29 oct. 2025

Maldita mayoría

Benjamín Fernández Bogado – www.benjaminfernandezbogado.wordpress.com

Al Partido Colorado hegemónico le ha ido siempre muy bien, siempre guardando las apariencias, repartiendo el poder y demostrando amplitud y tolerancia, aunque falsas. Las cosas se complicaron incluso con un dictador en decadencia cuando los militantes con su mayoría circunstancial impusieron sus números. Ahí empezó a pudrirse todo. Se creyeron infalibles, pero por sobre todo: impunes. En democracia todos los gobiernos nunca tuvieron el control completo del Congreso como en la actualidad y eso jugó en favor de la democracia entendida como sistema de pesos y de contrapesos. Ahora los colorados no tienen eso y seguros de sus números propios y aquellos que ganaron con liberales y payistas creen que pueden hacer lo que quieran sin saber que eso los lleva a cometer errores tras errores.

El gran perjudicado es el Ejecutivo, que tiene que ser cuidado desde un Congreso que bien aceitado no le dice no incluso a cuestiones que rayan lo inconstitucional o afectan directamente a sus votantes que todavía creen que se puede llegar a los 100 días. Sin asesores a la altura de una presidencia que requiere más que ninguna de los mejores, se ha echado solo a demostrar que nada les puede detener y que los peores errores no tendrán costo alguno. Algunos ejemplos: se nombra a los ministros del Ejecutivo como consejeros de Itaipú contra lo que dice expresamente la Constitución. Incluso algunos muy cercanos a sus miembros afirman que es causal de juicio político. No les importa porque tienen mayoría en Diputados y ni una condena a los nombramientos les permitirán a los opositores como aconteció esta semana. No quieren ni guardar las apariencias o enviar un mensaje al Ejecutivo que lo fuerce a negociar un mejor consejo asesor. Este mismo, en realidad, se encarga de cuestiones administrativas y para lo que se debe negociar con el Brasil están “las altas partes”, lo cual no hacía falta equiparar un equipo igual al brasileño, que no tiene las restricciones nuestras de la Constitución. Craso error que la maldita mayoría en el Congreso no permite rectificar y menos corregir. El ministro de Economía dice que no hay un peso partido por la mitad para incrementos y su jefe prohíbe que ningún ministro haga lobby personal con los parlamentarios, sin embargo, decide autoaumentarse los ingresos “porque eso es poquitito y no afectará” al Presupuesto, como lo argumentó Fernández Valdovinos.

En la misma semana, Peña declaró sus bienes y entre los mismos alcanzaban los 3 millones de dólares con inversión en bancos y financieras que le dejarían más de 200 millones de guaraníes mensuales solo en intereses. Pasar el bochorno por un poquitito es, por lo menos, insultante al pueblo que apenas sobrevive y es una clarinada de guerra para los empleados públicos que se creen los soldados de su victoria. Creen que no tendrán objeciones en ambas cámaras del Congreso por la mayoría que tienen y, por eso, se animan a presentar eso en el Presupuesto.

Y lo último, es casi la declaración de guerra contra la Argentina de la que Peña se sentía muy orgulloso, ya que su madre es de ese origen. Ahora no solo vamos a arbitraje por el paso en la hidrovía, sino además restringimos el acceso a la energía de Yacyretá a pesar del acuerdo Cartes-Macri al condómino y bloqueamos el voto de apoyo en los organismos multilaterales. A toda acción corresponde una reacción igual y contraria, dicen con mucho acierto. Los argentinos pueden golpear severamente a los dos millones de los nuestros seguros de que los de la Villa 31 no tomarán por asalto la contigua Casa Rosada. Veremos complicaciones en el comercio fronterizo del que se nutren millones para sobrevivir del contrabando hormiga y pudieran incrementar restricciones migratorias o de atención a la salud. La válvula de escape a nuestros problemas sociales y económicos puede verse severamente afectada por estas medidas. Algunos dirán que ese gobierno kirchnerista se va en octubre o en segunda vuelta, pero el que puede subir es aún peor porque es “intemperante, intransigente e imprudente” y le gusta el escenario de los conflictos radicales.

La mayoría empuja a un inexperto y perdido Peña a tener que cometer errores tras errores porque se sabe seguro de que no tendrá costo político, por ahora. Pero en realidad, ya vemos como la falta de pesos y contrapesos le afecta al Gobierno, primero, y a la democracia, en su conjunto después. Lo que queda es responder con inteligencia, sabiduría y autonomía, pero esas no son virtudes en este gobierno. De lo contrario, acabarán diciendo: Maldita mayoría.

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