En un encuentro de urgencia, en un momento aparte –en paralelo a la Asamblea de la ONU en Nueva York, en la semana pasada, reunidos Trump, Milei, Caputo y Bessent– se tomó la decisión de que, delante de las elecciones nacionales en el ámbito parlamentario de octubre en Argentina, el gobierno de los Estados Unidos, como prestamista de última instancia (antes era el FMI, hoy ya no lo es, porque Argentina ya utilizó todos sus favores) va a socorrer a Milei y su gobierno, que hace aguas en todas las dimensiones. Los recursos provendrían de los contribuyentes estadounidenses. Esta decisión hizo caer el riesgo país temporalmente por debajo de los 1.000 puntos y el cambio retrocedió más de 6 por ciento, de inmediato, tanto el lunes pasado como el martes, y así por delante.
El simbolismo de las declaraciones de Trump como de Bessent es emblemático. Trump posteó un mensaje en sus redes sociales afirmando que el “respetable presidente de Argentina probó ser un líder verdaderamente fantástico para el pueblo argentino, avanzando en todos los niveles a una gran velocidad, luego de haber heredado un caos inflacionario y fiscal de la izquierda radical”, así como Biden dejó a los Estados Unidos hasta que llegara Trump. Según el presidente del Norte, hay una alianza con Milei y espera seguir trabajando con él para continuar juntos en los increíbles caminos del éxito económico. Luego dijo que Milei tiene su apoyo para su próxima “reelección como presidente”, refiriéndose en modo confuso sobre el futuro inmediato en cuanto a las votaciones de octubre, que nada tienen que ver con reelección presidencial alguna.
El gran objetivo es proveer de dólares a Milei para que el mismo pueda defender el tipo de cambio, de modo a que no se vaya por las nubes y que su programa financiero no fracase. Programa económico no existe en Argentina. Luego de la derrota electoral en Buenos Aires el tipo de cambio superó los 1.500 pesos por dólar y los activos argentinos se depreciaron aceleradamente. El problema de Milei es que para continuar sus reformas libertarias, necesita de un Congreso favorable para que este le apruebe sus medidas librecambistas, hoy contaminadas con denuncias de corrupción en modo casta. Si pierde las elecciones de octubre todo su modelo corre peligro, en manos de una oposición legislativa que le puede impedir seguir gritando VLLC.
En abril del presente año, el FMI aprobó un préstamo de 20 mil millones de dólares que llevó las reservas para alrededor de 40.000 millones de dólares. La meta era terminar con el cepo cambiario. Pero se adoptó un régimen de bandas cambiarias. Se permitió que el dólar fluctuase entre 1.000 pesos como piso y 1.400 pesos por dólar como techo. Esa banda se ampliaría uno por ciento por mes. Lo que aconteció es que el dólar fluctuó ya sin brecha cambiaria relativamente estable, pero con la derrota electoral y el tres por ciento de coima que supuestamente cobra Karina, tocó y sobrepasó el techo cambiario. La casta en su expresión libertaria fue nefasta para el prestigio del presidente.
Se suponía que el banco central argentino con dólares proveídos por el FMI debía vender dólares en el mercado para estabilizar la disparada. La banca central llegó a vender más de mil millones de dólares en cuestión de pocos días. El problema de esta actuación es que se necesita vender muchos dólares para lo cual se necesita tener reservas suficientes. Como la deuda externa argentina es enorme, más de 250 mil millones de dólares, si no hay reservas, el mercado desconfía cada vez más y la crisis se agudiza. Ya se vio en años anteriores, con Macri, estando también Caputo como jefe de la economía argentina. Caputo dijo a la prensa que van a vender hasta el último dólar para defender su plan de gobierno. Qué pasará cuando vendan su último dólar que les sobre de sus reservas. No habrá cómo seguir defendiendo su modelo. Algo simplemente catastrófico. El dólar se puede disparar y todo puede volar por los aires. Esta retórica de Caputo solo sirve si hay suficientes dólares y si hay confianza de los mercados para que nuevos dólares que les provean desde el exterior sirvan para invertir en ampliar la producción y atraer más dólares al país, creciendo, por ejemplo, en sus exportaciones, y no solamente para satisfacer la voracidad por dólares de jugadores del mercado que desconfían del gobierno. Por todo lo anterior es que la promesa estadounidense de que el Tesoro de los EEUU va a darle más dólares al Argentina es determinante. Argentina es el principal deudor del FMI, con más de 42 mil millones de dólares prestados de esta institución, el 35 por ciento de lo que el FMI tiene prestado al mundo todo. Dicen que luego, la deuda total argentina es de 278 mil millones de dólares, lo que exige pagar las cuentas al día.
