Belén Espínola (*)
En el mundo de la crianza, la disciplina es una palabra que a menudo se asocia con castigo y autoridad. Sin embargo, ¿y si te dijera que la disciplina puede ser sinónimo de amor, respeto y crecimiento para nuestros hijos?
Aprendamos sobre la disciplina positiva, un enfoque que busca enseñar, guiar y conectar en lugar de castigar y controlar.
¿QUÉ ES?
La disciplina positiva es una filosofía de crianza basada en el respeto mutuo, la comunicación abierta y la resolución de problemas colaborativa. Se centra en enseñar a los niños habilidades sociales y emocionales, fomentando su autonomía y responsabilidad. En lugar de imponer castigos, la disciplina positiva se basa en la conexión emocional y el establecimiento de límites claros y consistentes.
PRINCIPIOS
Conexión antes que corrección. Antes de corregir el comportamiento de un niño, es crucial conectar emocionalmente con él. La conexión fortalece el vínculo entre padres e hijos y facilita una comunicación abierta y efectiva.
Enseñanza en lugar de castigo. La disciplina positiva se centra en enseñar a los niños habilidades para la vida en lugar de castigarlos por comportamientos no deseados. Se trata de proporcionar herramientas y estrategias para que los niños aprendan a autorregularse y tomar decisiones informadas.
Fomento de la responsabilidad. En lugar de imponer autoridad, la disciplina positiva anima a los niños a asumir responsabilidad por sus acciones. Se les enseña a reflexionar sobre las consecuencias de sus elecciones y a encontrar soluciones constructivas a los problemas.
Empatía y comprensión. La disciplina positiva se basa en la empatía y la comprensión hacia los niños. Reconoce que el comportamiento de un niño es una expresión de sus necesidades y emociones, y busca abordar esas necesidades de manera compasiva.
ESTRATEGIAS PRÁCTICAS
Establecer expectativas claras. Comunicar de manera clara y consistente cuáles son las expectativas y los límites ayuda a los niños a entender lo que se espera de ellos.
Usar el refuerzo positivo. Reconocer y elogiar el comportamiento deseado refuerza la autoestima de los niños y fomenta la repetición de ese comportamiento.
Establecer consecuencias lógicas. En lugar de castigos arbitrarios, las consecuencias lógicas están relacionadas con el comportamiento del niño y buscan enseñar una lección valiosa.
Fomentar la resolución de problemas. Involucrar a los niños en la búsqueda de soluciones constructivas a los problemas les ayuda a desarrollar habilidades de resolución de problemas y a asumir responsabilidad por sus acciones.
Modelar el comportamiento deseado. Los niños aprenden observando. Modelar el comportamiento que se espera de ellos es una forma poderosa de enseñarles cómo comportarse de manera adecuada.
La disciplina positiva es más que un enfoque de crianza; es un camino hacia una relación más cercana, respetuosa y amorosa entre padres e hijos. Al adoptar principios, como la conexión emocional, el enseñar en lugar de castigar y fomentar la responsabilidad, estamos creando un ambiente donde nuestros hijos pueden crecer y desarrollarse de manera saludable y feliz. Hagamos del amor y la comprensión los pilares de nuestra disciplina, criando así a una generación de niños seguros, compasivos y respetuosos. A través del refuerzo positivo y la resolución de problemas colaborativa, les estamos equipando con habilidades valiosas para la vida, preparándolos para enfrentar los desafíos del mundo con seguridad y determinación.
(*) Sicóloga Clínica Infantil. Especialista en Educación Emocional.