03 oct. 2025

El general MacArthur y Yamy Nal

¡Vaya semanita la que ha tenido el gobierno! Los audios de las conversaciones entre los angurrientos y mediocres Norma Aquino y Javier Vera sacudieron a figuras prominentes del Senado. Aquellos, más conocidos por sus alias –algún día habrá que acabar con esta ridícula costumbre de tener parlamentarios con apodos–, hablaban con desparpajo sobre coimas y el precio de sus votos. Y antes que la barahúnda haya acabado, surgió otra de igual o mayor tamaño: Los sobres de Mburuvicha Róga. ¿Había dólares en esos sobres? ¿Por qué no hubo denuncia? Entre la mansión de San Bernardino y la falta de explicación de los sobres, hay un empate técnico en cuanto a la gravedad de los escándalos.

Veamos lo que pasó en el Senado, donde el cartismo reaccionó con furia, expulsando de su seno a Yamy Nal y suspendiendo por dos meses a Chaqueñito. Hubo un doble rasero en las penas impuestas a ambos. Cálculos políticos declararon al pecado de la primera como mortal y al del segundo como venial.

Enterado de la sentencia, a Chaqueñito se le dibujó una sonrisa de alivio y hasta se dio el lujo de votar a favor de su suspensión. Mientras, Yamy Nal comenzaba a vivir las horas más negras de su vida. Como una diva de telenovela de bajo costo, se fue con estridor y poca elegancia. Su descargo fue confuso, contradictorio y patético. Primero negó todo, luego dijo que los audios estaban manipulados, después cambió de versión y más tarde admitió y pidió perdón, pero, enseguida, volvió a amenazar.

El reality show que vivió desde que asumió el cargo, llegaba a su fin. Venía precedida del nefasto antecedente de haber sido destituida del Poder Judicial por presunto planillerismo. Cuando los periodistas la consultaron sobre el caso les mostró el dedo del medio. Era, todavía, la época de la fatua soberbia, cuando era mimada por el cartismo, sector que la recibió festivamente luego de su rápido transfuguismo partidario.

Había sorprendido por los engañosos filtros de las fotografías que utilizó en las redes sociales durante la campaña electoral y siguió sorprendiendo por su afán de protagonismo como “tiktokera” y sus repetidas polémicas. Sin embargo, era una parlamentaria con escaso aporte y excesiva ambición. En realidad, la reina del drama nunca debió haber estado allí. ¿Cómo llegó a ser senadora de la Nación? Esta es una pregunta que espera una respuesta por parte de quienes la postularon y de todo el sistema electoral paraguayo.

Sin embargo, no se le concedió un adecuado derecho a la defensa, negándose plazos razonables previstos en la Constitución. El poder público está obligado a respetar de manera irrestricta la posibilidad de que el ciudadano ejercite ampliamente su derecho a defenderse. En un sistema republicano de gobierno, el ciudadano tiene que tener un plazo razonable para recabar pruebas y elaborar una estrategia defensiva. Y esta garantía es irrenunciable no solo en procesos judiciales, sino también en procedimientos parlamentarios.

Poco importa que la afectada por este caso se haya burlado de Kattya González cuando, hace un año y medio, la expulsaron en forma arbitraria de la Cámara Alta sin libelo acusatorio ni tiempo para la defensa. Yamy Nal sostuvo entonces que no era nada grave “porque todo el Paraguay sabía las razones de la acusación. En el Twitter la gente alzaba las pruebas”. Ahora está viviendo el karma de que le haya ocurrido lo mismo, pero eso no le quita el derecho a que se le garanticen plazos razonables para su defensa.

Creo que estas reflexiones son irrelevantes, pues hay una suerte de unanimidad de que su lugar está fuera del Parlamento. Ella se despidió, empero, con un anuncio: “Volveremos, como dijo el comandante MacArthur”. Una vez más se equivocó, pues la frase correcta es “Volveré” (en inglés, “I shall return”), un icónico augurio que hizo en 1942, al evacuar Filipinas ante el avance japonés.

Douglas MacArthur cumplió su juramento. Yamy Nal fue eyectada del Senado y pasará al olvido. Pero si, por ahí, llega a cumplir su promesa, Dios guarde al Paraguay.

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