Texto: Saira Baruja
Fotos: José Molinas.
Este nombre nada tiene que ver con el tamaño físico del templo, más bien con la importancia en dependencia del Vaticano.
Este es simplemente un título para diferenciarla de las cuatro Basílicas Mayores: San Pedro, San Juan de Letrán, San Pablo de Extramuros y Santa María la Mayor.
“Se le dice así simplemente para distinguirla de las Basílicas Mayores, que son los templos de más altos rangos en la historia de la Iglesia Católica”, explicó el padre Marciano Toledo González, vicario de la Basílica de Caacupé a Última Hora.
La denominación de Basílica Menor es la máxima jerarquía que podrá alcanzar la casa de la virgencita azul de Caacupé.
Con una capacidad total para 2.000 personas sentadas, el templo sigue siendo, año tras año, el punto de encuentro de miles de fieles que llegan peregrinando cada 8 de diciembre. Es en este sitio donde se concentra la fe de un pueblo esperanzado en un país mejor.
Si bien las visitas se reciben todo el año, es a partir del novenario cuando los fieles comienzan a acudir a la capital espiritual.
Los paraguayos por muchos años la llamamos Basílica cuando todavía era Santuario. Fue recién gracias a la visita del Papa Francisco al Paraguay, en el 2015, cuando se alcanzó el ascenso que tiene hoy en día.
“Por 100 años funcionó la emblemática iglesia Tupã'o Tuja, cuya réplica está en Tupãsy Ykua.”, rememoró el padre Toledo sobre los primeros cimientos de la casa espiritual.
De los inicios del Santuario
Inicialmente, fue en el actual Tupãsy Ykua donde estaba el santuario, justamente por la creencia popular de que la fuente natural era un regalo de la Virgen tallada por el indio José.
Hasta que Doña Juana Curtido de Gracia, una de las primeras pobladoras de la zona, donó el terreno donde hoy en día está edificada la Basílica. Comprendía un predio de dos manzanas cedidos dentro de su propiedad.
Lo primero que se construyó allí fue un oratorio, que funcionó durante muchos años. La donación se formalizó en 1765. A partir de entonces inició el sueño de construir un templo más grande que albergue a todos los feligreses.
“En Tupãsy Ykua hay reliquias de lo que era la primera iglesia, ahí está el mismo altar y los tres retablos del antiguo Santuario que se construyó en 1983 después de la Guerra Grande”, contó el religioso.
Cuando comenzó a funcionar el oratorio, donde estaba ya la imagen auténtica de la madre celestial, varias familias fueron llegado a la zona y construyeron sus viviendas en los alrededores.
Así fue como inició la tradicional peregrinación, con la llegada de fieles desde distintos puntos del país, caminando varios kilómetros para venerar a la Virgen, pagar promesas hechas o realizar pedidos milagrosos.
A raíz del crecimiento poblacional en pleno cerro y al fervor de los pobladores, en el año 1870, el entonces presidente de la República, Francisco Solano López, la denominó Capilleta de la Virgen de los Milagros, lo que elevó la zona de residencia a pueblo o centro cívico. El primer presbítero fue Juan José Jiménez.
El sueño del primer obispo del Paraguay
Toledo mencionó que fue Juan Sinforiano Bogarín el primer obispo del Paraguay que, desde un comienzo, soñó con una Basílica Menor, y el 3 de febrero de 1945 comenzó la construcción en el predio donado por Curtido de Gracia.
"Él soñaba con dar una casa grande y digna a la Virgen de Caacupé, al igual que la santas patronas de otros países de la región”, reflexionó.
El elegido fue el arquitecto Miguel Ángel Alfaro , quien diseñó el primer plano de la Basílica, solo que aquella era mucho más grande que como quedó actualmente. Según aquel plano, tenía que abarcar toda una manzana, lo que hoy es la explanada.
Si Bogarín pudiera ver hoy la Basílica Menor de Caacupé, más de 400 años después, entendería que su sueño se hizo realidad. Pero lo más importante es que, con el crecimiento de jerarquía del templo, aumentó también la fe de un pueblo que, con devoción y esperanza, peregrina cada año para culminar un año renovado en la fe en la madre de Cristo.