Los resultados de las elecciones municipales reacomodaron el escenario político y amojonaron los territorios electorales de cara al desafío presidencial del 2023. El tablero político cobró febril actividad, pero fue en la oposición donde se generó un tembladeral a raíz de la buena performance electoral de la ANR que no acusó recibo de las denuncias de corrupción ni la aplicación de la nueva ley del desbloqueo.
En el Partido Colorado el cuadro de situación está más claro. El escenario premunicipal ya estaba demarcado entre Horacio Cartes con su candidato Santiago Peña y en la vereda de enfrente el vicepresidente Hugo Velázquez, ambos unidos por la camisa de fuerza de la Operación Cicatriz cuya sutura se rompió apenas finalizó la contienda electoral. Luego cada quien ocupó su lugar en el ring.
EL PASE OVELAR. Peña ratificó en radio Monumental que él es el candidato presidencial, pero en una extraña declaración en la misma emisora el diputado Bachi Núñez aclaró que Honor Colorado “no definió aún la candidatura de ningún referente”. También Pedro Alliana aseguró que es el compañero de dupla. Pero en las bases cartistas no hay mucha convicción de la dupla porque le falta el barniz de la raza pura colorada (Peña fue liberal y a Alliana le endilgan que fue encuentrista). Esa sería la razón del pase del senador Beto Ovelar al cartismo, cuyo nombre se maneja como alternativa para la chapa vicepresidencial.
Otra novedad fue el paso dado por los senadores de Añetete, quienes plantearon formalmente a Mario Abdo Benítez postularse para presidir el Partido Colorado. “Vamos a evaluar en su momento”, respondió escueto el presidente. Es casi un hecho que decida no hacerlo, pero probablemente apuntalará una candidatura. En el otro sector, Cartes es la figura más fuerte, pero tampoco dio el sí hasta el momento.
En Añetete aún no hay consenso sobre Velázquez y aún se especula con otras candidaturas, pero el vicepresidente pegó primero y eso tiene sus ventajas. Arnoldo Wiens era una promesa, pero está golpeado por su gestión en Obras Públicas, especialmente por el cuestionado puente de ñandutí. Aquí Velázquez le dio el primer paso a través de la Contraloría que emitió un fulminante dictamen contra el ex pastor para sacarlo del combate. Está por verse si su golpe fue un nocáut.
DESCALABRO LIBERAL. La incursión del empresario farmaceútico Norman Harrison aireó la densa interna liberal atrapada en el enfrentamiento caníbal entre Efraín Alegre y Blas Llano porque se lo veía como un candidato potable para el 2023. Tenía lo más importante: dinero y una militancia discreta dentro del PLRA. Tuvo acercamiento con Fernando Lugo y otros dirigentes de la oposición para entender la compleja trama de las alianzas. “La carrera por la presidencia no es fácil, es por eso que estoy recorriendo y hablando con los dirigentes políticos del PLRA. Soy amigo de Efraín Alegre y Blas Llano”, decía entonces. Jugó como tal en las municipales y durante la campaña prometió tomar la decisión luego de las elecciones. Apostó por Eduardo Nakayama en Asunción.
Pero los resultados lo golpearon tan fuerte que provocó su huida. Especialmente en la Capital, donde no solamente perdió el candidato liberal (que cometió demasiados errores), pero también porque tuvo la cercana y dolorosa experiencia de la traición política. Y le puso nombre y apellido: “Una decepción para mí fue la traición de (Augusto) Wagner acá en capital, es una traición que se vuelve a concretar y no se logra la victoria por pocos votos, 5%”. El más antiguo concejal liberal es el mejor aliado de todos los intendentes colorados cuya corrupción blinda con sus votos, porque eso le genera más dividendos que el triunfo de su partido.
Harrison dio a conocer su postura el miércoles. “Decido quedarme en el sector empresarial y ahí continuar con mi compromiso. En primer lugar es una decisión personal, en segundo por mi familia y tercero por este antagonismo entre los dos dirigentes (Llano y Alegre), que genera una división profunda dentro de lo que es el liberalismo y no permite tener esa vocación de poder que tuvo el Partido Liberal en el 2008 con Fernando Lugo”, explicó en tono de frustración y derrota.
Además de sus razones personales, Harrison tampoco entró con el pie derecho al PLRA. Pensó que su fortuna era suficiente para lograr la adhesión automática y que Llano y Efraín mágicamente iban a deponer sus hachas y renunciar a su espacio. Aparentemente no quiso una interna con Alegre, quien hasta el momento es imbatible.
“Se asustó, nunca hizo política en serio y es muy impaciente”, evaluó un llanista, quien citó una realidad insoslayable como parte de la liturgia electoral. Los candidatos a intendente necesitaban dinero. “Él tenía que dar mínimo 100 millones al candidato con probabilidades de ganar y al menos 50 millones a los otros en el día D. Hay que apostar por los intendentes porque son los dueños de los votos que te servirán en las generales”, detalló los intestinos de una campaña real. También cuestionó su rápida desilusión por lo de Nakayama y su actitud de “analista político” posrenuncia. “Él opinó sobre todo, pero finalmente no se animó a enfrentar la realidad”.
La decisión de Harrison de no pugnar por la presidencia de la República devolvió al PLRA y a todo el arco opositor a su vieja y entrampada realidad. Quedan asignaturas pendientes, pero la principal es cómo resolver el odio entre Llano y Efraín (que no se resuelven con votos) porque al ser el PLRA el socio mayoritario de la oposición, su división irresuelta es como la piedra del suicida.
Parece surrealista, pero no lo es. La dinámica de la ANR es la misma en cada disputa electoral y gana repitiendo la misma fórmula, así como la oposición pierde repitiendo sus errores de siempre.
Por ahora hay acuse de recibo del golpe colorado en las municipales. Sentarse a dibujar un proyecto común, con un candidato o candidata creíble, que genere esperanzas. El tiempo dirá si comprendieron su rol ante la historia. Porque si no logran enhebrar voluntades y el individualismo se impone por prejuicios políticos, el diario del lunes volverá a titular lo mismo de siempre y el país seguirá en el pozo de la corrupción y la desigualdad.