Hace tres semanas, unos niños hallaron una bomba antigua en una zanja. El hecho ocurrió mientras jugaban frente a una escuela del barrio Villa San Miguel. Y la sospecha era que podría ser un proyecto perdido de la Revolución del 47.
El fin de semana último, una granada de mortero –similar a la encontrada en julio– estaba oculta en una bolsa que unos niños sacaron con una liñada mientras pescaban a orillas del río Paraguay. Eso ocurrió en la ribera del barrio San José Olero de Concepción.
Así como en el primer caso, los vecinos alertaron de inmediato al sistema 911. Agentes de la Comisaría 10ª del barrio Inmaculada y efectivos de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) intervinieron en el procedimiento, realizando el traslado seguro del artefacto hasta la Dirección de Policía.
La granada fue neutralizada el pasado domingo por especialistas de las Unidades Tácticas Policiales (UTP), mediante un procedimiento controlado en el predio de la propia Dirección de Policía. Así como pasó con la primera bomba hallada se hizo una detonación controlada del artefacto.
Pero ¿por qué hay tantas bombas antiguas esparcidas en Concepción? ¿Qué se sabe sobre el paradero posible y la cantidad de explosivos sin detonar que hay por ahí? ¿Acaso la gente en Concepción camina y los niños juegan sobre campos minados, sin reparar que cualquiera de esos artefactos pueden estallar en algún momento?
Alguien de las fuerzas de seguridad –sean de las Fuerzas Armadas o de la Policía Nacional– debe explicar estos hallazgos recientes y realizar un estudio sobre la presencia de explosivos sin detonar, esparcidos en la vía pública –antes quizás eran descampados– de Concepción.
Un eventual arqueo de estos dispositivos, ocultos bajo tierra, permitirá prevenir un infortunado desenlace, derivado de algún otro hallazgo imprevisto.