08 nov. 2024

Minorías

En la narrativa de la democracia siempre se habló de mayorías y de minorías, al punto que ella se legítima tras unos comicios en la manera en que esta última es integrada al sistema de gestión de gobierno y de acceso de oportunidades para la gente.

En lo primero, Paraguay es el único país sin segunda vuelta en la región. La oposición en la Constituyente fue férrea por el actual partido de gobierno temeroso de que, con ella, nunca más alcanzaría el poder. Era una mirada realista a juzgar por los últimos comicios donde los dos partidos derrotados sumaron casi 300 mil votos por encima del Partido Colorado, que acabó imponiendo su minoría para ser gobierno una vez más. La soberbia triunfalista, sin embargo, hace la lectura desde el otro ángulo, en donde afirma que el control del Congreso los legítima imponer lo que les plazca sobre la minoría y fractura de la oposición.

El gran costo que esto genera a la democracia es que el gobierno se cree por encima de esa mayoría de la oposición que no fue capaz de aglutinarse en un frente común para derrotar al Partido Colorado. Entre las mezquindades y miserias propias y la absoluta falta de tino para entender la realidad acabaron por perder una oportunidad más y desalentando las intenciones opositoras. El Partido Colorado encolumnó a su tropa con una clientela que se sabe fuerte, por sobre una oposición que desunida acaba siempre derrotada. Pretender seguir con lo mismo en las siguientes elecciones solo confirmará la notable inutilidad de emprender un diálogo que acabe convertido en consenso que crezca como opción de cambio. La mayoría electoral no sabe sumar ni multiplicar y solo aprendió a restar con un coloradismo experto en dividir.

Ahora, sin embargo, con una mayoría abrumadora se siente tentada en provocar una ruptura institucional de cualquier índole toda vez que alimenten desde el Ejecutivo el pago a los legisladores por los servicios prestados. Esto está en marcha en el reparto de cargos como primera etapa y continuará con los negocios del Estado, cuya corrupción tiene casi 2.000 millones de dólares a repartir entre todos los comensales. Esto se puede hacer mientras los que no acceden a sentarse por lo menos se apropien de los mendrugos que caen de la mesa. Les han hecho creer que hay para todos cuando en realidad es todo lo opuesto. Esta contradicción solo podrá convertirse en un factor político con la denuncia de la prensa y la persecución penal de los delincuentes. Tanto la Fiscalía como los jueces solo se rascan para adentro sin demostrar coraje ni voluntad para corregir entuertos.

La mayoría silenciosa habrá crecido en pobreza y la sobreviviente clase media se verá desalentada de impulsar un cambio a través de una participación activa en política. Esta gran mayoría es la que más sufrirá en este doloroso proceso. Les han dicho que les irá mejor cuando en realidad ese mensaje solo era para los administradores del sistema y no el público meta del Gobierno.

En un país donde la mayoría perdió los comicios y dónde la minoría se impuso sobre la división, al Gobierno le queda solo imponer para descontentar o aglutinar un compromiso de oportunidades que sirva para corregir entuertos. El informe de los EEUU aceptado por Peña en un 95% es bien claro, incluso en el 5% restante.

Mientras tanto, aquí en Harvard la toma de posesión de su primera presidenta negra hija de descendientes haitianos, Claudine Gay, envía un potente mensaje de inclusión hacia una minoría de origen africano y con raíces esclavas de que todos deben estar en el mismo bote para hacer la travesía juntos hacia un mejor destino.

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A continuación, una columna de opinión del hoy director de Última Hora, Arnaldo Alegre, publicada el lunes 2 de agosto de 2004, el día siguiente al incendio del Ycuá Bolaños en el que fallecieron 400 personas en el barrio Trinidad de Asunción.