04 nov. 2024

Electoralismo prematuro

En dos actos políticos realizados en Ñeembucú y en el Alto Paraná, se anunció la candidatura a presidente de la República de Pedro Alliana.
A muchos, estos anuncios nos parecieron un acto de electoralismo excesivamente prematuro, teniendo en cuenta que el presidente Peña recién ha completado un año de gobierno y que las próximas elecciones presidenciales serán recién dentro de cuatro años.

Este anuncio prematuro ha generado también anuncios similares de referentes de la oposición, como Payo Cubas y Miguel Prieto, desatando un electoralismo adelantado, que no le hace bien ni a la institucionalidad de la República ni al gobierno de Peña.

Recordemos que la política tiene dos tiempos: Uno es el periodo electoral cuando los candidatos buscan obtener los votos para llegar a los diferentes cargos públicos y, el otro, es el periodo de gobernar en el que las personas electas deben llevar adelante sus programas de gobierno.

Para evitar que los políticos vivan en un electoralismo permanente, tanto nuestra legislación electoral como la de casi todos los países del mundo establecen un calendario electoral y limitan el proselitismo fuera de las fechas permitidas.

El anuncio de la candidatura presidencial antes de tiempo y dentro del mismo partido de Gobierno, no solo va en contra del espíritu de nuestras leyes, sino también debilita tremendamente el poder del presidente, que aún tiene cuatro años por delante para gobernar.

Recordemos que en los Estados Unidos se usa la expresión de “pato rengo” (en inglés lame duck) para denominar a un gobernante al que se le aproxima la fecha en la que debe dejar el cargo o que ya tiene un sucesor.

El Ejecutivo actual que no puede ser reelecto debería limitar el proselitismo y concentrarse en los muchísimos problemas que tiene nuestro país, como son el hambre, la enfermedad y la ignorancia, la falta de trabajo, de vivienda y de un transporte público digno.

Si no vencemos a esos enemigos no podremos avanzar en el camino hacia el desarrollo de nuestro país. Y “el desarrollo es el nuevo nombre de la paz” decía hace casi 60 años el papa Pablo VI en su encíclica Populorum Progressio.

Para caminar hacia ese desarrollo necesitamos recuperar la concordia entre nosotros y enfrentar juntos sector privado, sociedad civil y Estado los grandes desafíos que tenemos por delante.

Pero no necesitamos de nuestro Estado actual, minado por la corrupción, el clientelismo y el prebendarismo; necesitamos de un Estado nuevo, eficiente que brinde servicios públicos de calidad a toda la población.

El gobierno de Peña tiene planes para realizar estas reformas, como, por ejemplo: Los proyectos de reforma del Servicio Civil, del sistema jubilatorio, del sistema de salud, y la mejoría radical en la educación y la infraestructura.

El gobierno de Peña, además, de planes tiene la mayoría en ambas Cámaras del Congreso, para “teóricamente” poder aprobar dichos planes.

Digo “teóricamente” porque todos sabemos que tiene la mayoría en el Congreso, pero también sabemos que estas reformas chocan frontalmente con los cimientos sobre los cuales se sustenta el poder del Partido Colorado, como son el clientelismo, el prebendarismo y la corrupción.

Y los sectores que pueden estar a favor de las reformas anunciadas por el Gobierno se encuentran en los gremios, en la academia y en las organizaciones no gubernamentales… en resumen en la sociedad civil, con la cual el Gobierno se encuentra enfrentado.

Lamentablemente, este Gobierno que al inicio de su mandato tenía muy buenos puentes con todos estos sectores ha ido dinamitándolos, refugiándose en el ala política más dura y en un electoralismo permanente.

El error de dar anuncios prematuros de candidaturas presidenciales solo va a desviar la atención de los temas que son importantes para la ciudadanía y va a crispar el ambiente, dificultando aún más los consensos que son fundamentales para nuestro desarrollo y para la convivencia armónica de toda nuestra sociedad.

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