19 oct. 2025

Gaza: El frágil cese al fuego

La demora en la entrega de los cuerpos de rehenes fallecidos por parte de Hamás amenaza con reactivar la guerra entre el grupo terrorista e Israel.

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Jorge Daniel Codas Thompson
Analista de política internacional

El acuerdo de alto al fuego entre Israel y Hamás comenzó este pasado lunes con grandes expectativas de éxito. Los veinte rehenes israelíes vivos fueron liberados a cambio de doscientos cincuenta prisioneros palestinos condenados a cadena perpetua en Israel y cerca de mil setecientos palestinos detenidos en Gaza durante la guerra. Sin embargo, Hamás solo ha devuelto nueve cuerpos de veintiocho rehenes fallecidos, generando gran malestar en el Gobierno y la sociedad israelíes, poniendo así en riesgo el frágil cese al fuego entre las partes en conflicto.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, manifestó en un acto en memoria de las víctimas del ataque liderado por Hamás el 7 de octubre de 2023 su determinación de asegurar el regreso de los rehenes fallecidos que aún se encuentran en Gaza, y agregó que no dudaría en seguir combatiendo el terrorismo con todo el poderío de las Fuerzas de Defensa Israelíes si su país fuera atacado de nuevo. Asimismo, Israel ha respondido al retraso amenazando con restringir la ayuda humanitaria que llega a Gaza, motivo de gran preocupación entre las agencias especializadas encargadas de su distribución.

Estas declaraciones no solo reflejaron la voluntad personal de Netanyahu, pues el Foro de Rehenes y Familias Desaparecidas en Israel declaró que el Gobierno israelí debería detener de inmediato la implementación del acuerdo de alto el fuego hasta que se devuelvan los cuerpos restantes, presionando al primer ministro israelí a que tome acciones decididas en caso de continuo incumplimiento por parte de Hamás.

Estados Unidos, por su parte, ha restado importancia a la sugerencia de que esto constituya una violación de los términos del cese al fuego. Después de que Hamás declarara no poder recuperar todos los cuerpos, asesores del presidente Donald Trump afirmaron que los preparativos para pasar a la siguiente fase del acuerdo de alto al fuego seguían en pie. Estos declararon que, hasta el momento, el Gobierno estadounidense no creía que Hamás hubiera roto el acuerdo al no entregar más restos de rehenes, y afirmaron que el grupo había “actuado de buena fe al compartir información con sus interlocutores”. De hecho, uno de los asesores principales de Trump señaló el nivel de destrucción en Gaza como una de las razones por las que la búsqueda podría resultar problemática, y planteó que se podrían ofrecer recompensas a gazatíes civiles que proporcionen información sobre la ubicación de los restos. El ala militar de Hamás declaró que continuaría los esfuerzos para la búsqueda de los cuerpos restantes, pero que requeriría equipo especializado. La aparición de una versión filtrada del acuerdo entre Israel y Hamás en medios israelíes (la versión definitiva no se ha hecho pública) sugiere que Israel contemplaba ya la posibilidad de que no todos los cadáveres fueran accesibles de inmediato.

Por su parte, Hamás se ha quejado ante los mediadores de que efectivos de las Fuerzas de Defensa de Israel han matado más de veinte personas desde la puesta en vigor del alto al fuego, a lo que las fuerzas israelíes han respondido que solamente han abierto fuego para proteger a sus tropas.

