En este país, el acceso a los tratamientos oncológicos presentan múltiples barreras: hospital centralizado en Areguá, escasos turnos con especialistas, lista de espera para estudios, mamografías, quimioterapia y hasta radioterapia. No lo digo yo, sino que los testimonios de aquellos que día a día pugnan por el acceso en el sistema de salud pública y del Instituto de Previsión Social (IPS).
Cuentan que una vez que se tiene el diagnóstico, se inicia el proceso del tratamiento con miedo a lo que vendrá y a lo que se suma: las deficiencias del sistema de Salud Pública y de la previsional. A todo ello, hay que sumar que en este país la solidaridad es la que sostiene el tratamiento de miles de pacientes. Las vaquitas, las polladas, las rifas son el sistema que financian con seguridad el acceso a medicamentos, estudios, transporte, alimentación y sostenimiento emocional. Como la experiencia de la Fundación Las Elegidas que venden pines para ayudar a las mujeres de escasos recursos para costear el tratamiento. Esto demuestra que la red solidaria es la que logra dar ese sostén económico y emocional a los pacientes con cáncer.
Lamentablemente en el país solo se invierte el 4% del producto interno bruto (PIB), una cifra mínima, atendiendo la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que es del 6%. Por ello, Paraguay es uno de los países que ocupan los últimos lugares en cuanto a inversión en la salud. Y eso no solo se ve, sino que se vive al usufructuar los servicios de salud.
Es importante repetir el artículo 68 de la Constitución Nacional “Del derecho a la salud”, que dice: “El Estado protegerá y promoverá la salud como derecho fundamental de la persona y en interés de la comunidad. Nadie será privado de asistencia pública para prevenir o tratar enfermedades, pestes o plagas, y de socorro en los casos de catástrofe y de accidentes”.
Que los derechos no queden solo en tinta y papel, sino que se conviertan en realidad para los millones de paraguayos y paraguayas.
A propósito del mes de Octubre Rosa, en este décimo mes de cada año, todo se tiñe de rosa. Lazos, remeras, logos, vestimentas, una campaña de marketing que pareciera que solo busca imponer un color por encima del significado real de la fecha: Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer de Mama, que se conmemoró ayer.
Por otro lado, es innegable decir que tienen su aporte las campañas este mes para la visibilización de la enfermedad y la importancia del diagnóstico precoz, pero más allá del color urge garantizar los tratamientos. Pero, más allá de la moda del color rosa en el mes de octubre, es importante no solo insistir en esta fecha en el acceso a los turnos para las consultas con especialistas mastólogas, y lo más importante a los estudios como la mamografía o la ecografía mamaria.
El cáncer de mama es la primera causa de muerte oncológica en las mujeres en el país y desde el año 2011 superó al cáncer de cuello uterino.
Estos datos revelan la importancia de garantizar el acceso a las mujeres y hombres también, que representan el 1% de los casos a nivel país.
Por ello, garantizar el acceso universal y continuo es fundamental, ya que las cifras son preocupantes. Este fue el principal pedido de organizaciones como la Asociación de Pacientes con Cáncer y Familiares (Apacfa) que apuntan a la visibilización de las personas con cáncer, la importancia del diagnóstico precoz y, por sobre todo, al acceso al tratamiento en tiempo y forma, como de la quimioterapia, los medicamentos y la radioterapia.
Los otros que alzaron la voz, provienen de la Asociación de Pacientes Oncológicos del Instituto de Previsión Social que en un comunicado instaron a las autoridades de la previsional y del sistema de salud en general a garantizar el acceso continuo a los medicamentos oncológicos, la provisión de estudios diagnósticos y la atención médica especializada, sin interrupciones ni demoras. En este mes, entonces, es importante menos rosa y más políticas públicas.