#UNAnotecalles explotaba hace exactamente 10 años. Así lo recuerda Liz Guillén en diálogo con Última Hora, una de las referentes más visibles de la causa: “Ni siquiera fue una convocatoria previa en realidad. Fue como un resultado: ‘Bueno, vamos ahora al campus': el 21 de setiembre, Día de la Juventud y Día de la Primavera. Nos autoconvocamos ahí”.
En ese entonces habían saltado a la luz una serie de hechos de corrupción en la Universidad Nacional de Asunción, que fue encabezada por su propio rector Froilán Peralta, a quien el ex senador Juan Carlos Calé Galaverna una vez lo presumió como su “Ferrari”, a modo de dejar por sentado que era su candidato para la conducción de la casa de estudios en las elecciones del 2014.
Estos hechos causaron en su momento una fuerte indignación en la universidad pública y el alumnado se levantó. Hicieron manifestaciones, marchas y sentatas. La cereza de la torta fue la toma del Rectorado, que más tarde se convirtió en el símbolo de las resistencias estudiantiles. Allí se realizaron vigilias por varios días para resguardar el lugar, que se sostenían con la ayuda de la ciudadanía, incluso iban músicos locales para hacer peñas y acompañar de esta manera la lucha estudiantil.
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Los estudiantes exigían en principio que Froilán Peralta renuncie o sea destituido. Pero desde el Consejo Superior Universitario, por mayoría de votos, le otorgaron solamente un permiso.
“Ahí fue que la indignación estudiantil escaló y como última medida, como una medida de hartazgo, los estudiantes decidimos tomar el Rectorado”, enfatiza Liz Guillén, quien fue vocera estudiantil de la Facultad de Arquitectura de la UNA.
La movilización tuvo tanto impacto en la sociedad paraguaya, recibió apoyo previo de secundarios y luego de estudiantes de universidades privada. Asimismo, el propio Horacio Cartes, que era presidente de la República en esos tiempos, felicitó a los jóvenes “por hacer lío”.
La juventud organizada
A tan sólo días del inicio de la primavera estudiantil, la Universidad Nacional de Asunción cumplía 126 años de aniversario el 24 de septiembre de 2015. Ese mismo día también se vivió la mayor euforia y rabia estudiantil porque había caído en manos de los jóvenes movilizados una funcionaria leal a Froilán Peralta. Se trataba de la jefa de Recursos Humanos del Rectorado María del Carmen Martínez, más conocida como la comepapeles.
Había sido descubierta en flagrancia cuando estaba huyendo en una camioneta, llevándose documentos, lo que dejó furiosos a los universitarios. La mujer luego fue entregada a las autoridades bajo protocolos especiales establecidos por los propios estudiantes.
Guillén y Fernando Krug, quien también fue líder estudiantil de la Facultad de Filosofía, coinciden en resaltar cuán organizada fue la lucha de los universitarios. Este último, incluso menciona que un impulso para ellos fue la marcha nacional de estudiantes secundarios, que se realizó unos días antes.
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“También varios universitarios participaron en su planificación y eso hizo que el aire corra hacia el campus y como que la efervescencia se comparta. Creo que ese fue un motor interesante para la convocatoria que después se dio. Esa organización se construyó en contacto ya con estudiantes de varias facultades, que luego fueron claves para sostener la movilización. Si bien, la masiva convocatoria tuvo un gran aspecto de autoconvocatoria, hay una columna vertebral de una organización estudiantil, que fue previa”, sostiene el ex vocero.
En este sentido, hasta los propios alumnos hicieron controles para el ingreso al predio de la UNA en San Lorenzo.
“Todas las facultades estaban en paro, o sea, no se estaban desarrollando ningún tipo de actividad académica dentro de ninguna de las facultades y los portones de todo el campus estaban siendo controlados. Por decir, que hasta al fiscal que asistía se les realizaba controles. Sobre todo, para mantener el orden, que nadie meta sustancias ilícitas, que nadie meta armas de ningún tipo. Porque dentro de todo, no queríamos que hubiera un conflicto ni violencia en todo lo que estaba pasando”, refuerza Liz Guillén.
La otra meta: El cambio del Estatuto de la UNA
La toma del Rectorado de la UNA duró dos meses y cuando se cumplieron los primeros 30 días, más de 50 funcionarios de la universidad ya habían salido de sus puestos en medio de la revuelta de los jóvenes. Fueron depuestos dos rectores y renunciaron tres vicerrectores, seis decanos, cinco vicedecanos, encargados de despachos, directores, consejos directivos enteros, como así también representantes docentes y estudiantiles, entre otros. Para entonces, en el caso #UNAnotecalles habían 43 funcionarios imputados por el Ministerio Público y cinco de ellos estaban presos.
