróneo de inventar, por un lado, el concepto de la “renta nacional” o “producto interno”, y el concepto de la “balanza de pagos” por el otro.

El erróneo enfoque “macroeconómico” analiza arbitrariamente un determinado “sector” de la economía –generalmente un país– como si fuera una unidad integrada. Lo que realmente ocurre en este segmento en la actuación de individuos o grupos de individuos en forma concertada. La macroeconomía juzga que todas esas acciones individuales son en realidad el resultado de la operación mutua de una “magnitud” macroeconómica sobre otra “magnitud” macroeconómica (Mises. Los Fundamentos últimos de la Ciencia Económica). En otras palabras, se niega la existencia de la acción individual humana y se la reputa no causa, sino consecuencia de misteriosas fuerzas colectivas que de alguna forma preceden la acción individual. El clásico caso de poner el carro delante de los bueyes.

Nada muestra más claramente este inveterado error que hacer referencia al concepto de “renta nacional” o “producto interno bruto”. El concepto de renta surge de la necesidad contable que tiene una empresa de satisfacer satisfactoriamente al consumidor.

Al enfrascase en la producción, realiza una contabilidad del valor monetario de todos los bienes dedicados a este menester en dos instancias temporales. La primera al inicio de la operación y la segunda, al final. Si la operación le ha reputado un incremento de dichos bienes entonces obtiene ganancias y rentabilidad. Caso contrario obtiene pérdidas. De este cálculo aparecen estos conceptos de renta y pérdida como diferenciados del capital. (Mises op.cit)

El método macroeconómico, sin embargo, llama renta no solo las ganancias empresariales propiamente dichas, sino también el valor monetario de las rentas de profesionales y salarios de empleados. Sumando estos números se obtiene lo que se considera –especialmente en el campo impositivo– la “renta nacional” o “producto interno bruto”. El error de proceder de esta forma es manifiesto.

En una sociedad sufriendo de inflación, los precios tenderán a subir a medida que el valor adquisitivo del dinero disminuye. Los empresarios no podrán hacer adecuados cálculos económicos y se inclinarán a consumir su capital disponible, malgastarlo o simplemente reducir sus inversiones. Sin inversión y crecimiento de capital, la producción caerá y la sociedad se volverá más pobre.

Sin embargo, en el cómputo realizado por el macroeconomista, al medirse las magnitudes totales con precios inflacionarios, el resultado indicará un falso aumento del “ingreso nacional”

En una sociedad con crecimiento económico por otro lado, ocurre el proceso inverso. A mayor capital invertido per cápita, la producción aumentará y la productividad marginal del trabajador será mayor. Con mayor cantidad de bienes a disposición de la gente, los precios y salarios tenderán a bajar nominalmente, a medida que el poder adquisitivo de la moneda tenderá a aumentar. La sociedad en general será por supuesto más rica. Sin embargo, al aplicarse el método “macroeconómico”, curiosa y paradójicamente, el resultado de la sumatoria de precios será menor –naturalmente pues los precios han bajado gracias a que no existe inflación y la moneda tiene mayor valor– dando la falsa impresión de que la sociedad está más pobre. Absurdo.

La otra gran falacia macroeconómica que deriva de estos mismos errores es querer consolidar el concepto de la “balanza de pagos”. La balanza de pagos es la confrontación de todos los ingresos y egresos de un individuo o grupo durante un período de tiempo. En ese sentido la balanza siempre está equilibrada. Siempre cuadra.

Si un individuo, llamémoslo Juan, trabaja en un banco, “exporta” su trabajo a cambio de un salario y al mismo tiempo “importa” todos los bienes que necesita para sobrevivir, comida, ropa, cobijo, etc. etc. La balanza de pagos de Juan está siempre en equilibrio.

Su balanza comercial mostrará si contribuye a la sociedad o si es una carga. Si ahorra y consume todo lo que gana.

La balanza comercial de un grupo, por otro lado, no provee la misma información que la balanza individual. Es menos precisa, ya que la misma No contempla las transacciones internas del grupo.

Cuanto más grande o consolidado sea el grupo, menor será la información que brinde. Para ver claramente el error, imaginemos un grupo tan grande como el mundo entero, (Rothbard), vemos claramente que su balanza es precisamente CERO. No existe posibilidad de transacción consolidada. Todas las transacciones son internas. Es evidente el error holístico de querer consolidar el arbitrario grupo por encima de las acciones del individuo.

El método macroeconómico es una ficción inútil basada en falsas presupuestos económicos. Nace de la depredación impositiva y su finalidad es meramente política. Prescinde de la realidad de la acción humana individual y la sustituye por una construcción imaginaria política y viciada. ¿Por qué nos preguntamos elegir arbitrariamente un “país” para realizar el cálculo macroeconómico? ¿Por qué no un departamento, o ciudad o barrio? ¿Por qué un país y no un continente? ¿Por qué no el mundo entero? El único motivo es, por supuesto, hacer prevalecer intereses políticos particulares en detrimento de las necesidades de la mayoría. Los conceptos de “renta nacional” y de “balanza de pagos” son mera propaganda política basada en errores lógicos.

No tienen valor económico alguno.

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