Precisamente, apenas se declaró el cese el fuego, comenzó la batalla por el control de la Gaza de la posguerra. Hamás se ha estado enfrentando con otros clanes, con el resultado de decenas de muertes de todos los bandos. A pesar de haber acordado ceder el control del territorio, Hamás es, una vez más, el contendiente interno más fuerte en la Franja. Los clanes rivales más importantes no superan unos pocos cientos de efectivos, mientras que Hamás aún conserva varios miles. Las críticas públicas a Hamás, que se llegaron a hacer comunes en Gaza durante la guerra, se han ido apagando por temor a represalias. Al igual que Israel, Hamás hasta ahora solo se ha adherido a la primera fase del plan de paz de veinte puntos del presidente Donald Trump, por lo que la organización declaró que, hasta que no se acordase la segunda fase, seguiría gobernando. El propio presidente Trump declaró que se dio a Hamás “la aprobación” por un periodo de tiempo. Respecto a los combates entre Hamás y los clanes de Gaza, Donald Trump afirmó que estaba dispuesto a que se reanudaran los combates entre Israel y Hamás si este último seguía matando rivales. Si bien Trump había descartado anteriormente la presencia de tropas estadounidenses, afirmó que no tendría más remedio que “entrar y matar”.

Sin embargo, la guerra ha cambiado la situación y posicionamiento del grupo terrorista. Gaza es hoy tierra arrasada. Si no hay reconstrucción, la organización posiblemente perderá el escaso apoyo popular que aún posee. Sin embargo, es poco probable que quienes podrían financiar esa reconstrucción, sobre todo los países árabes ricos, lo hagan si Hamás está al mando, y sin garantías de que un conflicto en Gaza no vuelva a estallar. Esto podría convencer a Hamás de ceder efectivamente el poder a un comité palestino tecnocrático y apolítico supervisado por una Junta de Paz internacional, encabezada por Trump y que contaría con la participación de personalidades internacionales como el ex primer ministro de Gran Bretaña Tony Blair. Este sistema de gobernanza para Gaza está contenido en el plan de veinte puntos del presidente estadounidense.

En todo caso, el éxito de cualquier nuevo órgano de gobierno dependerá en gran medida de la situación de seguridad, que a su vez será dependiente de una nueva fuerza policial palestina respaldada por la llamada Fuerza Internacional de Estabilización (FIE), compuesta por tropas de varios países que aún están por confirmarse. De todos modos, el papel de Hamás también será crucial en este punto. Si la FIE proporciona una barrera que impida nuevos enfrentamientos entre Israel y Hamás, este podría aceptarla. Sin embargo, si la FIE pretende desarmar a Hamás y destruir su infraestructura militar, como se establece en el plan de Trump, Hamás podría sabotear dichas acciones.

El delicado tema del desarme de Hamás ya ha generado también otras propuestas alternativas. Las armas podrían entregarse a un tercer país, como Emiratos Árabes Unidos o Egipto, y no a Israel. Asimismo, los miembros de Hamás podrían ser entrenados e integrados a la nueva fuerza policial palestina, evitando así dejar a personas cuya mayor habilidad es el combate sin una actividad concreta y constructiva. En este sentido, Gran Bretaña se ha ofrecido a aportar su experiencia para encontrar una vía intermedia, ya que tuvo que lidiar con el desmantelamiento de tropas en Irlanda del Norte. Más aún, al igual que el Ejército Republicano Irlandés (IRA) y el Sinn Féin, Hamás podría reinventarse como una nueva organización política aunque, según el plan de paz, debe abandonar el gobierno.

El eventual fin del conflicto entre Israel y Hamás puede estar ante una inmejorable oportunidad de llevar las relaciones entre Israel y Palestina hacia una clara mejoría e, incluso, al establecimiento a más largo plazo de un Estado palestino. Esto supondría un logro que ha esperado por décadas, pero que estabilizaría la región y daría espacio para la convivencia pacífica entre israelíes y palestinos tras décadas de conflictos. Sin embargo, existen riesgos claros para el proceso. Más allá del interés de Hamás en conservar el poder y seguir gobernando con mano de hierro a Gaza, sectores políticos de Israel podrían ver la negativa de Hamás a cumplir con el acuerdo planteado por Trump como una oportunidad para argumentar que es imposible el diálogo político por causa del grupo terrorista y podría, según sea la belicosidad del mismo, darle argumentos al Gobierno de Israel para proseguir la guerra en Gaza. Dependerá no solo de la voluntad de las partes, sino de la habilidad y sentido de oportunidad de los mediadores, poder plasmar el plan propuesto por Trump en una esperanzadora realidad.

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