Con un frágil sistema económico de Paraguay, pocas amenazas son tan potencialmente catastróficas como el aumento en el pago de intereses de su deuda pública. Lo que en economías robustas puede ser un ajuste molesto, en estas latitudes se convierte en una espada de Damocles que pende sobre la estabilidad macroeconómica, el bienestar social y cualquier aspiración de desarrollo futuro.
Esta confluencia de factores exógenos e incapacidad para implementar políticas de mitigación de los efectos negativos de estos ubica al país en un círculo vicioso. La deuda elevada y creciente derivada de décadas de necesidad de financiar déficits crónicos en infraestructura, salud y capital humano y de un sistema tributario que recauda poco e injustamente conlleva cada vez más altos montos en el pago de intereses, lo que reduce las oportunidades de financiación para la acumulación de capacidades presentes y futuras.
La falta de cambios en el modelo productivo nos hace dependientes de la exportación de pocos productos primarios cuyos precios son volátiles y la oferta vulnerable a factores climáticos. Pero esos cambios no son posibles por la falta de recursos, que cada vez más se dirigen a pagar los costos de la deuda.
Cuando el aumento de los pagos de intereses se vuelve insostenible y el país no puede acceder a nuevo financiamiento en condiciones razonables (o simplemente no puede pagar), se precipita hacia el impago o la necesidad de una dolorosa reestructuración de deuda. Esto conlleva exclusión de los mercados financieros y condicionalidades severas. El Fondo Monetario Internacional (FMI) y otros acreedores bilaterales presionan por programas de ajuste estructural profundizando la recesión y el malestar social. Las decisiones económicas claves pasan a ser dictadas por acreedores externos y recuperar la confianza de los inversores lleva años o décadas.
La combinación de recortes, pérdida de servicios básicos, inflación, desempleo y percepción de injusticia. Las protestas, la agitación social e incluso la inestabilidad política o cambios de gobierno forzados se vuelven altamente probables. Gobiernos legítimos pueden caer bajo el peso de la crisis de deuda.
El riesgo del aumento del pago de intereses en un país con poco espacio fiscal y baja presión tributaria es una amenaza para el proyecto de nación. Representa la desviación forzosa de recursos escasos desde la construcción de escuelas y hospitales, el tendido de agua potable, la inversión en tecnología y la protección de los más vulnerables, hacia las arcas de bancos internacionales y fondos de inversión. Es la materialización de una dependencia financiera que se convierte en una camisa de fuerza.
Los riesgos de la evolución de la deuda en Paraguay no se limitan a la imagen internacional, sino fundamentalmente para las políticas que necesita nuestro país para garantizar la acumulación de capital humano y la sostenibilidad del crecimiento a mediano y largo plazo. Cada guaraní pagado por la deuda es un guaraní que se deja de utilizar en educación, salud e infraestructura física, inversiones indispensables para aumentar la producción y productividad. La pregunta es cómo pagaremos la deuda en 20 o 30 años si no hay capacidad productiva, ya que finalmente la deuda se paga con los impuestos que genera el dinamismo económico.