07 ago. 2025

Problemas estructurales sin políticas para solucionarlos

Muchos frentes problemáticos que requieren soluciones estructurales por su impacto en la sostenibilidad del crecimiento y en la calidad de vida de la población están dando alertas. El crecimiento de la deuda pública, el déficit de la Caja Fiscal, la baja cobertura y los problemas financieros del Instituto de Previsión Social, la mala calidad de la educación y de la salud afectan las oportunidades de desarrollo del Paraguay. A pesar de su relevancia, no contamos con políticas de cambio estructural con metas, indicadores y financiamiento suficiente a corto, mediano y largo plazo.

Paraguay mostró en las últimas décadas un crecimiento económico notable. Sin embargo, detrás de este dinamismo aparente, se esconden problemas estructurales profundos y persistentes que, de no ser abordados con urgencia y decisión política, amenazan con minar las bases de su desarrollo presente y futuro, erosionar la estabilidad macroeconómica y profundizar las desigualdades. Estos desafíos críticos no son problemas aislados, forman un entramado complejo con factores interrelacionados entre sí que exigen una visión integral y de largo plazo.
Si bien Paraguay ha mantenido históricamente niveles de deuda pública relativamente bajos comparados con sus vecinos, la tendencia en la última década es motivo de seria preocupación. El endeudamiento creció a un ritmo significativamente mayor que la expansión de su economía. Las causas son varias: la necesidad de financiar inversiones en infraestructura a menudo con sobrecostos y demoras muchas veces relacionadas con la impunidad y corrupción, la pandemia del Covid-19, y una estructura tributaria débil que limita los ingresos propios. El peligro no radica solo en el nivel absoluto actual de la deuda, sino en la trayectoria insostenible.

Los problemas que enfrenta el sistema de seguridad social son estructurales derivados de los cambios demográficos, del diseño institucional y del tratamiento financiero de los fondos. El déficit de la Caja Fiscal se relaciona con un diseño que no considera las transformaciones demográficas y que mantiene privilegios que conllevan una fuerte inequidad, ya que la insuficiencia de los aportes hace que el déficit se cubra con recursos provenientes de impuestos. Estos impuestos, cuyo mayor peso se sostiene con tributos indirectos, son pagados por una mayoría que no tendrá una jubilación. En el caso del Instituto de Previsión Social (IPS), a los problemas anteriores se agregan la baja cobertura y la evasión, afectando el carácter solidario y la sostenibilidad financiera.

Nos estamos enfrentamos a un país envejecido y pobre si no solucionamos el problema jubilatorio en el corto plazo para que el futuro sea viable. Paraguay debe apostar por un sistema universal que integre a todos los trabajadores y que diseñe su sostenibilidad por lo menos por los próximos 30 años.

Solo si se considera el pago de la deuda y del déficit de la Caja fiscal, el país se enfrenta a una reducción enorme del espacio fiscal para financiar la inversión en educación, salud e infraestructura que el país necesita para aumentar las oportunidades y la productividad. Estamos hipotecando el futuro así como la sostenibilidad de la deuda y de la seguridad social al no invertir en capital humano, entrando en un círculo vicioso.

El déficit limita la inversión necesaria para mejorar la educación y la salud. La baja calidad educativa perpetúa la informalidad laboral, lo que reduce la base de cotizantes del IPS y la recaudación tributaria, agravando los déficits fiscal y previsional. La crisis de la Caja Fiscal y del IPS representa una enorme contingencia fiscal que presiona aún más la deuda pública. Una población con mala salud y baja educación tiene menor productividad, limitando el crecimiento económico potencial y, por ende, la capacidad de generar los ingresos necesarios para resolver los otros problemas.

Esta retroalimentación negativa crea un riesgo sistémico. La persistencia de estos problemas estructurales sin corrección erosiona la competitividad del país, desincentiva la inversión privada productiva, aumenta la desigualdad y la exclusión social, y alimenta la desconfianza en las instituciones. Sin respuestas estructurales estamos condenados.

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