PILAR
Enzo Espínola, estudiante de la carrera de Ingeniería Agropecuaria en Pilar, se destaca en su ciudad por un innovador proyecto que, incluso, ganó un concurso del Conacyt: Convertir los residuos que genera el matadero municipal en un promisorio fertilizante natural.
El estiércol del animal bovino es un recurso que prácticamente pasa desapercibido y no se aprovecha todo el potencial que tiene para fertilizar la tierra. Y la principal matadería de la ciudad está en el foco de la polémica por ser fuente de problemas ambientales.
De ahí que un joven estudiante de la Facultad de Ciencias Agropecuarias y Desarrollo Rural de la Universidad Nacional de Pilar (UNP) ideó una iniciativa de doble impacto: Minimizar la contaminación y aprovechar el máximo el potencial fertilizante de los desechos animales.
Enzo Espínola, estudiante del quinto curso de Ingeniería Agropecuaria, cuenta una huerta en la compañía Yataity –a las afueras de la capital de Ñeembucú–. Junto a un grupo de jóvenes emprendedores trabaja en la producción de abono orgánico en un lote de ocho hectáreas.
Para el efecto, Enzo arribó a un acuerdo con la Comuna pilarense para poder utilizar los residuos generados en el matadero municipal. Se trata de un gran volumen, ya que su promedio anual es de unas 100 toneladas de desechos.
El futuro ingeniero agropecuario explica que los desechos del matadero que provienen del contenido estomacal (contenido ruminal) son principalmente líquidos verdes, que contienen materia fecal, orina, pasto, y otros restos de la digestión del animal. Este residuo es un tipo de desecho orgánico que debe ser gestionado adecuadamente para evitar la contaminación del agua y del suelo, pues puede contener patógenos y otros contaminantes.
Para lograr el objetivo de convertir esa gran cantidad de residuos en abono, utilizarán lombrices californianas (Eisenia Foetida). Esta especie de gusano mejora el suelo de tres maneras: Al consumir materia orgánica y transformarla en humus, el cual es un fertilizante orgánico rico en nutrientes y microorganismos benéficos; también al crear y mantener una red de túneles que mejoran la aireación y drenaje del suelo.
“El tercer punto es incrementar la retención de agua y nutrientes gracias a la estructura porosa que generan y a las propiedades físicas del humus que liberan. De esta manera, transformamos los residuos generados en el matadero de Pilar en recursos productivos”, sostuvo al estimar que –al año– se puede obtener unas 40 toneladas de abono.
PREMIADO. Enzo postuló su innovador proyecto de fertilizantes orgánicos en el concurso “Impulso a Mipymes con Innovaciones Verdes y Sostenibles”, organizado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el Ministerio de Industria y Comercio (MIC) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Fernando Ramírez, intendente de la ciudad de Pilar, felicitó al joven estudiante luego de que su Huerta Yataity ganara dicho concurso. Enzo recibió G. 88.000.000 como parte del premio. “En mi proyecto me centré en la utilización de este desecho, para el objetivo debemos de adecuar las instalaciones y en este lugar (su huerta) avanzaremos para producir este abono”, dijo.
Importancia del abono orgánico
La agricultura orgánica se basa en cultivar respetando la naturaleza, sin químicos sintéticos, protegiendo el suelo, el agua y la salud de quienes consumen y producen. El abono orgánico es un tipo de fertilizante natural, elaborado a partir de materias orgánicas de origen animal o vegetal, como restos de cultivos, estiércol y compost.
Su función principal es aumentar la fertilidad del suelo y mejorar sus condiciones, al tiempo que aporta nutrientes esenciales para las plantas y fomenta un ecosistema del suelo más saludable.
