En la misa de las 19:00 del octavo día del novenario, el fray Edgar Toledo, secretario ejecutivo de la Animación Bíblica de la Pastoral, instó a los peregrinos a recuperar el sentido profundo de la comunidad cristiana como fundamento del bien común. Señaló que la crisis social que vive el país refleja el debilitamiento del compromiso colectivo y la indiferencia ante los demás.
“La comunidad no es un club ni un grupo de amigos. Es mucho más que eso”, expresó al iniciar la homilía.
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El predicador recordó que todos los bautizados forman parte del Cuerpo de Cristo, pero advirtió que esa pertenencia no puede reducirse a prácticas o rituales aislados. Indicó que la fe debe expresarse en acciones concretas que beneficien a otros y fortalezcan los vínculos comunitarios.
“¿En qué se nota que soy parte del Cuerpo de Cristo?”, cuestionó ante los presentes.
Fray Toledo lamentó que la religiosidad se haya vuelto demasiado individualista, limitada muchas veces al círculo familiar, mientras las realidades de pobreza, exclusión y desigualdad siguen afectando a miles de paraguayos. Pidió una fe activa, capaz de involucrarse en los problemas del prójimo.
“Granito de arena no sirve. Hay que aportar muchísimo. Una montaña si hace falta”, remarcó.
El religioso también fue crítico con la falta de coherencia dentro de la sociedad paraguaya, especialmente en quienes ocupan cargos de responsabilidad pública. Recordó que gran parte de la clase gobernante se declara cristiana, pero eso no siempre se refleja en sus acciones.
“Nuestro país agoniza y muchos de los que gobiernan son cristianos. Hay que preguntarse si somos coherentes con lo que creemos y predicamos”, recalcó.
Toledo señaló que la corrupción, el nepotismo y la violencia no solo están en las instituciones, sino también en las familias y en la propia Iglesia, y que esto exige un examen serio y un cambio profundo de actitudes. Insistió en que la fe cristiana debe vivirse como un compromiso social y comunitario.
El predicador retomó el llamado del papa Francisco a la sinodalidad (caminar juntos) y lamentó el lento avance del proceso en Paraguay, señalando que la Iglesia debe promover espacios reales de escucha, participación y corresponsabilidad. Animó a convertir cada cuadra, barrio y parroquia en una red viva de apoyo mutuo.
“Sueño con una Iglesia como nuestro ñandutí: Un tejido de comunidades”, expresó.
Hacia el cierre, exhortó a los fieles a abandonar la pasividad y a comprometerse con la construcción de un país más justo, desde las pequeñas acciones cotidianas hasta los grandes desafíos sociales. Recordó que no se puede delegar todo en los políticos y que los bautizados también tienen responsabilidad en transformar la realidad.
“Somos cómplices muchas veces de por qué estamos como estamos”, señaló.
Finalmente, llamó a asumir un compromiso fraterno y concreto, recordando que la comunidad se construye con cercanía y apoyo mutuo. “Hermano, hermana: podés contar conmigo. Vamos a tejer comunidad y construir un país mejor”, concluyó.