Hay mujeres que por su talento, por su carácter, por su impulso íntimo y por su fuerza han logrado dejar su huella en la historia de nuestro país. Han pasado años, siglos o milenios, y seguimos recordando sus actos, sus palabras, sus ejemplos.
Hoy queremos hablar de la primera mujer en obtener un título de doctora en Derecho, en 1907, con su tesis «Humanismo», en la que reivindica ser mujer, estudiante y amante de su patria y reclama la plena participación cívica y política de las mujeres en el destino del Paraguay.
Es considerada la gran pionera del feminismo y de los derechos de las mujeres en el país. Hablamos de Serafina Dávalos.
Un párrafo de su obra expresaba lo siguiente: “Si queremos construir un país verdaderamente democrático en que la libertad, la justicia y la igualdad sean hermosas realidades, debemos empezar por organizar el hogar sobre la base de una perfecta igualdad”. Una crítica al sistema cultural, político y jurídico paraguayo desde una perspectiva de género y un pensamiento de notable vigencia en la actualidad.
Serafina Dávalos nació en la ciudad de Ajos, hoy Coronel Oviedo, en 1883. De niña se trasladó con sus padres a Asunción. En 1898 egresaba de la Escuela Normal de Maestras y luego del Colegio Nacional de la Capital.
Con el acceso a la educación por parte de las mujeres iniciaron las primeras críticas a las discriminaciones existentes a nivel legislativo.
En la tesis que le valió el doctorado como la primera abogada paraguaya en 1907, Serafina Dávalos argumentaba sobradamente el porqué de la justicia en igualar jurídicamente a hombres y mujeres.
“No hay duda de que la mujer puede elevarse en el terreno de la inteligencia a tanta altura como los varones. Para el efecto, désela el mismo tratamiento educativo que a aquellos en lo fundamental; nada de reservas de ideas profundas y elevadas por creerla incapaz; lo que se ha dado en llamar lo femenino, no falsea la naturaleza de la razón de la mujer”, escribía en otro apartado de su tesis.
Ese trabajo causó grandes controversias en la clase intelectual de su época. En años en que las mujeres tenían prohibido votar, ella ya cuestionaba la desigualdad de género y exigía igualdad de oportunidades
Pionera
Serafina fue pionera en materia de educación al crear la Escuela Mercantil de Señoritas en 1904, dado que reconocía el papel que una profesión liberal como la de perito mercantil podía cumplir en la autonomía económica de las mujeres.
Consciente de que la mayor parte de las mujeres (y en realidad, la mayor parte de la población en general) no podría llegar a los estudios secundarios y universitarios, Serafina fomentó la educación en una profesión que era compatible con las actividades domésticas de las mujeres, pero que les dotaba de ingresos propios.
La nombraron miembro del Superior Tribunal de Justicia. Hizo clases de historia antigua, moral y derecho en distintas instituciones educativas.
En 1910 asistió al Primer Congreso Femenino Internacional, organizado en Buenos Aires, como delegada oficial del gobierno paraguayo. Presidió la Comisión de Derechos y fue nombrada miembro del Comité Ejecutivo de la Federación Panamericana de Mujeres fundada en la misma ocasión.
La seleccionaron presidenta honoraria del Consejo Nacional de Mujeres del Paraguay.
Fue cónsul de la Unión Femenina de Paraguay, participó en la Liga Paraguaya por los Derechos de la Mujer y patrocinó la fundación de la Asociación Paraguaya de Universitarias Graduadas.
Considerada una obra icónica en la historia del feminismo latinoamericano, la tesis de Serafina fue reeditada después de 84 años por el Centro de Documentación y Estudios de Asunción.
Igualdad
No obstante, recién en 1919 se presentaron los primeros dos proyectos por la igualdad política y jurídica de las mujeres.
Diez años después tuvo lugar un nuevo intento con un proyecto de ley de extensión de los derechos civiles de las mujeres.
El primer proyecto presentado recibió apoyo directo de organizaciones feministas de otros países como el Consejo Nacional de Mujeres de Uruguay, sin embargo, no fue aprobado.
El tratamiento del segundo proyecto fue postergado hasta 1931 y finalmente ignorado debido al inicio de los conflictos relacionados a la Guerra del Chaco (1932-1935).
Ambos proyectos contaron con el apoyo de mujeres que crearon organizaciones en defensa de estos proyectos y sus objetivos, Centro Paraguayo Feminista: 1920 y Asociación Feminista: 1929
La inserción de las mujeres en decisiones políticas llegó mucho más tarde, con el voto femenino en 1961. Lastimosamente, Serafina ya no vivió para ver cómo Paraguay se convertía en el último país latinoamericano en otorgar el derecho de voto a las mujeres.
Murió en la más absoluta pobreza en 1957. Rosemary Dávalos, junto con su marido, Gustavo Ilutovich, y otros referentes culturales conformaron el grupo “Rescatando a Serafina”. Su misión es encontrar su tumba y poner en valor su legado.
De acuerdo con el relato de algunos historiadores, no se le permitió entrar a la iglesia porque era lesbiana y por sus reivindicaciones sociales. También hacían lo mismo con masones y otras instituciones que tenían algún tipo de disputa con la Iglesia Católica. Cuando la enterraron ni siquiera le pusieron lápida para que no se la encontrara.
Casona de Serafina fue declarada como bien de valor patrimonial
En el 2021, a través de la Resolución N° 112/2021, la Secretaría Nacional de Cultura (SNC) declaró como Bien de Valor Patrimonial Cultural Nacional a la casa de Serafina Dávalos, ubicada en el casco histórico de Asunción. Actualmente la SNC en articulación con el Instituto Paraguayo de Artesanía (IPA) trabaja en la puesta en valor de la edificación, considerada un icono de la ciudad, a través de la creación de Centro Cultural. La casa posee el estilo ecléctico vanguardista de la época.