Nueva York, la ciudad que vio nacer a Donald Trump y donde construyó su inmensa fortuna, no tuvo miedo a sus amenazas. El presidente de EEUU advirtió que cortará los fondos federales a Nueva York si ganaba el “comunista”, y Nueva York eligió al “satanás musulmán”.
A diferencia de los intendentes de Paraguay, los alcaldes de otros países tienen muchas más atribuciones en materias de salud, educación, vivienda, impuestos. Acá, aún con su limitado poder institucional ni siquiera son capaces de mantener una ciudad limpia, sin baches y se roban hasta la leche para los estudiantes. Ahí cayó finalmente preso, luego de chicanear a la Justicia por una década, el ex intendente de Lambaré Roberto Cárdenas que se robó el dinero de Fonacide para la construcción de escuelas. ¿Se imaginan si los intendentes paraguayos tuvieran semejantes atribuciones?
Mucho se ha dicho y aún se va a analizar la victoria de Mamdani. Mucha disrupción de este político millenial que fue capaz de movilizar a 100 mil jóvenes voluntarios que lo ayudaron visitando las casas y echando por tierra la creencia de que esta generación de la que es parte se volvió demasiado conservadora. ¿Qué político en Paraguay es capaz de ilusionar a los jóvenes de esta manera? ¿Quiénes representan a los Lucas Pavón, este joven estudiante que escrachó al senador Ovelar por su escandaloso nepotismo mientras, en pose catedrática, daba su charla sobre política internacional?
POR CASA. La oposición paraguaya debe mirar con mucha atención lo que pasó en Nueva York. Políticamente hablando. Pero su mirada no debe quedarse en la estrategia de comunicación, en las simples formas. Es cierto, como millenial han sido las redes sociales, un elemento clave de su triunfo, pero ha sido su conexión directa con los ciudadanos lo que lo ha llevado al triunfo. Fue caminando por las calles, hablando con habitantes en su propio idioma, subiendo a los metros, haciendo hincapié en los problemas más acuciantes, hablando sin tapujos de los marginados, sin necesidad de moderar su discurso ni pretender quedar bien con el establishment. Hizo política, en mayúsculas.
El problema de la oposición paraguaya, y especialmente de los liberales, es parecerse demasiado a los colorados, especialmente en sus peores vicios. No quieren confrontarlo, sino ser su clon, cambiar simplemente el color de la bandera en el centro de poder sin modificar las estructuras que mantienen las groseras desigualdades en medio de una corrupción exasperante. Ese parecido es una camisa de fuerza porque cuando se habla de corrupción, aparecen los liberales corruptos cuando se habla de narcopolítica, aparecen los nexos con algún legislador liberal; cuando se habla de ineficiencia, aparecen las administraciones liberales desastrosas. Las excepciones son pocas y no hacen la diferencia.
Y en ese parecido con la ANR está su mayor derrota.
CIUDAD DEL ESTE. Hoy, en la capital del Alto Paraná se da una batalla electoral clave con sabor a 2028. Allí, la ciudad comercial por excelencia, que mueve miles de millones de dólares, define su destino entre Daniel Mujica, del movimiento Yo Creo de Miguel Prieto, y Roberto González Vaesken. El ganador completará el mandato de Prieto, a quien los colorados destituyeron para cortarle las alas. Si gana Mujica, el liderazgo de Prieto cruzará las fronteras del Este y se anotará en la carrera por la chapa opositora. Hoy se juega mucho más que la administración de la ciudad.
Aunque en versión pequeña, multicultural, cosmopolita y enérgica como Nueva York, Ciudad del Este dio la nota en 2019 cuando Prieto ganó las elecciones municipales. Fue una victoria disruptiva porque lo hizo solo, ganando a colorados y liberales. Porque logró conectar con nuevas ideas y los habitantes de la ciudad fronteriza más rica del país dejaron atrás sus atávicos pañuelos colorados y azules para aventurarse con un joven que logró romper seis décadas de hegemonía colorada. ¿Volverá CDE a confiar en su proyecto apoyando a su delfín Mujica? Los liberales decidieron darle su respaldo, y los colorados repiten la vieja fórmula con un candidato de consenso, de mucho poder económico y soberbia insultante. Con dinero de Itaipú y del Estado desviándose para la campaña.
Más allá de las distancias geográficas y de los resultados de hoy en CDE, la oposición debe aprender que el buen marketing electoral puede generar muchos “me gusta”, viralizar discursos, es una cáscara vacía, una popularidad ficticia, que no sirve per se, si no se conecta con la gente de forma real y directa para detectar su malestar y asumir su defensa sin discursos almidonados o temerosos de inquietar al establishment político, económico y religioso. Con coraje y piel gruesa para enfrentar las etiquetas agresivas de las redes sociales.
Sin pedir disculpas por lo que uno es, cree, representa y defiende.