El lunes se produjo el hallazgo de un cuerpo sin vida en el río Paraná por parte de agentes de la Prefectura Naval. El cadáver fue trasladado a Asunción y luego de la inspección se confirmó que recibió un disparo en la cabeza. Se trataría de un adolescente de 16 años y se presume que sería el tirador que acabó con la vida del teniente coronel Guillermo Moral.
El hallazgo se produjo este lunes, a las 08:00, en aguas del río Paraná, a la altura de Domingo Martínez de Irala, Alto Paraná.
El doctor Pablo Lemir, médico forense del Ministerio Público, explicó que la estatura coincide con el sospechoso del sicario y que el cuerpo tiene un tatuaje que podría coincidir con la base de datos que tienen los investigadores del crimen.
La Policía identificó a los supuestos sicarios que acabaron con la vida del teniente coronel Moral, a través de cámaras de seguridad, señalando como sospechosos a un joven de 18 años y un adolescente de 16.
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🔴 #AMPLIAMOS - Edad, estatura y un tatuaje del cuerpo hallado el lunes coincide con un sicario del Tte. Guillermo Moral
— Monumental AM 1080 (@AM_1080) October 29, 2025
👉🏼 El Dr. Pablo Lemir, médico forense, indicó que el cuerpo hallado a orillas del río Paraná llevaba cerca de 30 días en el agua, que se estima que la víctima… pic.twitter.com/WJQNinu4wn
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Luego del hecho, difundieron imágenes donde mostraban elementos que podrían ser determinantes como los tatuajes que tenían en el cuerpo.
El adolescente de 16 años, sindicado como el que gatilló el arma, tenía tatuajes característicos; uno de ellos, el dibujo de un ojo dentro de un triángulo en el antebrazo. Al realizar la comparación con las imágenes de archivo, el tatuaje coincide con el del sospechoso.
El cuerpo fue hallado en una bolsa arpillera, estaba maniatado y en avanzado estado de descomposición. Lemir afirmó que el cuerpo llevaba aproximadamente 30 días en el agua.
El jefe militar fue ultimado el pasado jueves 2 de octubre, en las inmediaciones de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Asunción (UNA), en el barrio Trinidad de la capital, cuando llegaba para dar clases.
El uniformado se había negado a aceptar un soborno de G. 10 millones para introducir un teléfono celular en la celda de Miguel Ángel Insfrán, alias Tío Rico, presunto narcotraficante que se encontraba recluido en la cárcel militar de Viñas Cué.