En conversación con Última Hora, Martínez compartió los ejes centrales de su participación y ofreció un recorrido por su obra, su vocación docente y sus nuevas novelas en desarrollo.
“Mi charla se centró en un hecho poco conocido pero profundamente simbólico: La relación histórica entre Colombia y Paraguay, que data del siglo XIX, durante la Guerra de la Triple Alianza. En 1870, el escritor colombiano Jorge Isaacs, autor de María, propuso en el Congreso de Colombia una ley que acogiera a todos los paraguayos desplazados por la guerra. Gracias al Decreto 78, los paraguayos fueron considerados colombianos por derecho”, comentó a la par de recalcar que esta es una prueba de la hermandad latinoamericana que debe seguir reivindicándose en la actualidad.
“Nuestra región necesita más puentes como estos. En tiempos donde el mundo avanza en bloques –como la Unión Europea–, Latinoamérica debe fortalecer sus lazos culturales, históricos y diplomáticos. Somos hijos de una misma raíz: La aborigen y la hispánica”, acotó.
Además del enfoque histórico, la charla realizada en el auditorio Homenaje al Idioma Guaraní también buscó rescatar el perfil político y humano de Jorge Isaacs, más allá de su fama como autor romántico.
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“Muchos conocen María, pero pocos saben que Isaacs fue una figura pública clave, comprometida con las causas de su tiempo. Yo presento una biografía novelada sobre su vida, sus vínculos con intelectuales de toda América y su lucha por la integración del continente”, explicó.
La historia como motor literario
Ya retirado tras 35 años como profesor universitario, Fabio continúa activo en el mundo literario. Actualmente, trabaja en dos nuevas novelas históricas. Una sobre Paula de Eguiluz, una curandera afrodescendiente acusada de brujería por la Inquisición en Cartagena de Indias.
“La historia de Paula es una metáfora de cómo la mujer ha sido estigmatizada en América desde hace siglos. Ella era curandera, pero en una época donde no existía la diversidad ideológica ni religiosa, fue perseguida y juzgada por el Santo Oficio”, explica el autor. El relato transcurre por las calles coloniales de Cartagena, una ciudad histórica marcada por el mestizaje y la represión inquisitorial.
La otra que transcurre en un campus universitario, explorando ese microuniverso de pasiones, debates y formación.
“La historia me fascina porque es profundamente humana. Contar el pasado es esencial para no repetir errores, para construir sociedades más incluyentes. La novela histórica permite conectar esas lecciones con el presente”, afirma.
Amores, desamores y tropeles universitarios
El segundo proyecto que el autor tiene en desarrollo es Amores, desamores y tropeles, una novela ambientada en un campus universitario, espacio que Fabio conoce bien tras 35 años de docencia.
“Los campus son microcosmos donde sucede de todo: Política, pasiones, rebeldías, sueños. Allí se refleja el país en pequeño”, señala.
Este trabajo, más contemporáneo, busca retratar las complejidades y contradicciones del entorno educativo y juvenil en América Latina.
Un vínculo directo con la literatura paraguaya
Al hablar de Paraguay, Martínez no escatima elogios ni recuerdos. Durante su juventud en París, en la Universidad de la Sorbona, tuvo la fortuna de conocer al gran escritor paraguayo Augusto Roa Bastos, Premio Cervantes y autor de Yo el Supremo.
“Fue un privilegio escucharlo en persona. Él era un exiliado político, pero también un intelectual profundo, conocedor de las raíces guaraníes. Nos habló de dictaduras, de identidad, de lengua. Marcó una época”, recuerda.
También rememoró con emoción a otro paraguayo notable, el profesor Rubén Bareiro Saguier, quien le dio clases en París y a quien redescubrió en un cartel de la Feria del Libro en Asunción.
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“Ver su rostro hoy fue muy conmovedor. Su legado como académico paraguayo con prestigio internacional debe seguir siendo valorado”, señaló.
Para finalizar, dejó una reflexión poderosa sobre el valor de los intercambios culturales.
“Sé que hay relaciones comerciales entre Paraguay y Colombia, pero es crucial que también haya un mayor intercambio cultural. Solo así nos reconocemos en nuestra diversidad. Solo así se realiza el sueño de Bolívar: Una Latinoamérica unida, culta y solidaria”, sentenció.