Reflexión sobre la legitimidad política desde Nepal hasta Paraguay: La urgencia de escuchar al pueblo. La legitimidad política bajo la lupa ciudadana.
En tiempos cuando la censura se convierte en herramienta de Gobierno y las calles se llenan de voces inconformes, la pregunta sobre la legitimidad política adquiere una urgencia renovada. Lo que ocurre actualmente en Nepal, donde la represión y el silenciamiento de la crítica derivaron en protestas masivas y cambios políticos, nos interpela profundamente como sociedad paraguaya. Episodios como el Marzo Paraguayo de 1999 y las protestas de 2017 recuerdan que la voluntad popular es la fuente última de legitimidad y estabilidad, y que ignorarla puede tener consecuencias graves. Este artículo propone una reflexión crítica sobre la importancia de la soberanía popular y la vigilancia democrática, advirtiendo tanto a gobernantes como a ciudadanos sobre los riesgos de desconectarse del pulso social.
EL CASO DE NEPAL: CENSURA, PROTESTAS Y CRISIS DE LEGITIMIDAD. En Nepal, la imposición de censura y la negación de espacios de participación ciudadana encendieron la mecha del descontento. Las autoridades, buscando perpetuar su poder, restringieron la libertad de expresión y reprimieron las manifestaciones, creyendo que el silencio impuesto podría garantizar estabilidad. Sin embargo, la sociedad nepalí respondió con movilizaciones masivas, desbordando las previsiones gubernamentales y obligando a una transformación política. Este ciclo evidencia que la legitimidad de cualquier gobierno depende, en última instancia, del consentimiento de la ciudadanía y de la apertura al diálogo. Ignorar esta base democrática conduce, inevitablemente, a la ilegitimidad y la inestabilidad.
PARALELISMO CON PARAGUAY: MARZO PARAGUAYO 1999 Y PROTESTAS DE 2017. Paraguay no es ajeno a las fracturas entre poder político y voluntad ciudadana. El Marzo Paraguayo de 1999, marcado por la represión y el sacrificio de jóvenes en las calles, dejó una huella indeleble en la memoria nacional. El intento de acallar voces críticas terminó por fortalecer el reclamo social y evidenciar la fragilidad de un sistema que se olvida de su fuente de legitimidad. De manera similar, las protestas de 2017 contra la enmienda constitucional para la reelección presidencial mostraron que la desconexión entre las decisiones gubernamentales y el sentir popular puede detonar crisis profundas. En ambas ocasiones, la ciudadanía se movilizó, recordando a quienes gobiernan que ningún cargo ni mandato es legítimo si se sustenta en el desconocimiento de la soberanía popular.
PRINCIPIO DE SOBERANÍA POPULAR: FUNDAMENTO DEMOCRÁTICO Y LEGITIMIDAD. La soberanía popular es más que un principio constitucional: Es el pilar sobre el que descansa la legitimidad de todo gobierno democrático. Sin el consentimiento activo de la sociedad, ninguna autoridad puede reclamar legitimidad ni estabilidad duradera. Los episodios históricos en Paraguay y las lecciones de Nepal y Argentina muestran que la democracia no se sostiene por decretos ni controles de información, sino por la confianza mutua entre gobernantes y gobernados. Cuando esta confianza se erosiona por la censura, la corrupción o el desprecio a la voluntad ciudadana, la legitimidad se desvanece y se abre la puerta a la protesta, la crisis y la transformación política.
ADVERTENCIA: RIESGOS DE IGNORAR LA VOLUNTAD CIUDADANA. La experiencia internacional y nacional advierte que los intentos de suprimir la expresión ciudadana y de gobernar de espaldas al pueblo conducen a la ilegitimidad y al colapso político. El desprecio por la voz colectiva, sea mediante censura o manipulación institucional, genera desconfianza y alimenta el descontento. Los gobernantes que ignoran este principio exponen al país a rupturas sociales y a la pérdida de estabilidad, poniendo en riesgo no solo su mandato, sino el futuro democrático de la nación.
LLAMADO A LA CLASE POLÍTICA: TRANSPARENCIA Y CORRECCIÓN DE RUMBO. La clase política paraguaya debe asumir la responsabilidad histórica de corregir el rumbo cuando la legitimidad se ve amenazada. La transparencia, el diálogo constante y la apertura a la crítica son condiciones imprescindibles para reconstruir la confianza ciudadana. Es momento de abandonar prácticas de censura y autoritarismo, y de reconocer que la verdadera gobernabilidad solo se construye escuchando y respondiendo a las demandas del pueblo. Un liderazgo legítimo es aquel que se somete al escrutinio público y que sabe rectificar cuando la sociedad reclama cambios.
LLAMADO A LA CIUDADANÍA: VIGILANCIA Y MOVILIZACIÓN
DEMOCRÁTICA. La responsabilidad no recae únicamente en los gobernantes. La ciudadanía paraguaya debe ejercer la vigilancia democrática y mantener la movilización activa para defender sus derechos y exigir rendición de cuentas. La historia demuestra que los grandes cambios no nacen de la complacencia, sino de la participación decidida y la defensa colectiva de la soberanía popular. La democracia florece cuando el pueblo está atento, informado y dispuesto a actuar frente a los abusos y la desconexión política.
CIERRE: LA LEGITIMIDAD SE CONSTRUYE CON Y PARA EL PUEBLO. Como reza la máxima popular: “El poder reside en el pueblo”. La legitimidad y estabilidad de cualquier gobierno dependen de la capacidad de escuchar y respetar la voluntad ciudadana. La censura y la ilegitimidad son caminos peligrosos que conducen al aislamiento y a la crisis. Hoy, Paraguay tiene la oportunidad de aprender de su propia historia y de los ejemplos internacionales para fortalecer su democracia, promoviendo la vigilancia, el diálogo y el respeto irrestricto a la soberanía popular. Es el momento de apostar por una política que se construya con el pueblo y para el pueblo, única garantía de legitimidad genuina y futuro estable.