Al evaluar los 33 años de democracia recientemente, los analistas políticos coincidían en valorar que para el Paraguay, estas más de tres décadas suponían un importantísimo logro. Esta democracia como sabemos bien conserva sin embargo numerosas deudas.
Algunas de ellas son señaladas precisamente en el informe del índice de democracia elaborado por la Unidad de Inteligencia de The Economist (EIU por sus siglas en inglés), que realiza el estudio en 167 países. Señala en el mencionado informe que, la deficiencia en los servicios, la desconfianza en el Gobierno y la preferencia de paraguayos por un sistema militar, degradaron la democracia en el país.
Alude asimismo al hecho de que la pandemia del Covid-19 generó una crisis en América Latina que a su vez degradó la calidad de sus sistemas, dice la investigación.
“Frustración junto con incapacidad de los gobiernos de cualquier tipo para abordar adecuadamente problemas sociales de larga data. Y los problemas económicos empeoraron con la pandemia del coronavirus. Como en años anteriores, en 2021 la región vivió protestas masivas que pusieron en riesgo la gobernabilidad”, apunta.
Paraguay, como se puede recordar tuvo también su momento de protestas masivas en las calles, en el momento más crítico de la pandemia cuando se vivió el colapso del sistema de salud
En el caso paraguayo, se destaca el intento de juicio político que vivió el presidente Mario Abdo el año pasado, y las protestas por el colapso sanitario. Sobre el punto señala el informe que: “La frustración de los paraguayos con los servicios públicos deficientes explica el bajo nivel de confianza en el gobierno y altos niveles de apoyo a líderes fuertes e incluso a un gobierno militar. Debido a esto, Paraguay fue degradado a un ‘régimen híbrido’ en lugar de una ‘democracia defectuosa’”.
Otros elementos abonan esta situación, y los mismos son mencionados en el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) 2021, precisamente el que ubica a Paraguay entre los niveles más bajos en corrupción, a nivel mundial: el tráfico de influencia, los conflictos de intereses, la influencia de grupos a favor de intereses particulares y el financiamiento de campañas electorales, entre otros.
Paraguay pasó de ser considerada una “democracia deficiente” a ser un “régimen híbrido”, y este retroceso en proceso democrático es preocupante para una democracia tan joven, inaugurada en el 1989 después de 35 años de una dictadura cívico-militar, la cual no ha logrado satisfacer las expectativas ni las necesidades de la ciudadanía.
Puestos a señalar los responsables, no se debe dudar en afirmar que los tres poderes del Estado tienen deudas pendientes en materia de transparencia, lo cual afecta a la percepción ciudadana de que sus intereses realmente no son representados por sus gobernantes.
El actual escenario que vivimos es delicado; la crisis económica y social generada por la pandemia del Covid-19 se mezcla en estos días con la disputa partidaria dentro de la ANR, la cual es vista por la ciudadanía como una simple pelea por el poder y no precisamente por servir a los mandantes.