El problema es que no está garantizado que, con el FMI, en primer lugar, y ahora con el Tesoro de USA, en segundo lugar, sin un cambio en la estructura productiva, el Argentina pueda sostener un tipo de cambio relativamente equilibrado. Ojo. Y, para que haya un cambio en la estructura productiva, los dólares que ingresen no deben servir solo para apaciguar el miedo de la gente, sino que, para invertir en mejorar, por ejemplo, la pésima infraestructura que tiene el país para competir en el mundo con buena productividad. Acabo de llegar desde el Uruguay por las rutas argentinas y las mismas, como la catorce, están casi destruidas. No hay inversión alguna. Parece el Acceso Sur del Paraguay, una vía en ruinas, el modelo guaraní que Milei dice querer emular. ¡Plop!
Lo que libertario está logrando es tranquilizar en algo a los tenedores de bonos argentinos en el sentido de que “algo” van a cobrar cuando lleguen los vencimientos. ¿Pero hay alguien que cree que habrá inversiones endógenas que mejoren la competitividad internacional del país para captar dólares genuinos desde el exterior hacia el Argentina? Bessent asegura alrededor de 22 mil millones de dólares y además dijo que puede comprar moneda argentina; es decir, pesos. Esto es algo inédito, nunca pasó. Los EEUU dicen que todo es posible: Comprar deuda argentina, comprar pesos argentinos o prestarle dinero en dólares al Argentina, hacer un swap con Argentina, etc. Lo que se debe preguntar es el nivel de chantaje que eso significa para este país. Si luego de comprar pesos argentinos en cantidades astronómicas, con los resultados eventualmente desfavorables a Milei en las próximas elecciones, los EE UU pueden querer vender de golpe dichos pesos, y eso haría disparar el tipo de cambio a niveles estratosféricos. Todo se pudre de nuevo.
La cuestión de fondo es para qué se va a usar el crédito que venga de afuera. Será que se va a invertir en mejorar la capacidad productiva de la economía real o se va a utilizar para pagar a los acreedores internacionales y para surtir con dólares a los jugadores amedrentados. Ese es el gran dilema de Milei. El problema es que nadie le presta al Argentina para que este país ocupe de nuevo un lugar relevante en el concierto de naciones desarrolladas. No. Los que le prestan saben que es por una cuestión de reputación ideológica nomás; es para que Milei salve su pellejo evitando o posponiendo una disparada del dólar, ni más ni menos. No quieren perder en la batalla cultural, en la nueva guerra fría, que por momentos se parece a una guerra santa, la de la supuesta santidad de las fuerzas del cielo contra la herejía de los demás, no más. No hay consensos en Argentina sobre hacia dónde están marchando con Milei como presidente, Karina como tutora y el canino Conan como inspirador.
Dicho esto, lo que Trump está haciendo es una especie de financiamiento de la campaña electoral de Milei hacia octubre el 2025, buscando sumarle credibilidad. Qué tal.
Finalmente, el problema argentino es que sus líderes estatales en materia de economía son traders, y no economistas de crecimiento y desarrollo. Y su presidente – así como Peña que vende humo en modo narrativa de un Paraguay como potencia media mundial, y Trump que vende amenazas–, es apenas un vendedor de baratijas, entre ellas, criptomonedas. No olviden, ya no existen presidentes, solo vendedores. Son gente del mercado financiero que apuestan a que especuladores cambiarios ganen o, mejor, no pierdan tanto dinero delante de las inestabilidades del país, dependiendo de los resultados electorales.
La economía argentina no está bien. Está mal. Y no satisface las expectativas de la gente. La heladera está vacía, el modelo paraguayo que los argentinos no necesitan querer copiar. Ya están en esa situación. Cuando Bessent dice que van a ayudar al Argentina a pesar de los pesares, lo que está haciendo es meterse en la política argentina donde las derrotas corroen la credibilidad del presidente Milei; y responder a Elizabeth Warren, senadora demócrata quien dijo que Trump está haciendo un salvataje de campañas electorales argentinas y de tenedores de títulos argentinos, ante un plan económico o, mejor, financiero de Milei, que no le funcionó, haciendo pagar a los contribuyentes estadounidenses dicho salvataje. Bessent respondió que no es verdad lo que afirma Warren, quien dijo además que las tarifas de Trump al Brasil le están haciendo pagar al estadounidense café y carne a precios más elevados, “sólo para ayudar a un golpista convicto como es Jair Bolsonaro en el Brasil”. La legisladora se reafirmó diciendo que “Trump debería dejar de aumentar los precios para los estadounidenses y dejar de regalar nuestro dinero a sus amigos corruptos”, refiriéndose, evidentemente, a Milei y Bolsonaro. En fin, la disputa ideológica está haciendo pagar más caro al consumidor estadounidense algunos productos que son muy demandados en los EE UU. Menos mal que en veinte segundos Lula sedujo a Trump en la ONU y se espera que, por lo menos con Brasil, los tarifazos sean renegociados y las relaciones mejoren por el bien de todos. Milei, mientras tanto, sigue en su dilema existencial. Que las fuerzas del cielo acudan en su rescate. VLLC. ¡Saludos cordiales!