El sistema financiero paraguayo ha invertido décadas en construir credibilidad: balances más sólidos, supervisión rigurosa y políticas de riesgo responsables. Ese esfuerzo colectivo permitió que Paraguay se destaque en la región por su estabilidad, incluso en medio de crisis internacionales. Esa estabilidad nació de un pacto político tras una crisis devastadora que arruinó a miles de familias. El consenso fue claro: dejar el manejo de la economía en manos de técnicos independientes, guiados por la ciencia y las buenas prácticas.
Sin embargo, todo puede desmoronarse si se permite la intromisión indebida en las decisiones del Banco Central. Cada fisura en su credibilidad es una grieta en la confianza del sistema financiero.
Uno los pilares de la credibilidad es el evitar tratos discriminatorios hacia las entidades que componen el sistema financiero. Por ejemplo, si el BCP se toma un plazo de 3-6 meses para autorizar una fusión, debería poder explicar por qué en otras se toma mas de 12 meses.
El Banco Central no es ajeno a las presiones externas, y en caso de que ella ocurriera debería refugiarse en su historia.
Es la institución que resistió presiones políticas para colocar sus reservas en programas de “alto rendimiento”; la que denunció la injerencia del Poder Ejecutivo cuando se exigió la renuncia total de su Directorio; la que rechazó un decreto abiertamente inconstitucional para ceder operaciones de cambio a un banco del sistema; la que descubrió, persiguió y recuperó recursos financieros en el extranjero.
Esa valentía institucional es el cimiento de la confianza y credibilidad. La credibilidad institucional es un activo que se construye y mantiene con transparencia, coherencia, y carácter, que resulta indispensable para sostener la confianza de los mercados y de la ciudadanía.
Como decía Protagoras: “El hombre es la medida de todas las cosas”. Si el hombre falla, no hay estructura constitucional o legal que lo reemplace.
La autonomía del Banco Central del Paraguay no es un privilegio institucional: es el ancla de la economía nacional que se sostiene en la credibilidad de sus funcionarios.