07 oct. 2025

Comentarios: Integración energética

El domingo 31 de agosto de 2025 se publicó la investigación sobre “Integración Energética en Paraguay”, redactada por Ricardo Rodríguez Silvero, leída y comentada por Guillermo López Flores, asesor técnico para la revisión del Anexo C de la Itaipú Binacional y director interino de la Entidad Binacional Yacyretá. Se expresó en los siguientes términos: Leí el denso y panorámico pantallazo al tema energético nacional.

EN GENERAL COINCIDO CON LA PRESENTACIÓN. No obstante, no encontré referencia a la cuestión institucional/ organizacional del sector energético. Soy un optimista con preocupación y pesimista con esperanza. Paraguay tiene fortaleza macroeconómica y fragilidad institucional. Está ciertamente en una posición macroeconómica privilegiada, pero la fragilidad institucional es el principal cuello de botella. El desafío consiste en convertir crecimiento económico en desarrollo sostenible mediante reformas que fortalezcan el Estado, diversifiquen la economía y potencien el capital humano. En síntesis: La macroeconomía le da oxígeno a Paraguay, pero la calidad institucional definirá si ese oxígeno se convierte en músculo o se diluye en inercia.

EL OPTIMISMO SE JUSTIFICA POR LO SIGUIENTE: El crecimiento sostenido en los últimos años tiene baja inflación y cuentas fiscales relativamente ordenadas. Además, ventajas comparativas en energía abundante y barata, agroindustria competitiva y ubicación estratégica en la región. Así como perspectivas positivas en inversión y comercio exterior si se aprovecha el “bono demográfico” y la estabilidad cambiaria.

LA PREOCUPACIÓN POR LO SIGUIENTE: Las instituciones son débiles con problemas en la justicia, regulaciones poco predecibles, captura de organismos públicos, baja calidad de la burocracia estatal, falta de “check and balance” y predominio y discrecionalidad del Ejecutivo, siendo este uno de los periodos parlamentarios de la más baja calidad de la historia poststroniana. La fragilidad política llama la atención con dependencia excesiva del ciclo electoral, oposición débil, falta de liderazgo, incapacidad de articulación y consenso. Amenaza el estancamiento estructural sin reformas en educación, salud, infraestructura y gobernanza. Así el crecimiento puede no traducirse en progreso humano. Llama la atención el escaso valor agregado, con riesgo de seguir siendo solo exportador de materias primas y energía, sin diversificación productiva. Mi postura de optimista con preocupaciones se basa en la mirada institucionalista: La macroeconomía puede estar ordenada, pero sin reformas que hagan más inclusivas y sólidas las instituciones, el crecimiento difícilmente se convertirá en desarrollo.

North, Acemoglu y Robinson coinciden en algo clave: Douglass North: Las instituciones son las “reglas de juego” que definen los incentivos y, en consecuencia, la capacidad de los países para generar crecimiento sostenido. Un Estado puede tener recursos, pero sin instituciones sólidas que definan derechos de propiedad, contratos y cumplimiento, esos recursos se dilapidan.

Acemoglu y Robinson (“Why Nations Fail”): Distinguen entre instituciones inclusivas (generan innovación, inversión y participación amplia) e instituciones extractivas (concentran poder y riqueza, bloqueando desarrollo). La diferencia entre países ricos y pobres no se explica por cultura, geografía o recursos, sino por la calidad de sus instituciones.

APLICADA A NUESTRA REALIDAD: El país tiene recursos: Energía abundante, agroindustria competitiva, posición estratégica. El problema es la calidad de sus instituciones: Un Estado capturado, con Justicia débil, baja capacidad regulatoria y políticas públicas sujetas al cortoplacismo político. En lenguaje de Acemoglu y Robinson, Paraguay vive bajo un equilibrio institucional más bien extractivo, donde los beneficios del crecimiento se concentran en grupos reducidos y el progreso social se ve limitado.

Ricardo Rodríguez Silvero

Más contenido de esta sección