Entre ellos, el ex rector Froilán Peralta y su funcionaria leal, la comepapeles, fueron condenados en 2023 al encierro. El primero cumple prisión domiciliaria y la otra está recluida en el penal del Buen Pastor. Las penas de los dos culminará en febrero de 2027, pero pidieron medidas transitorias. La jueza María Lidia Wyder debe tomar una decisión los próximos 16 de octubre y 2 de diciembre, en el caso de Martinez y Peralta, respectivamente.
El ex vocero de la Facultad de Ingeniería Herbert Segovia se refirió sobre este punto y lamentó que la Justicia “selectiva” haya resuelto estas causas ocho años después del levantamiento conocido por #UNAnotecalles, que costó a fuerza y sudor a los universitarios. “El personaje tiene la cara otra vez de solicitar medidas alternativas”, sentenció.
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El ex alumno y egresado explicó que frente a los hechos de corrupción que saltaron en 2015 y para frenar los casos, exigieron el cambio de estatuto de la institución educativa terciaria, que se logró más tarde, en diciembre de 2017. Uno nuevo fue aprobado y sancionado tras las permanentes movilizaciones y paros estudiantiles.
“Los estudiantes se dieron cuenta de que todo eso iba a volver, iba a seguir, iba a ser nada más un cambio de cara, de cabeza y demás, si es que no se daba realmente un cambio de estatuto”, sostiene. “Es decir, el rector tenía la capacidad de contratar a cualquier persona, de adjudicarle un rubro x por favores políticos —que es lo que realmente se demostró—. Entonces, con esa idea se logró que se empezara a hacer el estudio del estatuto y eso llevó un año y medio, prácticamente, dos años de estudio”, refuerza Segovia.
Represalias hacia los estudiantes
Un año después del estallido de #UNAnotecalles, los universitarios volvieron a las protestas en setiembre de 2016, cuando por fin llegó la hora de discutir la reforma del estatuto de la Universidad Nacional de Asunción en la Asamblea Universitaria, cuyas reuniones se desarrollaron con incidentes y escraches a las autoridades. Los alumnos pedían cambios en la gobernabilidad de la casa de estudios, relacionadas a las mayorías que tomaban decisiones en los diferentes estamentos.
Herbert Segovia había acompañado todo el acontecimiento de esa época y asegura que los estudiantes buscaban mayor representatividad. En ese marco, un día se emitió una orden de captura por parte de la fiscala Viviana Riveros contra él, Fernando Krug, Paola Pusineri y Amalia Ríos. Todos ellos eran representantes estudiantiles.
Otro caso que José Ramoa, el ex vocero de la Facultad de Medicina, acotó a estos fue el de Carolina Wolf, quien denunció al doctor Rodríguez Andersen por acoso sexual.
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“El riesgo fue mucho. Fue grande. La verdad que no sabíamos cómo iba a terminar eso. Era al todo o nada si las cosas no salían bien. Yo y otro compañero sabíamos que teníamos que abandonar la Facultad de Ciencias Médicas porque directamente no nos iban a dejar egresar. Era ese el mensaje que nos daban ya hace tiempo”, agrega el ahora profesional de la salud..
“Fuimos marginados socialmente, perseguidos en las redes sociales y una vez que estalla #UNAnotecalles en seguida, a través de perfiles falsos, se ocuparon de decir cualquier cosa de nosotros. No solamente de los estudiantes, sino de profesionales de nuestro hospital, de profesores, doctores, de funcionarios, o sea la persecución fue mucha y fue sangrienta en las redes, justamente”, enfatiza Ramoa.
De acuerdo con el ahora profesional médico, la lucha estudiantil, hoy por hoy, siguen. Fernando Krug, pide que el despertar de los jóvenes de hace una década no que quede solamente en el recuerdo. “Si se pudo en la universidad, podemos como sociedad”.
Para Liz Guillén, el mayor de los legados que dejó aquella primavera estudiantil fue la lucha como una herramienta de voluntad y conciencia. Herbert Segovia, por su parte, mantiene que para la historia del Paraguay, lo que sucedió hace 10 años debe convertirse en un símbolo para la sociedad y el país.