El cardenal dijo que la falta de alimento físico y espiritual “tiene consecuencias en la vida, en los valores y en las orientaciones que uno puede tener” y llamó a “ser empáticos, solidarios unos con otros”.
Destacó la labor del personal del Hospital, reconociendo su trabajo con los pacientes. “Sufrir con el que sufre, llorar con el que llora, sentir con el que siente es entrar en el corazón del otro. Cuidar al enfermo es tocar la carne de Cristo”, expresó al recordar que “cada gesto de ternura, cada cuidado es una caricia de Dios”.
Por su parte, la Pastoral de Acompañamiento y Discernimiento Espiritual recordó que la enfermedad mental abarca trastornos que afectan el estado de ánimo, el pensamiento y el comportamiento, como la depresión, la ansiedad, los trastornos alimentarios y las adicciones.
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Citando las palabras de San Juan Pablo II, destacó que “quien padece una enfermedad mental lleva siempre en sí la imagen y semejanza de Dios” y que “la comunidad política tiene el deber de reconocer esa dignidad mediante acciones que apoyen y sirvan a quienes padecen una enfermedad mental grave”.
La Pastoral instó a una respuesta activa y solidaria de toda la sociedad, atendiendo a que “la enfermedad mental no crea distancias insalvables ni impide relaciones de verdadera caridad cristiana’’.