Representantes de la Codehupy entregaron una carta en la víspera a autoridades del Senave por la cual exigen la anulación de una licitación por riesgos ambientales.
Se trata de la licitación pública ID 464304, que busca contratar el “Servicio de transporte, recolección, tratamiento y disposición final de semillas obsoletas tratadas con agroquímicos” en la sede regional de la cartera situada en Paraguarí.
La misiva, que también fue entregada de forma simultánea a la Gobernación del Departamento de Paraguarí, pone énfasis en la urgencia y gravedad de la situación denunciada, afirmando que la licitación —actualmente en proceso de evaluación—, no cumple con el marco legal ambiental vigente “ni garantiza una gestión segura y responsable de residuos altamente peligrosos”.
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Las organizaciones firmantes, entre ellas la Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay, Sobrevivencia amigos de la Tierra y Heñói Centro de Estudios, denuncian que el pliego de bases y condiciones ignora por completo disposiciones legales nacionales e internacionales que rigen el tratamiento de contaminantes orgánicos persistentes, como el Convenio de Estocolmo y el Convenio de Basilea.
Se estima que alrededor de 2.000 toneladas de semillas de algodón tratadas con plaguicidas obsoletos están almacenadas en la sede de Senave en Paraguarí y que podrían generar un daño ambiental.
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Los firmantes también solicitan la reformulación del pliego técnico en función de criterios científicos y legales adecuados, así como la elaboración urgente de un Plan Nacional de Gestión de Plaguicidas, con participación de la sociedad civil.
“Dicho plan debe abordar el control del uso masivo de agrotóxicos en Paraguay, su disposición final y la atención a las múltiples denuncias de impactos en la salud humana, especialmente en zonas rurales e indígenas”, señalaron en un comunicado.
Codehupy aseguró que con la acción busca “evitar que la improvisación y la omisión estatal deriven en una nueva catástrofe ambiental y sanitaria”, resaltando antecedentes de contaminación en comunidades como Rincón’i, donde miles de kilos de tóxicos fueron esparcidos sin control alguno.