15 jul. 2025

Reacción y responsabilidad en educación

Recientemente, la senadora doctora Blanca Ovelar, presidenta de la Comisión de Educación de la Cámara del Senado denunció en sesión de la Cámara, la grave situación del estado de la educación en nuestro país, por su profunda crisis profesional y moral.

Esta oportuna llamada de alerta no puede, no debe pasar desapercibida, porque la situación crítica que se denuncia, nada menos que en la educación nacional está incubando gravísimas consecuencias para el presente, el futuro próximo y posterior de nuestra nación.

En el presente, porque se están atropellando derechos fundamentales de millones de paraguayos niños, adolescentes y jóvenes y de sus padres; en el futuro próximo, porque los educandos presentes serán entonces ciudadanos incompetentes e inermes incapaces para poderse valer, trabajar y producir en un mundo cada día más complejo, acelerado, innovador y exigente. Y en el futuro posterior, por las mismas razones y otros factores semejantes, previsibles e imprevisibles, acumulados.

A la llamada de alerta desde el Senado corresponde una reacción activa y responsable de todos, aunque solamente sea por ética cívica y por defender la base fundamental (que es la educación) del bien común de la nación: Reacción del Gobierno, de los tres poderes del Estado, y de los municipios de los partidos políticos, por ética social y política y de todos los ciudadanos, especialmente de los padres de familia, con hijos en edad de educación escolar y superior, por su derecho y deber de “patria potestad”.

No estoy inventando ni exagerando responsables y responsabilidades, sencillamente estoy recordando lo que dispone la Constitución Nacional y nos obliga a todos ineludiblemente. El artículo 75 dice así: “La educación es responsabilidad de la sociedad y en particular recae en la familia, el Municipio y el Estado”. He destacado a los partidos políticos, aunque el artículo 75 no lo hace, porque su vocación y compromiso en la sociedad es precisamente luchar por el bien común, en nombre de los sectores de la sociedad que representan y no hay bien común sostenible sin educación de calidad.

Si ante esta denuncia nuestra reacción es la pasividad, la inacción permisiva, ante Dios, ante nuestra conciencia y ante los educandos seremos cómplices. Si además callamos, igualmente seremos cómplices del daño irreparable que estamos haciendo a tantos inocentes y a toda la nación, porque “el que calla, otorga”.

Para enfrentar esta grave crisis de la educación académica superior y escolar tenemos que empezar por ayudarnos entre todos a tomar conciencia del valor y trascendencia definitiva que tiene la educación en todos sus niveles y actualmente, dada la aceleración de los cambios, también en la educación permanente.

Para salir de esta grave crisis es necesario descubrir sus causas e identificar a los responsables y sus respectivas responsabilidades. Dada la complejidad del sistema y de los procesos educativos en todos sus niveles, especialidades y modalidades es necesario que el reparto de responsabilidades se haga con equidad y justicia, porque normalmente cuando se habla de mala o deficiente educación se echa la culpa exclusivamente a los profesores.

No cabe duda de que el bajo nivel profesional de los profesores es parte importante del problema, pero la pregunta correspondiente es ¿quiénes son responsables de que tengan títulos profesionales y ejerzan sin tener competencias suficientes?

Necesitamos urgentes diagnóstico y terapia de calidad, porque el enfermo está grave.

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