04 sept. 2025

Disparidad de criterios, unidad de objetivo

En un par de semanas, la organización ambientalista A Todo Pulmón llevará a cabo viajes a distintos destinos de nuestro país, cubriendo todos los puntos cardinales y zonas tan distintas como son el Sur con su tierra roja, así como el Chaco Central con su suelo arenoso y seco. No se trata solo de excursiones turísticas, sino de recorridos con un fuerte contenido ambiental y social.

De estas actividades participarán aliados estratégicos de la organización, entre ellos empresas privadas, entes gubernamentales, organizaciones medioambientales y distintos grupos de interés. También se sumarán periodistas y stakeholders, quienes además de informar se constituyen en verdaderos formadores de opinión que ayudarán a multiplicar el mensaje. Cada uno de ellos llega con su propia mirada.

Los ambientalistas más firmes sostienen que no debe derribarse un solo árbol más. Para ellos, cualquier intervención que reduzca la masa boscosa significa un retroceso difícil de recuperar. Su voz es la de la urgencia y de la defensa irrestricta de los recursos naturales.

Los empresarios, en cambio, reconocen la importancia del desarrollo, pero también saben que cada obra o avance tiene consecuencias sobre la naturaleza. Buscan un equilibrio que permita progresar sin hipotecar el futuro. Su visión es más pragmática, aunque no por ello menos consciente.

Por su parte, existen empresas con una mirada estrictamente comercial, cuyo objetivo principal es vender más productos. Sin embargo, incluso en esos casos, la presión social y la necesidad de responsabilidad corporativa las obliga a considerar aspectos ambientales. Quizás les falte aún un poco más de entusiasmo, pero gradualmente están cobrando conciencia de que deben autoexigirse nuevos estándares.

En medio de posturas tan variadas, surge una riqueza sorprendente. Tener miradas diversas no es un problema, sino una oportunidad. Cada enfoque aporta datos, perspectivas y argumentos que ayudan a construir políticas más sólidas, pero también realistas.

El eje común que une a todos es la absoluta convicción de que los bosques deben preservarse. Y que la reforestación ya no es un discurso, sino una realidad instalada. La diferencia radica en la intensidad, en la velocidad y en las formas, pero no en el fondo.

El gran desafío es que las políticas públicas sepan integrar estas visiones y traducirlas en programas eficaces. La reforestación puede ser mucho más eficiente si se ejecuta con criterios claros, metas medibles y coordinación entre los sectores. Para eso, se requieren decisión y consistencia.

El involucramiento de empresas, entes y organizaciones sociales demuestra que ya no se trata de una tarea aislada de ambientalistas. Hoy, el tema está instalado en la agenda nacional y forma parte del debate público. Eso, por sí solo, ya es un logro a valorar.

Apoyar a organizaciones como A Todo Pulmón significa apostar por un futuro más equilibrado y sustentable. Ellas nos desafían a repensar procedimientos, a revisar prácticas y a comprometernos con el ambiente. Y, en definitiva, si el objetivo final es el mismo, bienvenidos sean todos los puntos de vista que colaboren a la construcción de las soluciones.

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