18 may. 2024

Inflación: Medidas urgentes para reducir el efecto en las familias

La amenaza de un aumento en el nivel de precios no es menor en un país donde un cuarto de la población sobrevive con ingresos por debajo de la línea de pobreza y alrededor de la mitad se encuentra apenas por encima de esa línea y con alto riesgo de caer. Si a eso le agregamos una clase media altamente vulnerable, sin seguridad económica y endeudada, un proceso inflacionario puede tener efectos devastadores. Un proceso inflacionario tiene efectos reales en el bienestar afectando también a las expectativas por el impacto que genera. El Gobierno debe contar con políticas que permitan mantener la capacidad adquisitiva, que ya de por sí es baja, para no afectar aún más a una amplia proporción de la población.

Si bien el fenómeno inflacionario tiene algunas causas externas, Paraguay cuenta con oportunidades de mitigar en parte el problema con mecanismos internos. En primer lugar, el aumento en el precio de los alimentos en un país productor de alimentos no debería ser un problema.

Sin embargo, en Paraguay se está convirtiendo en un grave cuello de botella para el desarrollo ya que no hay políticas que garanticen el autoabastecimiento de productos básicos en nuestra canasta familiar.

La falta de acceso a alimentos sanos pone en riesgo la estabilidad de los precios y la salud de la población.

A medida que empeora la calidad de los alimentos, enfermedades como el sobrepeso y la obesidad, la diabetes, la presión alta se traducen también en un aumento de los costos de los servicios de salud.

Cuando las familias no pueden pagar por productos alimenticios de calidad nutricional reemplazan con otros de menor calidad, generalmente con impactos nocivos en la salud.

El segundo determinante actual del aumento generalizado de los precios son los combustibles fósiles. Paraguay es productor y exportador de energía renovable y a pesar de ello está sufriendo igual que los países que no cuentan con este recurso.

Es inconcebible que no sea posible mitigar el aumento de los combustibles con una mayor oferta de energía eléctrica y más barata.

Ambas situaciones se veían venir desde hace años y los gobiernos no tomaron las medidas necesarias. Hoy la ciudadanía está sufriendo el efecto de una pandemia en la salud y en el empleo y ahora se suma la pérdida de poder adquisitivo de los pocos ingresos con que cuenta.

Gran parte de los hogares en Paraguay viven con el equivalente a un ingreso mínimo o menos y con ese monto deben financiar servicios que debieran ser gratuitos, como la salud y la educación básica. A eso se agrega que al no contar con un buen servicio de transporte público también deben pagar altos costos de movilidad e incluso quienes pueden comprar un auto lo hacen agregando gastos en combustibles, mantenimiento y seguros.

El Estado tiene funciones, competencias y obligaciones, incluso constitucionales, que debe garantizar para la población. Al no cumplir cabalmente con estos objetivos no solo generaba una mala calidad de vida sino que actualmente con el aumento de los precios pone en riesgo años de lentas mejoras en el bienestar.

Ojalá el Gobierno y los funcionarios públicos que se deben a la ciudadanía tomen conciencia del rol que tienen y diseñen e implementen medidas que aminoren las consecuencias negativas del proceso inflacionario.

Paraguay tiene todas las condiciones materiales para cumplir con este objetivo.

Un proceso inflacionario tiene efectos reales en el bienestar afectando también a las expectativas por el enorme impacto de la incertidumbre que genera.

No hay que dudar ni un momento acerca de la necesidad de mantener controlado el nivel de precios.

Más contenido de esta sección
Las reguladas del servicio del transporte público forman parte ya de la realidad cotidiana para los pobladores de la capital, su área metropolitana y el Departamento Central. El mal servicio, no obstante, afecta a todas las ciudades y localidades del Paraguay. Este, además de la salud pública, es el servicio más ineficiente que debe padecer la ciudadanía. Las humillaciones que a diario soportan los usuarios son inaceptables. Un transporte público seguro y cómodo es un derecho que tienen los paraguayos y significa calidad de vida.
Cada día se suceden los hechos delictivos que impactan en la ciudadanía, hasta el punto de que estos eventos prácticamente están normalizados. La violencia urbana afecta a las personas en las paradas del transporte público, en las calles y en los espacios públicos, mientras las autoridades del país continúan sin ofrecer respuestas, salvo alguna estadística surrealista. La inseguridad se suma de esta manera a la lista de deudas del Estado paraguayo, que tampoco ofrece a la población educación de calidad, salud pública, empleo digno ni servicios eficientes.
Creado hace 81 años, el Instituto de Previsión Social tiene como finalidad brindar asistencia a sus asegurados en caso de enfermedad, accidentes de trabajo y enfermedades profesionales y proporcionar una jubilación o una pensión al trabajador titular. Es una institución fundamental para el trabajador, y ha quedado demostrado que es imprescindible, a pesar inclusive de la corrupción y la mala gestión que consume sus recursos. Urge recuperar IPS para la mejor asistencia y asegurar a miles de paraguayos una digna jubilación.
Ya no quedan dudas de que la democracia en Paraguay está en riesgo. En la Cámara de Senadores, el sector colorado cartista y sus satélites no solo forzaron un reglamento para lograr la pérdida de investidura de una senadora de la oposición, sino que además resulta preocupante que lo hayan hecho como una forma de acallar voces críticas. Pasar por encima de la Constitución Nacional y pretender la uniformidad de todas las ideas y opiniones no es democracia. Están a un paso de causar un quiebre, y eso la ciudadanía no debe permitirlo.
El alto peso de las remuneraciones en el total del gasto público siempre llama la atención de la ciudadanía, a pesar de que con respecto a otros parámetros está por debajo de los estándares internacionales. Esto no sería un problema si fuese acompañado por calidad en la gestión pública, lo cual nunca será posible sin una carrera seria y rigurosa en la función pública basada en méritos y resultados de la gestión. Los casos de nepotismo muestran la fuerte injerencia político-partidaria en las decisiones que se refieren a los recursos humanos.
El contexto económico internacional cambió con respecto a los últimos años. La demanda externa favoreció a Paraguay como productor y exportador de commodities de bajo valor agregado y calidad. Hoy, el mundo exige estándares de calidad a la producción y la juventud paraguaya busca empleos en mejores condiciones que en el pasado. Esos resultados solo son posibles con emprendimientos e inversiones productivas, lo que a su vez exige seguridad jurídica, una condición debilitada por la actuación irresponsable de los políticos.